El Valencia resolvió con dos goles en el descuento un partido que jugó a cámara lenta y que pintaba muy negro pese a tirarse con un futbolista más la última media hora. La flor de Manu Vallejo volvió a salvar in extremis al equipo de Javi Gracia, que desde la grada empezaba a dar por hecho una tragedia más en Mestalla. Se estaban consumiendo ya los siete minutos de añadido cuando el revulsivo gaditano alojó en la red lo que cuando salió de su bota era un pase a Gayà. Más meritoria que la definición, un toque de fortuna, fue la asistencia de Kang In, el único punto de luz por todos los pases filtrados y con peligro que metió a lo largo del partido. Fuera de la UCI gracias al gol que iba a significar la victoria, Thierry aprovechó el desbloqueo anímico para asistir a un Gameiro que en la última jugada maquilló el marcador fusilando a Iván Villar. El Celta, incluso tras el 1-0, mantuvo las expectativas y volvió a pisar el área, aunque su único remate a palos en toda la tarde fue un testarazo manso de Santi Mina.

La locura de los goles en el desenlace, fundamentales en clave de permanencia, no tuvo nada que ver con lo pastoso que volvió a estar toda la tarde el Valencia, un equipo en el que solo Kang In supo cómo tirar del hilo. Quitando la bobada de turno, esta vez una amarilla por desplazar el balón sin venir a cuento, el coreano fue el único capaz de sacar a sus compañeros de la quietud en la que estuvieron permanentemente instalados. Primero estuvo polvorilla entre líneas y luego aportó foco en una posición más atrasada cuando Gracia, fiel a su estilo poco intervencionista, se decidió a retirar a Racic del campo con el objetivo de redoblar la apuesta en ataque. Ni siquiera la expulsión de Rubén Blanco precipitó un aluvión de ocasiones, aunque al menos sí que permitió que cambiara de manos la posesión, hasta entonces propiedad exclusiva del conjunto celeste.

Mientras Valencia y Celta estuvieron en igualdad numérica, solo Wass encontró portería, aunque en fuera de juego. No hubo ni un disparo más del Valencia en la primera parte quitando ese gol anulado al danés, responsable de un balón profundo que Tapia le limpió antes de que cargara la pierna Kang In. También el portero volvió a ganarle la partida tras otro buen pase de Thierry. Se le apagaban las luces a los blanquinegros cuando trataban de acercarse al área, en especial y sin ser novedad a Maxi Gómez, tan fuera del foco como de costumbre. A raíz de un buen control de Gayà, al uruguayo le faltaron señales luminosas para telegrafiar que chutaría de lejos, lo que facilitó enormemente la tarea de sus defensores. Un contraataque que se diluyó al borde del descanso fue lo mejor con diferencia de una primera parte pobre a más no poder por parte de los dos equipos. Sobraron los porteros.

Cambios en el once

El partido del Valencia, que igual que se decantó al final podría perfectamente no haberlo hecho, evocó a los de tantos otros días obtusos. Se repitieron calcados todos sus problemas para elaborar el juego y resultó un esfuerzo titánico darle ritmo y sentido a la circulación del balón. Que fuesen Thierry y Gayà, en su papel de laterales, los únicos capaces quitando a Kang In de filtrar un pase en condiciones lo decía todo de un partido aburrido y estéril. Con bajas sensibles como Aspas y Brais, al Celta le sobró con la receta de aguantar y cerrarse, consciente de que con una buena organización podría tener sus opciones.

Los de Coudet se fueron envalentonando con el paso del tiempo y merodearon el área de Cillessen, la sorpresa en un once sin fichajes ni Guedes. El portero tuvo poco trabajo aunque hay que reconocerle el mérito de blocar un balón antes de que lo empalara Hugo Mallo en la que fue la gran oportunidad de gol para los gallegos. Nolito se había escurrido hasta la cocina tras un saque de banda y el holandés estuvo certero tras muchos minutos sin entrar en calor. De hecho, su única intervención fue a la hora, en la jugada previa a la expulsión, sin riesgo para empomar la bola.

Demostrándose que era la única solución con la que sortear los problemas, fue Kang In quien volvió a filtrar un balón a la carrera de Maxi. Tras consultar el monitor, el árbitro se convenció de lo claro del atropello por parte del guardameta, que como último hombre hasta ese momento había estado certero en el resto de sus salidas.

La roja directa dejó el partido franco, si bien ni Racic ni Soler consiguieron probar a Iván Villar de lejos cuando todavía estaba frío. Fue al borde de otro descalabro cuando marcó Vallejo, encima sin querer.