El pasaporte biológico es un registro en el que se recopilan los datos fisiológicos de los deportistas recogidos mediante análisis de sangre y orina que se repiten a lo largo de un periodo de tiempo. El pasaporte biológico, término adaptado a principios de la década pasada, incluye parámetros hematológicos y endocrinos, en el que se incluye el esteroideo.

El pasaporte permite determinar uno perfil biológico del depeortista enmarcado en unos valores límite entre los que podrían variar las distintas analíticas por motivos tan dispares como anemias, entrenamientos en zonas altas, vuelos de larga duración... De forma que si se detecta una variación anómala y fuera de los límites establecidos para el deportista (como en el caso de Kiptum) se procede a realizar un test de detección de sustancias prohibidas.

Frente a los controles convencionales, que solo detectan sustancias no permitidas en sangre u orina, el pasaporte biológico es capaz de detectar cambios fisiológicos fuera de los límites de seguridad establecidos de forma concreta para cada deportista, lo que supone un indicio de consumo de sustancias dopantes.

El pasaporte biológico comenzó a utilizarse en el ciclismo, donde actualmente está totalmente implantado, tras los grandes casos de dopaje y la normalización del uso de eritropoyetina (EPO) y autotransfusiones en la década de los 90. Paulatinamente, este método de control de ha ido implementando en otras disciplinas deportivas para luchar el dopaje.