Una década da para mucho, pero en un camino que ocupa diez años, ningún Levante estuvo a la altura de una gesta que tiene su peso en los más de cien años de historia que tiene el club. Ni antes ni después existió un equipo tan irrepetible, cuya identidad fue inalterable y cuyo gen competitivo garantizó, en ocasiones, la sensación de ser un conjunto invencible. Un bloque trazado desde la solidaridad, el compañerismo y el sacrificio. Los ingredientes sobre los que se construyó una plantilla inigualable hasta la fecha.

Koné, Pedro López, Rubén Suárez, Juanlu y Venta posan en el palco. levante ud

El Ciutat de València puso la alfombra roja para recibir a un grupo de jugadores que no son indiferentes para ninguna generación de levantinistas. El motivo de la reunión fue el aniversario del liderato en el viejo feudo de La Cerámica, instante en el que, desde la cima, el Levante sacó pecho de ver al resto de equipo a través de las alturas. Un partido que retumba en la memoria de cualquiera que sienta afinidad hacia un club que echa la vista atrás sacando pecho de lo que consiguió contra todo pronóstico. El ‘Hall of Fame’ granota se formó con futbolistas de renombre: Juanlu, Sergio Ballesteros, Pedro López, Pallardó, Rubén Suárez, Javi Venta y Koné. Todos, sin excepción, recibieron el calor y el cariño de un palco que se llenó por una razón de peso. Sin embargo, la figura del mítico ‘2’ no pasó desapercibida. Sobre todo, durante un acto en el que se trató una temporada en la que fue el claro protagonista.

El costamarfileño ocupa un lugar de prestigio en la historia del Levante debido a los 17 goles que auparon a su equipo a tocar la gloria de la Europa League. Pese a ello, existió una cláusula, recordada por todos, en la que si anotaba uno más regresaba a Sevilla, destino del que procedió en calidad de cedido. Sergio Ballesteros, aprovechando su presencia, no escondió cuál fue su punto de vista. «Tuvimos al mejor delantero posible. Lo tuvimos un año y porque no pudo marcar más goles, pero hubiéramos entrado en Champions si hubiéramos contado con él», dijo el eterno ‘18’, mientras el delantero se sinceró con tono irónico, aunque sin ocultar lo bien que se sintió en Orriols. «En Granada tuve una pequeña molestia, Quico me llamó para hacer el cambio (rió). Llegué con muchas dudas y el club me dio confianza. Tenía ganas de demostrar que podía hacer más», reconoció.

Independientemente de las figuras que se presentaron en el Ciutat, el choque contra el Villarreal, que se tradujo en liderato, fue el punto sobre el que giró el coloquio. Valdo no estuvo presente, pero quiso hacer acto de presencia en un formato vídeo proyectado desde los marcadores del estadio de Orriols. Narrando, desde su perspectiva, cómo se cocinó la diana, antológica y de volea, de Juanlu. «El recuerdo es buenísimo. De las sensaciones y de lo bien que jugamos. Hago un autopase, tengo campo libre y veo a Juanlu llegar desde atrás», recordó Valdo, mediante un testimonio al que Juanlu no pudo resistirse. «Piensas que en la jornada nueve te pones líder por primera vez en la historia no es puntual. Al final le das valor al trabajo de años atrás, estando por encima de Levante y del Madrid. La temporada terminó de manera espectacular. Fue una noche espectacular. Nos podía dar el liderato. Estar líder en Primera en la jornada 9 no es casualidad. Habíamos recibido al Madrid y ganado... En El Madrigal podíamos refrendar aquellas buenas sensaciones. El resultado fue soñado y a nivel personal fue sin palabras», dijo.

El resultado no solo fue impresionante, sino que salió de los parámetros establecidos. En ninguna quiniela se barajó que la humildad de aquel vestuario irrumpiese con una fuerza incalculable. No en vano, la receta fue sencilla y trazada desde la más sincera humanidad. Desde la mentalidad de creer que nada es imposible. «Es el vestuario más grande que he visto en mi vida. Los que no jugaban animaban a los demás. Nos partíamos la cara por nuestros compañeros», reconoció Ballesteros, buque insignia de un equipo de leyenda. Quico, por su parte, cerró el acto sintiéndose orgulloso de esa etapa de gloria. «Fueron dos años tan inolvidables... Les veías y parecían invencibles. Os doy las gracias, de verdad», finalizó, agradecido, el presidente, cerrando un acto para el recuerdo más tierno.