El clásico despiste a la salida de un córner privó al Levante de cantar victoria contra el Cádiz en un partido en el que tras la tempestad llegó la calma. El equipo de Paco López fue capaz de remontar el tempranero gol de Perea pero volvió a enredarse a balón parado. Un tropezón cuando se había dejado atrás la peor zona de baches. Y es que los granotas acababan de reaccionar con entereza y precisión a ese primer revés. Fue gracias a Roger, que estuvo providencial mandando a la red todo lo que tocó en tres minutos de máxima eficacia, los que fueron de la igualada en el 7’ a la remontada en el 10’. Tres goles en un arranque trepidante, repleto de alternativas y culminado por el empate de Cala antes de la media hora. Sin embargo, con los entrenadores jurando en arameo por el carrusel de errores, el descanso dio paso a un encuentro más sosegado. El Levante siguió siendo mejor en la segunda parte y tuvo más recursos pero eso ya no significó demasiado, sobre todo en el marcador. Ya no se movió más.

Aunque la contundencia fue patrimonio de Roger, que caza a Morales como máximo artillero, quien más puso al Cádiz al borde de situaciones críticas volvió a ser De Frutos. El Levante ha dado con un jugador que en el campo se desliza siempre hacia la portería. Un cuchillo cortante por la derecha que traspasa líneas, unas veces por detalles técnicos y otras por velocidad. Alguien que siempre tira hilos a su alrededor y que no es casualidad que estuviese presente en todas las acciones decisivas.

En el primer gol fue suya la asistencia. En el segundo se salió del campo porque tenía el ojo clavado en el juez de la línea. Y si no llegó el tercero fue porque lo celebró demasiado pronto. Roger estaba con la caña preparada para el triplete pero el segoviano se vino arriba al intentar colársela a Ledesma entre las piernas. El portero las cerró a tiempo en una ocasión tan clara que no volvió a haber otra igual.

La gran tarde de Roger podría haberlo sido también del Levante, que sigue sin ganar fuera desde Pamplona. El equipo no suspendió pero tampoco sacó nota en un examen doble. Por un lado ganar a domicilio y por el otro no amilanarse ante la posibilidad de escalar hasta la parte alta. Con el empate y 22 puntos en la tabla le llega para un aprobado alto, aunque sin errores habría optado al sobresaliente y estaría mirando a Europa.

Y es que el primer fallo no se hizo de esperar. A los tres minutos, con los jugadores todavía situándose en el campo, Radoja y Malsa se quedaron fuera de posición en el repliegue y en última instancia Miramón se pasó de frenada. La contra, prolongada por un viejo rockero como Negredo, terminó en la red. Perea recortó y marcó a placer. El ABC del Cádiz, nada que no se hubiese estudiado en Buñol.

De la locura de partido que se avecinaba había avisado Clerc con una falta directa que Ledesma sacó con apuros. En la siguiente aproximación, el portero fue el espectador de lujo del empate. Un gol en el que el toque de distinción volvió a ponerlo Sergio León. Un taconazo, otro más, fue su manera de celebrar la progresión que lo ha llevado hasta la titularidad.

Con la tragaperras caliente, Clerc echó otra moneda. El lateral, desatado, se alió con la fortuna ante Carcelén y con todo el tiempo del mundo sirvió en bandeja el segundo. Una acción con más protagonistas en la retaguardia, entre ellos Morales con un pase filtrado.

Un córner mal defendido

El poderoso cabezazo de Cala en el 2-2 puso el freno a un partido en el que el Levante no llegó a desatarse. Para los granotas no hay manera de cortar la sangría en los saques de esquina. Radoja perdió la marca y Duarte saltó menos en un córner que para mayor desgracia venía de una clamorosa falta sobre Clerc que el árbitro pasó por alto. Se vio que a Paco López no le hizo ninguna gracia y lo cierto es que de ahí al final el equipo se cuidó más. La contrapartida fue que fluyó menos, aunque aun así dispuso de ocasiones. Vezo relevó al tocado Postigo, mientras que Dani relevó a un Pistolero que se fue con ganas de más. Igual que todos.