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La vela busca su aperturismo

Navegar contra los tópicos

«Parece que seamos un deporte de ricos y no es así». La vela valenciana lucha por abrirse al gran público y las escuelas para crear una imagen transversal alejada de clichés tales como la elitista vinculación con las clases adineradas. Con el impacto de la Copa América en el recuerdo, la Federación mira al futuro habiendo pasado ya el peor trecho de la crisis económica.

Navegar contra los tópicos

Las dependencias de la Federación Valenciana de Vela, en la Marina Real, se distribuyen en tres cubículos prefabricados de apariencia modesta y decoración austera: «Cuando nos reunimos la Junta, el catering se limita a los tuppers o la tortilla de patatas que compramos en Mercadona. Poca cosa. Hay que optimizar cada euro al máximo», afirma jovial José Martínez, presidente federativo. Pasados los años de confeti y focos de la Copa América, y una vez dejado atrás el peor trago de la crisis económica, que frenó en seco la potencial inercia heredada de un torneo de impacto planetario, la vela valenciana lucha por abrirse a la ciudadanía y generar una imagen transversal que la aleje de tópicos que pesan como estigmas: la endogámica vinculación con los bolsillos pudientes y, en menor medida, su imagen aparejada a la época del derroche y los grandes fastos de la década pasada.

«Ese cartel lo llevamos a cuestas toda la vida, parece que sea un deporte de ricos», lamenta Martínez. ¿Cómo se combate el cliché? La idea es la de levantar barreras, abrir puertas, crear una marca amable desde una mayor información y proximidad. «Trabajamos en el aperturismo a los colegios, que vengan y hagan los bautismos de mar. Existen conciertos con todos los ayuntamientos y con las diputaciones, para las poblaciones de comarca, para que se nos conozca. Lo venimos diciendo pero no acaba de calar: los clubes náuticos son sociedades sin ánimo de lucro que están abiertas a toda la ciudadanía».

Martínez se apoya en ejemplos gráficos para erosionar esa psicológica metáfora de la barrera (del parking, en realidad) que parece que aísle a los clubes náuticos, como una burbuja, de la realidad del resto de mortales: «Vale más una scooter que una embarcación de segunda mano para iniciarse en la vela. Por 3.000 euros tienes un barquito estupendo. La gente no lo sabe, pero hasta el cantil pegado al mar es un espacio público aunque esté concedido a un club náutico. Para ser socio deportivo los jóvenes no deben pagar ninguna cuota de entrada. Las cuotas mensuales son de 30 ó 40 euros. A veces no hace falta ni barco porque las escuelas los proporcionan para entrenarte y competir». Otra de las iniciativas recientes ha sido la creación de una aplicación móvil gratuita, como una forma de que la gente «visualice la actualidad de la federación, las escuelas, la metereología o llevar la licencia en el móvil y no en la cartera».

El número de licencias ha subido un 24 % en el último año y poco a poco se remonta un escenario todavía lejano al de los clubes de años atrás, en los que los precios eran mucho más elevados al haber saturación de espacio por la elevada demanda de una sociedad con un poder adquisitivo ahora mucho más erosionado. El motor principal de ingresos son las licencias (clubs, federados, deportistas, técnicos y jueces) y el desarrollo de una formación que ha resistido el embate de la crisis. O con la subvención, ordinaria y de tecnificación, de la Conselleria, ordinaria y de tecnificación. «No tenemos patrocinios privados importantes, a pesar de ser el deporte que más medallas ha dado al olimpismo español. Toca buscar recursos», indica Martínez. En la actualidad existen 54 clubes con 40.000 amarres y 15.000 socios. En el último censo las escuelas se elevan a 42 con más de mil alumnos. Cada año se disputan entre 320 y 340 regatas en el litoral valenciano.

En pleno desmantelamiento de las bases de la Copa América, y con la herida abierta de un préstamo para las infraestructuras inviable de amortizar y que se eleva a 425 millones, la Federación se une a Ayuntamiento y Generalitat en reinvidación de la condonación de esa deuda, y que se equipare la actuación estatal a la protagonizada en su día con motivo de los Juegos Olímpicos de Barcelona o la Expo de Sevilla. El doloroso saldo financiero cortó la progresión que el célebre torneo pudo tener, según Martínez, para este deporte y la economía de la ciudad: «¿Qué pasó? La crisis económica justo empieza ahí, en 2007. En los clubes náuticos comenzaron a aparecer los impagados, la morosidad. Se frenó la potencialidad que tenía el evento para la vela en Valencia. La morosidad se estabilizó en 2011, se tocó fondo y a partir de 2013 se ha ido creciendo, poco a poco, pero descendió la flota de crucero y las marcas dejaron de patrocinar. La infantil se ha mantenido. La vela ligera sufrió. Todos nuestros clubs, con toda la morosidad sufrida, legalmente compleja por la demora de los procesos judiciales, se han mantenido deportivamente. Se ha respetado el compromiso con los socios y la federación con mucho esfuerzo. Hasta los regatistas han venido a ayudar como voluntariado», señala Martínez, que considera la Dársena como «una joyita inigualable en el mundo».

Con ese viento en contra, Martínez no es partidario de demonizar el bagaje positivo, y quizá no tan publicitado, de la competición: «Fue muy importante, tuvo trascendencia mundial. Ha sido un antes y un después. Hasta los taxistas hablaban de los equipos. Había calado». Por otro lado impulsó el concepto de turismo náutico „ «el 50 % de la ocupación de yates en la Marina es extranjero o del interior de España»„ y dejó el salto cualitativo de la trasferencia tecnológica: «Todavía la estamos aprovechando. Ha habido muchos deportistas de alto nivel, así como empresas extranjeras que vinieron y se han quedado. El diseñador de los barcos de Volvo, por citar un ejemplo, tiene el despacho de arquitecto naval en el Puerto».

La trasferencia tecnológica ha hecho realidad un proyecto madurado en los últimos ocho años, como el del Centro de Tecnificación, en funcionamiento desde el último año y que en la Comunitat no existía para no había ningún centro específico ni para vela ni para otros deportes, y que equpara a Valencia al mismo nivel de los centros ya existentes en Cataluña, Murcia, Vigo o Puerto Sherry (Cádiz). Con este avance se permitirá a los navegantes en edad juvenil cruzar la barrera de la elite y, a más adelante, pensar en metas mayores como el olimpismo: «Se dispone de un equipo multidisciplinar de preparación física, control médico, nutrición, que en el futuro queremos hacer extensivo a Alicante y Castellón». Entre los retos de futuro está desarrollar el kitesurf, disciplina en la que la territorial valenciana ha sido pionera al desarrollar un protocolo de actuación y curso de monitores inexistente en España. La vela de acción aparece como uno de los pilares fundamentales porque es una bolsa de población y de nuevos deportistas para crecer. «Nace como una actividad de ocio, pero se debe hacer con seguridad, con todo el mundo federado y organizado».

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