Hoy toca hablar de la final del Interpobles de Galotxa, Gran Premi Edicom. Ocurre en la pelota como cuando en la casa el niño mayor llora reclamando las atenciones que siempre se lleva el más pequeño. El Interpobles de Galotxa lleva en disputa desde el año 1986, con una inolvidable final en Aldaia entre los primeros equipos de Montserrat y Museros con victoria de los primeros. Es uno de los torneos más veteranos entre los clubes de este deporte y sin embargo, salvo esta crónica sentimental que tiene a bien publicarnos este diario, será raro encontrarnos con más atenciones mediáticas. Bueno, la televisión de À Punt estará en directo mañana, a partir de las 11.30 horas en la preciosa cancha de Godelleta, junto a la cual cualquier aficionado puede disfrutar de una buena información sobre lo que ha representado esta especialidad en este pueblo y en otros muchos.

De aquella primera final no queda nada en Aldaia, salvo una cancha abandonada, ni apenas queda nada en Museros, salvo un trinquete infrautilizado en medio de la huerta y un par de jugadores veteranos. Nos decía el mítico Ruiz que comenzó jugando a Llargues en las calles de su pueblo hasta que se fijó en él el Tío Pena, que cuando Museros ganó un campeonato de segunda división del Trofeo El Corte Inglés hubo más fiesta que cuando él ganó el campeonato profesional de 1964 junto a Ferrer II por el Trinquet de Tavernes de la Valldigna. Así eran las cosas en los años ochenta, época creativa, de expansión, de consolidación de campeonatos y de clubes y de identificación afectiva del club de pelota con el nombre y la historia del pueblo donde han crecido y donde conviven amigos y familiares.

Llegan a la final de mañana dos clubes pioneros en las competiciones: Ovocity Marquesat, que juega en Alfarp y que aspira a su cuarto título y Montserrat que quiere su quinto título, y cuarto consecutivo. Allí han sido más fieles que lo fueron en Riola, en Mislata o en Alcàsser con los que compartió el primer torneo oficial de Galotxa en el año 1976. Sus jóvenes pelotaris son muy conscientes de que su triunfo no será personal, ni presumirán de medallas de campeones, o trofeos. Ellos forman parte de un todo sentimental que se une, y entregarán los trofeos al club, que los depositará en una vitrina y que mostrará orgulloso al aficionado local y al visitante.

No habrá público en las gradas pero los chavales de ambos pueblos se vaciarán en pos de la victoria. Se juega en Godelleta, que hoy anda muy coja en pelotaris tras años de esplendor. Junto a la cancha hay un precioso local lleno de trofeos y recuerdos, de paneles que recogen historias viejas de esta modalidad y presentes de muchos países. Y uno piensa si el mejor triunfo de Alfarp o de Monserrat no sería crear ese espacio permanente que recoja el museo local de pilota. O lo hacen ellos, para sus herederos o buena parte de esa memoria se perderá para siempre. Ya sabemos que de la historia de la Galotxa se hacen cargo sus clubes o quedará sepultada para siempre. Ojalá sea ese el premio del Interpobles, el fruto a tanta fidelidad hacia esta especialidad, un museo local en cada pueblo con historia.