El boxeo le cambió la vida a los 19 años, a esa edad en las que todo son distracciones que impiden tomar uno de los mil trenes que pasan de largo. Vicente Andrés Monzó (Carpesa, 28 años), apodado hoy «el Magnífico León de Carpesa», se subió a tiempo al del boxeo. Como en la película de Rockie Balboa, le tendió la mano un expúgil profesional y ya no se la soltó. El georgiano Iuza Gulordaba, que se había venido a vivir a Moncada huyendo de la guerra en su país, le enseñó el camino correcto de la vida. «Me cambió todo. Yo era el típico joven que salía mucho de fiesta y no se tomaba nada en serio. Me gustaba boxear, pero fue Uiza quién me lo dio todo: disciplina, disciplina y disciplina. Hoy soy boxeador profesional, un hombre feliz y tengo una vida estable», asegura orgulloso Vicente, natural de Carpesa y afincado en Moncada. Mañana disputa su segundo combate profesional (Pabellón municipal de Moncada, 21 horas) ante un hueso duro, el colombiano Diego Jair Ramírez. El primero lo ganó hace unos meses por KO técnico en el tercer round.

«No es un boxeador cualquiera. No deja respirar al rival». Es la opinión generalizada en el boxeo valenciano sobre el León de Carpesa. El apodo le viene al pelo. Repasando su palmarés, imaginarse frente a él en un ring puede ser visión horrorosa. O seductora, claro, si uno está en el gallinero con el resto de espectadores. «Soy un boxeador muy físico, tirando para adelante, explosivo, y eso le gusta mucho a la gente», explica antes de realizar su penúltimo entrenamiento antes del combate. «No soy muy técnico, pero voy al máximo. Como perfecto y entreno perfecto. Estoy muy sano, muy fuerte, y eso es fundamental», añade.

El León se ganó el salto a la categoría profesional con una trayectoria imponente como amateur, el terreno donde han de curtirse los púgiles, durante años, con rivales de todos los pelajes. Vicente Monzó destacó desde los primeros combates. «Es un boxeador muy agresivo, que mete mucha presión. No da ni un segundo de respiro. No deja pensar al rival, le va cortando las salidas, es asfixiante», explica uno de sus seguidores. Un Arturo Gati.

La vida le cambió radicalmente, insiste el propio púgil, en cuanto se empezó a enfundar cada día los guantes. Su entrenador, el Apollo Creed de esta película, le pintó un panorama de colores. «Si te sacrificas y entrenas bien, todo llegará. Ganarás y ganarás y lo demás en la vida vendrá solo», me dijo. Hoy disfruta de un empleo estable como revisor en la línea del tranvía de Valencia que une el Empalme con el Campus.

Hoy luce dos medallas de bronce, una con la selección española amateur, y en el camino hacia la profesionalidad ha tumbado a rivales de renombre, como al campeón de España Damián Biacho. Su objetivo, lograr un rankeo (5 ó 6 victorias seguidas) para optar al combate por el campeonato de España.

El León de Carpesa, que mañana arrastrará a un millar de espectadores en Moncada, es uno de los cuatro boxeadores valencianos profesinales junto a Kike Martínez, Roberto Santos y Jorge Fortea.