Seguramente la modalidad más recuperada desde que, a principios de los ochenta, comenzaran las grandes ligas de clubes, es aquella que tiene una proyección internacional: el juego a Llargues i Ratlles. La primera competición, surgida en el año 1983, patrocinada por la Diputación de Alicante, contó con la presencia de 37 equipos que representaban a 25 poblaciones. En 2017, las inscripciones de equipos en la Lliga de Llargues y Palma de Alicante han alcanzado los 78 equipos representando a un total de 32 poblaciones de la provincia de Alicante, a los que abría que sumar los cinco equipos de la provincia de València. Considerando que esta modalidad se juega en calles públicas, con todos los problemas que ello conlleva, puede considerarse un éxito. En la actualidad, solo Benidorm y Tibi han construido canchas específicas para la especialidad.

La galotxa, estancada

La modalidad de galotxa vivió su época más esplendorosa a mediados de los años ochenta. Posteriormente, sufrió un declive en la participación que repuntó muy fuerte hacia principios de este siglo para vivir en los últimos tiempos un estancamiento con tendencia al declive. Desde los seis pueblos y ocho equipos del año 1976, primera edición reconocida, este año hay inscritos 114 equipos que representan a 38 poblaciones diferentes. Con todo, sigue siendo la especialidad del mundo aficionado con mejores registros. Ha ayudado a ello, sin duda, la competición específica que se disputa en los trinquetes clásicos. Son muy pocos los pueblos que juegan a galotxa en plena calle pública. El más destacado, Quart de les Valls. Es la única modalidad que cuenta con dos importantes patrocinadores privados.

El raspall, estable

El primer campeonato autonómico de raspall contó con la participación de 30 pueblos con otras tantas formaciones. Se disputó en 1984. En la misma competición de este año participan 28 pueblos con un total de 66 equipos. Se percibe una estabilización en las inscripciones, que se repite en el último lustro, aunque el interés en participar en la máxima categoría ha ido decreciendo. Afortunadamente, la presencia femenina, cada vez creciente en la especialidad, es signo de revitalización.

Escuelas en progresión

Es en el ámbito escolar donde el trabajo se ha visto mejor recompensado. En la actualidad, según fuentes de la propia Federació de Pilota, hay en funcionamiento un total de 114 escuelas repartidas por todo el territorio valenciano. Unas, como las de la capital, dependen directamente de la Fundación Deportiva Municipal, pero la gran mayoría están adscritas a sus respectivos clubes o a sus ayuntamientos. La Federación, a través de las competiciones propias o las enmarcadas en los Juegos Deportivos de la Generalitat, ocupa buena parte del año en competiciones con amplia participación. En este ámbito, destacan las escuelas de Oliva, la más numerosa en raspall y la de Meliana, en inscripción de equipos en torneos de clubes.

Medios escasos

Cuando gran parte del debate se centra en salvar el mundo profesional, al que se considera el espejo donde deben mirarse los más pequeños, lo cierto es que, desde el seno de los clubes, es creciente el movimiento reivindicativo que espera mayores atenciones a su esfuerzo por sostener este deporte. La voz de los casi 120 clubes activos cada semana durante todo el año espera tener el peso que su trabajo merece. «Esta es una cantera generosa para que unos pocos vivan de este deporte. Los clubes merecen más que palmaditas y buenas palabras», comentan desde las entrañas de algunos clubes destacados.

La ley aprieta

Desde el seno de los clubes se comenta la problemática que exige la nueva legislación al obligar a contratos con todas las garantías laborales de cualquiera que trabaje en ellos. Muchos de estos clubes han contado con voluntariado remunerado que podría desaparecer si las exigencias legales no pueden ser cubiertas por la falta de dinero.