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Encuentro

El abrazo del VCF al exilio mexicano

El Fórum Algirós rememora la visita del club de Mestalla en 1963 a los exiliados valencianos de México DF, sorteando las reticencias del régimen franquista El éxito de la expedición fue clave para que los dos países retomasen sus relaciones rotas

Roberto Gil, María Teresa Aub, José Ricardo March y Paco Lloret, ayer. juan catalán/fundació vcf

Los contactos fueron casi clandestinos, movidos con discreción y delicadeza diplomática y acabaron triunfando con el fervoroso deber de servir a sus aficionados del Valencia CF. Costó siete años, desde 1956 a 1963, pero el club de Mestalla se convirtió en la entidad que logró derribar el muro que separaba a los aficionados valencianos exiliados en México de la España franquista. Una operación que fue clave para que los dos países retomasen las relaciones rotas desde la Guerra Civil. Bajo el título «El Valencia CF al Mèxic de Max Aub (1963-1966), Un abraç entre germans», el Fòrum Algirós de la Fundació VCF celebró ayer en el monasterio de San Miguel de los Reyes la mesa redonda para analizar la relación abierta entre el Valencia y México, con las ponencias del historiador José Ricardo March, el periodista Paco Lloret, el gran capitán de los años 60 Roberto Gil y María Teresa Aub, presidenta de la Fundació Max Aub.

«En una época de plomo, como fue la de la dictadura franquista, sin relaciones diplomáticas entre España y México, el Valencia hizo un esfuerzo descomunal para retomar el contacto con los exiliados de México», apuntó a este periódico March. Después de la guerra civil, el nexo de los aficionados valencianistas con su club «se rompe dramáticamente», pero empieza a reconstruirse a partir de un personaje fundamental: Julio Gascó Zaragozá, uno de los fundadores del Valencia Football Club en 1919, primer capitán de la entidad y que por razones ideológicas (por su afiliación a Izquierda Republicana, el partido de Manuel Azaña) se exilió a México tras la contienda bélica. Desde la Casa de Valencia del DF, Gascó no pierde el contacto con actores de la València futbolística, como el doctor Simón Barceló. En los artículos de Senyera, la revista del centro, Gascó reflejaba los títulos y logros del Valencia a 9.400 kilómetros de distancia. Un gran póster del equipo comandado por los Puchades y Monzó y otro del Mestalleta decoraban las estancias del local. Latía sangre de murciélagos en México, donde también habían fijado su residencia Octavio Milego, hijo del primer presidente del club, y Max Aub, el primer gran intelectual que reflejó en obras como «Campo Abierto» sus simpatías valencianistas.

Gascó fallece en 1956 y los contactos se interrumpen. No obstante, los valencianistas más jóvenes residentes en el DF se movilizan para formar el Valencia FC mexicano para disputar la liga española amateur. En 1959, la relación retoma otro decisivo impulso. «Un matrimonio residente en México, los Tort, vienen a València para solventar trámites de una herencia», apunta March. Aprovechan para visitar las oficinas del club y se produce un hecho emocionante. «El director general Vicente Peris y Cano Coloma -alcalde de la València republicana-, les entregan un banderín y una serie de insignias para hacerlas llegar a la Casa de Valencia». Renace la posibilidad de un contacto gracias a la predisposición de Peris, Cano Coloma y el presidente Julio De Miguel, con influencias muy próximas al gobierno franquista. En los siguientes cuatro años, con discreción, en comunicaciones informales (hasta en cacerías) se sondeó al régimen sobre la posibilidad de que el Valencia visitase México. «Si es un viaje meramente deportivo, allá ustedes», fue la respuesta, por el temor a que los exiliados republicanos hicieran una muestra pública de sus símbolos e ideología política. En el verano de 1963 se logra el gran objetivo, no sin dificultades finales, con Peris cruzando la península en coche para recoger los visados en la embajada de México en Lisboa.

En su intervención, Roberto Gil sintetizó las emociones que sintió aquella expedición con «la extraordinaria acogida» por parte de los valencianos emigrados. Además, se proyectó un vídeo con el fragmento literario en el que aparece la filiación de Max Aub con el Valencia. Por último, Paco Lloret descubrió las inéditas imágenes de uno de los amistosos que jugó el Valencia en México, contra el Oro, con triunfo de los de Mestalla por 4-1. Tras el éxito de aquel viaje, los gobiernos de México y España acercaron posiciones y, tres años después, el Valencia volvió a ser invitado, esta vez para inaugurar el monumental estadio Azteca.

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