El Valencia Basket cerró el viernes la mejor temporada de sus 30 años de historia. La suya ha sido una campaña para enmarcar: ha llegado a todas las finales de las 3 competiciones que ha disputado y ha ganado una, la Liga. Y se ha quedado muy cerca de conquistar un triplete, fruto de un trabajo extraordinario y un baloncesto exquisito. La nota es de sobresaliente, muy cerca de la matrícula de honor. Ganar la Liga es todo un hito para el club de La Fonteta, que lleva años amenazando la supremacía de la aristocracia de la Liga ACB. Este año ha sido el de la confirmación: ha dejado en el camino al Barcelona, Baskonia y al Real Madrid, tres clubes de un potencial económico y social imponente. Además, lideró la liga regular durante gran parte del campeonato. Siempre estuvo en la terna de serios aspirante a campeón.

La conquista de la primera Liga tenía premio extra para el Valencia Basket desde su clasificación para las semifinales. Dejar en el camino al Barça, en el paso a semifinales, y la eliminación del Unicaja a manos del Real Madrid, supuso el regreso del equipo a la Euroliga, la máxima competición continental, el resorte que necesita ahora mismo el colectivo taronja para instalarse en el primer escalón del baloncesto europeo. Le avalan sus tres títulos de Eurocup, sumados en los últimos 15 años; el subcampeonato en la misma competición, este año, y ahora, por supuesto, la Liga.

Hay que encargar un buen marco, bañado en oro y diamantes, para cerrar el cuadro dibujado por el Valencia Basket esta temporada. En el centro debe aparecer el entrenador, Pedro Martínez, y en él debe aparecer también Chechu Mulero. El director deportivo fue quien planificó el equipo y fue quien apostó por Pedro Martínez el curso pasado, consciente de que su perfil encajaba perfectamente en la filosofía de la entidad de La Fonteta. Dio en el clavo. Pedro Martínez ha sacado un excelente rendimiento a todos sus jugadores, desde el primero hasta el último.

El Valencia Basket estuvo toda la liga regular luchando por la primera plaza, que perdió en el tramo final sin que tuviese graves consecuencias. En las otras dos competiciones, llegó hasta el final. Dos veces cayó y dos veces se levantó. En la Copa del Rey, eliminó al Gran Canaria y al Barcelona con cierta solvencia. En la final, combatió hasta el último segundo por la victoria frente al Real Madrid, sostenido por un gran Llull. El 97-95 reflejó el esfuerzo del conjunto de Pedro Martínez, un digno subcampeón.

El camino del conjunto taronja en la Eurocup fue triunfal hasta la fatídica noche del 5 de abril. El Valencia Basket tenía el partido controlado, con 13 puntos arriba en el tercer cuarto, pero un parcial de 4-20 le condenó a la derrota. Todo estaba preparado para la fiesta y nadie imaginó, entonces, que aquel grupo sería capaz de recuperarse para competir por la Liga en los play-offs. El palo fue durísimo, aparentemente irreparable.

Lidiar con las lesiones

La gestión de Pedro Martínez ha sido un ejemplo de globalidad. Asuntos tácticos al margen, ha sido capaz de recuperar anímicamente a sus jugadores. También ha tenido que lidiar con las lesiones, un problema menor en equipos como el Madrid o el Barça, pero sensibles en plantillas más cortas. Van Rossom, ausente al principio de temporada, volvió a quedarse fuera al final por una operación en la rodilla. Vives ha jugado mermado los play-offs.