Arón Canet se desenvuelve por el «paddock» de Silverstone como un estudiante de cuarto de carrera en el pasillo de la Universidad. Progresa y se divierte a partes iguales en su primer año en el Mundial, donde ha superado sus propias expectativas. Lo habitual es verlo competir por estar en el grupo de cabeza, incluso por el podio (quedó cuarto en Le Mans). Este fin de semana compite en un circuito que jamás había trazado. No importa. Saldrá el decimosegundo de los 35 pilotos en liza. Y con la mirada puesta en el podio.

¿Qué hace un chico de 16 años en el Mundial?

Aprender todo lo que pueda para seguir creciendo. Soy muy joven, es cierto, pero aprendo rápido.

Todos hablan de su madurez precoz fuera y dentro de los circuitos. Dígame sus secretos.

Bueno, ahora vivo solo en un piso y eso, con 16 años, no es lo normal, ¿verdad? Desde la carrera de Montmeló (5 de junio pasado) dejé el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat (Barcelona) y me fui a Valencia, cerca de casa. He visto que para llevar un buen plan de entrenamiento, hay que estar centrado, y para estar centrado qué mejor que estar cerca de mi familia y de mis amigos. Y aquí estoy, motivadísimo. El motociclismo tiene algo que te hace alcanzar muy pronto esa madurez de la que hablas. Yo, además, no busco la rueda de los otros. Me gusta estar solo en la pista, que me busque a mí la rueda. Cuando uno quiere ser campeón del mundo, deben buscarte a ti.

«Talento» es la otra palabra más recurrida cuando los expertos hablan de Arón Canet

No lo sé. Me han dicho muchas veces: Arón, tienes mucho talento'. Pero, ´¿qué es mucho talento?´ Yo le llamo 'facilidad para hacer las cosas'. Talento suena como algo de otro planeta.

Se le ven varias cicatrices. ¿Se ha llevado algún susto gordo?

Gordo, gordo, no. Somos atletas encima de una moto. A medida que vas subiendo de categorías, desde que eres un niño, cada vez más, y has de estar preparado para todo. Yo me he caído mucho, parezco un abuelo de 16 años. (Sonríe mientras señala la marca de la operación de la rotura de tibia de enero pasado y el deltoides, el músculo que envuelve la articulación del hombro). Lo que hago ahora es caerme mejor. Tengo un entrenador que me enseña a hacer malabarismos cuando me voy hacia el suelo para evitar lesionarme (enseña un vídeo a cámara lenta de su caída en Mugello, en la que dio una voltereta antes de caer suavemente en el asfalto). Es como los saltos de los gimnastas.

La gente se ha sorprendido al verle ahí arriba en casi todas las carreras, ¿vamos a verle seguir atacando o se centrará más en tantear a sus rivales?

Yo no me conformo. Quiero ganar como todos. Si estás octavo, no puedes estar a gusto. Sólo piensa en estar entre los primeros.

¿Qué novatadas ha pagado?

Realmente, me he sorprendido a mí mismo, pues no esperaba estar tan arriba. Pero aún así, me pueden más las ganas que la paciencia.

¿Dónde se ve de aquí a dos o tres años?

Lo pienso muchas veces. A lo mejor estoy en casa jugando a la Play que estoy en Moto2. De momento, el año que viene quiero estar arriba y ganar el Mundial.

¿Se ve capaz?

Sí. Estoy disfrutando muchísimo ahora y si aplico todo lo que estoy aprendiendo, lo veo posible, por supuesto.