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Baloncesto

El ansiado pabellón de València

El Arena del Valencia Basket cubre un antiguo deseo del Ayuntamiento, que ya pensó en un nuevo pabellón junto al Nou Mestalla

El ansiado pabellón de València

La construcción del Arena a cargo del empresario Juan Roig, que costeará los 192 millones de euros de las obras y que está previsto inaugurarse en 2022, colmará una de las viejas aspiraciones de la ciudad de València: disponer de un recinto multiusos de gran capacidad (15.000 espectadores) y multidisciplinar, preparado para albergar grandes competiciones deportivas bajo techo y diversos eventos culturales y musicales. Una aspiración que permitirá, a su vez, que los clubes deportivos de élite de diferentes disciplinas no tengan que abandonar la ciudad, ya que tendrán a su disposición el pabellón de La Fonteta.

La historia deportiva en València ha estado manchada por los intentos fallidos de contar con un pabellón de gran aforo, un deseo que no desapareció, como algunos esperaban, con la construcción del recinto de La Fuente de San Luis en 1983. Allí, durante años, se instalaron temporalmente varios equipos: el Autocares Luz de fútbol sala, entonces en División de Honor; el Mar Valencia (después Iber y Osito l´Eliana) y el Marcol Lanas Aragón (después Avidesa y CB Valencia) de balonmano o el Valencia Basket Hoja del Lunes, después Pamesa Valencia y ahora Valencia Basket Club. «Entonces, el pabellón tenía 6.000 espectadores. El Autocares Luz llenaba prácticamente el pabellón», recuerda Vicente Añó, entonces director del recinto. El 3 de octubre de 1984, por cierto, La Fonteta se quedó sin entradas para ver el debut de Mario Kempes con el equipo de fútbol sala. Pero, con el paso del tiempo, el único club que consiguió atraer público regularmente fue el Valencia Basket, que se asentó con fuerza en el recinto en los 90.

El Velódromo Luis Puig, construido en 1992 en la pedanía de Benimàmet, tampoco llegó a fraguar. Se fabricó sin techo para organizar el Mundial de Ciclismo en pista. Después de su cubrió y llegó a acoger europeos y un mundial de atletismo «indoor». Pero su limitado aforo (6.000 espectadores) y su situación fuera de la ciudad no le daba el perfil de pabellón referente de una gran urbe. Igual que no lo fueron, o no lo son, recintos como el del antiguo Marcol, o los de Sant Isidre, San Fernando, Malvarrosa o el Cabanyal, entre otros, todos diseñados para uso my doméstico. Lo mismo que los dos universitarios. Tan limitados, que algunos clubes como el Osito l´Eliana o el Avidesa Alzira tuvieron que emigrar fuera de la ciudad, donde fueron campeones de Europa. El último en mudarse ha sido el Levante FS, desde el Cabanyal a Paterna.

El Valencia CF y la construcción de un pabellón más que decente son dos ideas que se ligaron en los 90, aunque fue la entonces alcaldesa Rita Barberá la que se tomó la idea en serio en 2001. «El día antes de la final de Milán nos pidió que le presentásemos al presidente de la Uefa, Lennart Johansson. Quería albergar una final de la Champions, pero le dijeron que necesitaba un estadio 5 estrellas y Mestalla no lo era. Ahí salió la idea de construir el nuevo estadio», recuerda Ramón Aznar, histórico exdirectivo del Valencia CF. Tras empeñarse Juan Soler en que fuese financiado por el club, en la negociación para la permuta de terrenos prospera la idea de levantar un pabellón en la zona trasera del nuevo estadio. Un recinto de capacidad media del que nunca más se ha hablado, desde la paralización de las obras en 2009. Un pabellón que hubiese colmado parte de las aspiraciones de una ciudad muy dependiente de La Fonteta en deportes de sala. Otro recinto cubierto, el de Nou Moles, aprobado para ser levantado sobre el viejo Marcol, también está en el limbo.

El Arena, mucho más monumental, permitirá dar el salto que el Consistorio ya empezó a plantearse entonces. Eso sí, con capital privado. A cambio de la concesión del suelo, el Consistorio recibirá el 2,7% de los ingresos anuales.

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