El esloveno Tadej Pogacar, de 22 años, abrió una página de oro en la historia del Tour de Francia al adjudicarse en París el segundo título consecutivo, un logro que a su edad no fueron capaces de conseguir leyendas como Eddy Merckx y Bernard Hinault.

Pogacar levanta el trofeo en el podio entre Vingegaard (2º) y Carapaz (3º). REUTERS/GABRIEL ETIENNE

Pogacar entró en la meta de los Campos Elíseos como ganador de la 108 edición del Tour, tras una etapa de homenaje al campeón que se disputó con carácter festivo entre Chatou y la capital francesa, con un recorrido de 108,4 kms, en la que firmó un triplete y la segunda victoria consecutiva el campeón belga Wout Van Aert, quien impidió a Cavendish batir el récord de etapas de Eddy Merckx.

En un esprint alborotado Van Aert sorprendió a Cavendish, quien fue tercero, quedándose con la miel en los labios de la victoria 35. Quedó empatado a 34 con Merckx, pero con el consuelo de lograr el maillot verde por puntos de nuevo, diez años después.

La bandera eslovena volvió a ondear en lo más alto del podio parisino tras la nueva hazaña de Pogacar, un corredor que convierte en oro todo lo que toca, capaz de hacer exhibiciones o de jugar a la defensiva para mantener su ventaja en la general. Un juvenil al que no le pesa el maillot amarillo. Ganó con la prenda y el carácter del líder las dos etapas de montaña en Pirineos. Tampoco pudieron Merckx e Hinault lograr algo semejante.

Pogacar, también rey de la montaña y mejor joven, escuchó el himno de su país, de apenas 2 millones de habitantes, con emoción, observado por su familia, padres y hermanos. Allí aguantaba las lágrimas el ciclista de Klanec, flanqueado por el danés Jonas Vingegaard y el ecuatoriano Richard Carapaz (Ineos).

El chaval del UAE, quien fulminó a su compatriota Primoz Roglic en la última crono del Tour 2020, venció de otra manera. Sin esperar al final. Al contrario, la superioridad mostrada la primera semana le encauzó hacia la gloria. Sus rivales lo aceptaron y hubieron de ceñirse a luchar por las plazas secundarias del podio.

«El ciclismo es un juego para mí»

«El ciclismo para mi es como un juego, y por eso lo disfruto», afirma «Pogi», quien corre como un aficionado, pero con la madurez de un campeón. Ese talante distendido, para sus técnicos es la clave de su incipiente y prolífico éxito.

Mérito enorme el de Vingegaard, de 24 años, un segundo puesto para un currante de la vida y del ciclismo quien asumió los galones del Jumbo tras la retirada de Roglic. El primer danés que aparece por el podio desde que Bjarne Riis ganó el Tour en 1996.

El nórdico, bastante introvertido, hace poco trabajaba en una fábrica de pescado. Ahora todo el mundo sabe que tiene un futuro muy esperanzador. Fue el único que le puso contra las cuerdas a Pogacar, en la jornada del Ventoux, y supo estar siempre con los mejores.

Fuera de la ceremonia del podio, el ciclismo español cerró el Tour con nota discreta, por debajo de lo previsto. Enric Mas no mejoró el quinto puesto de 2020 ni alcanzó el podio, terminó sexto. En ningún momento dio la impresión de poder pelear por el podio. Salvó el tipo dentro de sus metas el gernikarra Pello Bilbao noveno clasificado. Afectado por caídas, el disgusto de no ir convocado para Tokio con la selección española y por el registro policial a su equipo, el vasco alcanzó su meta.

Tampoco los españoles fueron capaces de firmar un triunfo de etapa, lo que empieza a ser muy preocupante, pues la última victoria nacional fue la de Omar Fraile en 2018 en la meta de Mende. Y el último podio, de Valverde, tercero en 2015. Seguimos a la espera de la llegada de nuevos valores. La sequía es evidente.