Este Valencia parece destinado a la supervivencia. A la rebeldía de un grupo, a la fuerza juvenil, que sostiene a todo un club atormentado por una gestión nefasta. Y anoche reaccionó a su propia fragilidad en un derbi caótico, condicionado por dos desventajas ante un Levante UD que fue y se sintió superior en la primera parte, pero que no supo templar su juego, pecó de complacencia y no siguió la estela de un José Luis Morales que se había propuesto romper con 83 años de sequía.

Fue el derbi de los futbolistas descarados, una virtud que no entiende de edades. De tipos atrevidos como Morales, que apura los últimos tragos de su carrera con regates y goles a pares. Y de jóvenes con un carisma magnético, como es el caso de Maxi Gómez, Kang In Lee (dos asistencias), Vallejo (dos goles) o del inglés Yunus Dimoara Musah, con un debut deslumbrante con sólo 17 años. El resultado no evita la necesidad imperiosa del Valencia de reforzarse para ganar en consistencia y competitividad. Urgen, al menos, un central y un mediocentro, pero por esa lógica petición hoy Javi Gracia recibirá la reprimenda de Murthy.

Hay maldiciones que por mucho que duren casi un siglo, pueden amagar en evaporarse en pocos segundos. Apenas 35 necesitó Morales para invitar a soñar a los levantinistas con la primera victoria en Mestalla en ocho décadas, a pesar del final amargo. Sin espectadores, el estadio valencianista acrecienta la sobrecogedora sensación de una catedral vacía, pero el extremo madrileño garabateó a todos los contrarios con los mismos pases de baile que ejecutaba en el parque de San Isidro de Getafe, o en la memoria intacta del fútbol sala. Da igual el escenario, el fútbol es de los regateadores y Mestalla anoche fue durante casi una hora el jardín de Morales.

El Valencia tardó varios minutos en levantarse, convulsionado por los nervios, que se traducían en entregas erróneas que aumentaban la zozobra. Ante el cómodo dominio de la medular visitante, los valencianistas resucitaron siendo básicamente reactivos. Con la verticalidad desatada de Musah, el segundo jugador extranjero más joven en debutar con el Valencia en toda su historia. O con la ambición de Kang In Lee. Y con la pizarra de Gracia, que rescató por primera vez a los locales con el saque de esquina del surcoreano hacia el segundo palo, donde se levantó poderoso Paulista para cabecear picado junto al palo.

El partido, pese a los mordiscos del Valencia, era del Levante UD, como corresponde a un proyecto más experimentado, cuajado, cartesiano. Entre medias, se anuló correctamente un gol a Melero (manos de Campaña) y se lesionó Mangala. Su sustituto, Diakhaby, recibió otra vacuna barrial de Morales. Recorte con la izquierda y latigazo con la derecha. Golazo. El riesgo levantinista de jugar en campo contrario gobernaba el partido, pero también acabó dando vida al Valencia.

El fútbol, decíamos, es de los atrevidos. De Morales y de Kang In Lee, que con una asistencia científica se deshizo de seis contrarios y liberó a Maxi, su buen amigo, que cruzó sin compasión ante Aitor. El Valencia se activó a partir de la personalidad de Kang In Lee. En la segunda mitad el derbi seguía desfilando por el alambre, con llegadas a media distancia constantes, pero los blanquinegros parecían más enteros. Bardhi y Morales, cómo no, avisaron en el 47 y el 48. Y Musah en el 53 rebasaba como un rayo a Rober Pier para estrellar el derechazo en el larguero.

Los cambios de Gracia y López fueron con idea atacante. No podía ser de otra forma para un partido tan anárquico. Dani Gómez por los «granotes», Cheryshev y Vallejo en los locales. Al mismo tiempo, Racic entraba por Esquerdo, uno de los chicos que más gusta a Gracia, pero que ayer se frustró con algunas entregas fáciles erradas. Las despedidas de Kang In Lee y Guedes podían ser antipopulares, pero resultaron ser una mano ganadora de Gracia. A los pocos segundos de salir al campo, Vallejo perdonó un mano a mano ante Aitor Fernández. Dos minutos más tarde, en el 75, Cheryshev centraba raso al área. Maxi Gómez, mal catalogado únicamente como un ariete, dejó pasar con picardía. Vallejo, que también tiene duende, controló y picó seco junto al palo.

Con 3-2 en el marcador, el Levante UD quedó noqueado y el Valencia seguía explotando metros y espacios. Hasta que no pudo más, exhausto y traicionado por los calambres, Musah desbordó a la defensa azulgrana. El final seguía abierto, para nada dormido. Carlos Soler, afectado por la pretemporada tan atípica, se desgañitaba desde la grada dando órdenes a sus compañeros. En el minuto 94, Maxi Gómez estrellaba en el poste y Vallejo rubricaba la sentencia, la victoria rebelde.