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Análisis

Peter Lim desmonta una rivalidad histórica

La fortaleza financiera adquirida por el Atlético abre un precedente entre los rivales del otro gran "clásico" del fútbol español

Rodrigo Moreno, en un entrenamiento reciente. f. calabuig / sd

La negociación abierta entre el Valencia y el Atlético de Madrid para el fichaje de Rodrigo Moreno supone todo un capítulo inédito en las relaciones institucionales de dos clubes que históricamente han pugnado por ser, con el permiso del Athletic Club, el tercer equipo de LaLiga. Murciélagos y colchoneros han dirimido el otro clásico del campeonato, y sus caminos solo se han separado en las escasas temporadas en las que no han militado en la máxima categoría. De consumarse la contratación, sería la primera vez que los dos clubes alcanzan un acuerdo para la venta de una de sus estrellas. Durante toda una vida, el trasvase entre el Manzanares y el Turia se ha reservado a fichajes de bajo nivel, o a contrataciones fuertes en las que uno de los dos clubes no podía oponer resistencia, al expirar contratos o pagar cláusulas.

Rodrigo abre un raro colaboracionismo entre clubes en un contexto especialmente llamativo. El Valencia viene de ganar la Copa del Rey y con una tendencia positiva para recortar terreno al Atlético, que desde la llegada de Diego Simeone al banquillo rojiblanco en diciembre de 2011 han gozado de una estabilidad y éxito que, unida al colapso societario que condujo al Valencia al proceso de venta, se tradujeron en el adelantamiento del Atlético a los de Mestalla como tercer mejor equipo histórico de LaLiga. Un periodo en el que el Valencia dilapidó la ventaja de puntos que llegó a distanciarle del Atlético en la década anterior, con la era dorada valencianista y el descenso a Segunda del Atlético.

192 partidos casi a la par

Los números históricos de los dos conjuntos aparecen extraordinariamente reñidos. El Atlético es tercero en el ranking histórico con 3603 puntos, 82 más que el Valencia, cuarto con 3521 unidades. En los duelos particulares, la diferencia es levemente favorable a los rojiblancos. Tal como documenta Ciberché, de 192 encuentros oficiales, el Valencia ha ganado en 67 y el Atlético en 78, con un total de 47 empates. El saldo de goles a favor de los valencianistas en estos duelos es de 275 tantos, por 294 del Atlético.

El caso de Rodrigo contrasta con el primer precedente de intento de fichaje de una estrella del Valencia por parte del equipo madrileño. En los años 40 el Atlético, todavía con la denominación bélica de Aviación, intentó por todos los medios fichar a Mundo Suárez, el gran goleador de la delantera eléctrica del Valencia. De hecho, los atléticos llegaron a abordarle hasta en su viaje de novios. Así lo relató la hija de Mundo, Rosa Suárez, en una entrevista a Levante-EMV el pasado 3 de febrero: «Mis padres se casaron y se fueron de viaje de novios por toda España y recalaron en Madrid. Estando allí,un directivo del Atlético, que era conde, le hizo una oferta. «Yo me quedo en el Valencia», le contestó. 'Bueno, tú toma 10.000 pesetas por adelantado', disfruta del viaje de novios y cuando vuelvas a València ya hablaremos». La sustanciosa prima solo sirvió para que el matrimonio disfrutase más de sus vacaciones.

La única operación de un gran calado podría ser la de Rubén Baraja, en el verano de 2000. El Valencia, finalista de la Liga de Campeones, pescó en el Manzanares, con el Atlético descendido a Segunda división. Los madrileños se negaron a sentarse a dialogar por lo que el Valencia pagó la cláusula de rescisión de 12 millones de euros. La intuición de Javier Subirats era buena y el Pipo marcó época en Mestalla. La otra gran operación entre ambos clubes fue en 2018 por Kevin Gameiro, resuelta en 17 millones. Una cifra elevada que se ha correspondido con un gran rendimiento del delantero francés que, sin embargo, ya no entraba en los planes de Simeone. En otros casos, fue el final de los contratos los que favorecieron grandes movimientos, como el del atacante Lubo Penev, que en 1995 cambió el Valencia por el Atlético con la carta de libertad.

Tanto a lo largo de las décadas como en la historia reciente, las operaciones de compraventa entre los dos clubes no han involucrado a «cracks». Por ejemplo, Mista se marchó en 2006 al Atlético por 4 millones de euros cuando su evolución blanquinegra, con la gran temporada del doblete en 2004, ya estaba descendiendo. Por el otro lado, Salva Ballesta llegó a Mestalla en 2001 por unos 11 millones de euros, en una operación de envergadura pero con el condicionamiento de que el Atlético seguía en Segunda. En los últimos años, con el Valencia de capa caída y los colchoneros consolidados en Europa, a Mestalla llegaron cedidos futbolistas que no contaban para el Atlético, como Guilherme Siqueira y Luciano Vietto, y cuyo paso por Mestalla fue casi testimonial. Varios factores explican el cambio en esta dinámica casi centenaria. El más importante, la llegada de Peter Lim como máximo accionista del Valencia. Su visión del mercado de fichajes queda libre de todo romanticismo respecto a dos rivales directos. Desde ese desapasionamiento, el empresario singapurés ha roto una barrera histórica. La otra realidad, muy cruda, es la diferencia abismal de ingresos entre las dos entidades. Mientras que el Valencia ha alcanzado con la recuperación experimentada con la gestión de Mateu Alemany los 171 millones de ingresos, el presupuesto que aprobó el Atlético en su última Junta es de 407,8 millones.

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