Ha hablado la propiedad a través de los hijos de Peter Lim y habló también el Valencia CF después del despido de Albert Celades, recordando con un extraño mensaje que el club pertenece a Meriton Holdings. Que el magnate de Singapur es el máximo accionista es algo que ya conocen los valencianistas desde que el 1 de diciembre de 2014 se firmó definitivamente la venta de las acciones de la Fundación, después de que el comprador alcanzase el acuerdo con Bankia para refinanciar la deuda y que la entidad bancaria diese el visto bueno al plan de negocio que le presentaron para diez años. Otra cosa es si Meriton ha cumplido desde entonces con los compromisos que adquirió en el momento en que se hizo con la propiedad, tanto si estaban firmados como si no. La respuesta evidentemente es no y eso es lo que le ha generado las críticas, la desafección y la pérdida de confianza de los aficionados.

Peter Lim, recordemos, liquidó la deuda de la Fundación VCF con la compra de las acciones, liberó el aval del IVF y pagó la deuda que existía con los valencianos, refinanció la deuda histórica con Bankia y CaixaBank y, tras un periodo de carencia en que solo pagó intereses, desde hace varios ejercicios ha comenzado a amortizarla. Por último, llegó a un acuerdo para sufragar la deuda impagada con el ayuntamiento de València por el solar del nuevo estadio y también está cumpliendo con el calendario. En el haber del nuevo propietario está también haber dado respaldo financiero a la sociedad para continuar su actividad y capitalizado una parte importante del dinero que prestó a tal efecto, cien millones, invertidos casi en su totalidad en futbolistas para dar un impulso al equipo.

Con esto, de entrada, convenció a una parte importante del valencianismo de su compromiso y acalló muchas de las críticas y dudas sobre sus intenciones que venían desde el proceso de venta. Hay otros puntos negros en su gestión, no le han ayudado las personas que eligió para presidir el club, Layhoon Chan y Anil Murthy con sus mensajes dirigidos a la afición, pero su talón de Aquiles ha estado y está en el proyecto deportivo. Su credibilidad sufrió un primer revés con la polémica decisión de prescindir de Salvo, Rufete y Ayala en el primer verano en que Meriton asumió al cien por cien la planificación deportiva, justo después de lograr el objetivo de clasificar al equipo para la Champions. Devolver al equipo a la élite y consolidarlo en la máxima competición continental era uno de los compromisos de Meriton y el fracaso al que han llevado algunas de las decisiones del máximo accionista han provocado la ira del valencianismo. Primero, cuando se vio obligado a echar a Nuno, la piedra angular de su proyecto, puso al mando del equipo a un amigo suyo sin experiencia como Gary Neville y después apostó por Pako Ayestaran, dos decisiones desastrosas. Acertó con Mateu Alemany y Marcelino, que devolvieron al Valencia a la Champions dos años seguidos, pero decidió prescindir de ellos después de ganar la Copa del Centenario para volver a asumir el mando personalmente. El resultado, Albert Celades y otra temporada perdida, el equipo seguramente fuera de Europa y de nuevo el valencianismo en pie de guerra. Fútbol es fútbol y, al final, todo parece bueno cuando el equipo va bien, aunque hay más compromisos incumplidos hasta la fecha por el máximo accionista. Se comprometió a terminar el nuevo estadio en un máximo de cinco años y, a día de hoy, ni siquiera hay perspectiva de que se puedan reanudar las obras. Y se comprometió a respetar las señas de identidad del club y su historia, aunque con algunas de sus decisiones ha llevado al club al descrédito. Palabras de Amadeo Salvo: «Él viene a que el Valencia CF sea más grande, quiere invertir, tiene uno de los sueños de su vida, cuando uno consigue un sueño no lo destroza». ¿Lo hará?