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Off the record

El precedente Perasovic

El precedente Perasovic

La del pasado jueves en A Coruña fue, sin lugar a dudas, la noche más amarga en la historia reciente de Valencia Basket. Una de esas pesadillas que siguen sacudiendo el alma de congoja cuando uno abre los ojos a la mañana siguiente y se da cuenta de que no lo ha soñado. El escenario en las entrañas del Coliseum a la conclusión del partido era digno del mejor relato terrorífico de Poe: rostros desencajados, ojos vidriosos y un lacerante sentimiento de fracaso que aún a estas horas no se ha disipado por completo. Pasarán muchas ediciones de la Copa hasta que el club de Hermanos Maristas se encuentre con una coyuntura tan favorable como la que tenía antes de debutar contra Gran Canaria hace cuatro días: el Barça eliminado, las dudas del Real Madrid en la primera vuelta de la temporada y un rival en semifinales inferior sobre el papel. Nada de todo eso sirvió al que sigue siendo líder de la ACB para evitar el descalabro.

Llegados a este punto, debe haber mucha gente en el entorno preguntándose qué ha pasado para que el equipo del 28-0 tenga que ver la final de Copa y la de Eurocup por la tele. Existe, evidentemente, un problema relativo al sistema de juego. Un problema de baloncesto. Cuando éramos reyes, cuando nadie nos tosía, cuando las victorias y los halagos crecían de forma exponencial, todo era fluido y sencillo. Entraban los tiros, incluidas las mandarinas en el último segundo. Las piernas pesaban menos y los dolores musculares desaparecían por el efecto placebo de los aplausos. Todo era idílico hasta que Limoges apareció en nuestras vidas. Su kryptonita en doble dosis inoculó el virus de las dudas a los Warriors de este lado del charco. Un virus que sigue teniendo a los jugadores que dirige Pedro Martínez convalecientes en la UCI, rodeados de máscaras de oxígeno y goteros. El equipo francés, estimulado por el estreno de Vujosevic, noqueó a Valencia Basket con una excelente defensa y, sobre todo, evidenciando una superioridad física brutal. PAOK siguió idéntico guión en Salónica y ya conocen el desenlace.

El equipo que sucumbió el jueves ante Gran Canaria está depauperado desde el punto de vista ofensivo respecto al del récord de imbatibilidad. Y gran parte de las carencias tienen relación directa con la confianza, aunque no todas. Ese virus al que me refería en el párrafo anterior agarrota las piernas y hace temblar la muñeca. Los triples han dejado de entrar „incluso en las ruedas de calentamiento previas a partido„, las penetraciones de los exteriores cada vez son menos y ya no llegan balones al poste como hace unas semanas. Este último aspecto es especialmente inquietante. Fue desesperante comprobar cómo, en la recta final del encuentro ante Herbalife, Valencia Basket olvidaba los dos cincos que tenía en pista -Hamilton y Dubi„ y seguía lanzando desde más allá de la línea de 6´75 como si no hubiera un mañana.

El juego al poste bajo del montenegrino y de Justin debe ser un dogma de fe al que acudir desde ya en situaciones de pánico. Por los puntos que generan por sí mismos y por la capacidad de ambos para el pase si llegan los «traps» en la pintura o poste medio. No escribo nada nuevo, así ya han llegado muchas canastas esta temporada, pero conviene que el vestuario lo recuerde. En momentos de alerta, el equipo necesita un referente, un líder, una figura de la que adoleció el jueves. Ausente Van Rossom, renqueante San Emeterio, Bojan Dubljevic debió ser el hombre en el que edificar la reacción. Cuando no hay ideas ni frescura, conviene simplificar el proceso. Balones dentro. Feed the big. Que el cortocircuito en la Copa sirva de ejemplo para charlas de vídeo y tiempos muertos venideros.

Defensivamente, los efectos del virus son menores. Aunque, eso sí, las piernas de los interiores ya no se desplazan con la misma rapidez en la defensa del pick and roll y las ayudas en penetración de exteriores llegan algún segundo más tarde que en diciembre/enero. Quizá algún minuto más de Sato pudiera contribuir en la protección del rebote defensivo, aspecto que condicionó la recta final del choque con Gran Canaria. Pero, en definitiva, nada que seis días de descanso entre partido y partido no puedan solventar. El equipo quiere, nunca se ha dejado ir y eso se nota a la hora de defender.

Para encontrar un precedente tan delicado como el actual, conviene retroceder casi tres años en el tiempo. CAI tumbó a Valencia Basket en primera ronda de playoffs 2013. La cúpula de La Fonteta decidió, con buen criterio, mantener a Perasovic en el cargo. Once meses después llegó la Eurocup. El trabajo y la plantilla de esta temporada son mejores que entonces. Calma y plenos poderes a Pedro Martínez y Chechu Mulero. Estamos en buenas manos.

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