Duro e inesperado traspiés el que sufrió ayer el Valencia Basket ante el colista de la Liga Endesa. Un Coosur Real Betis que sólo había ganado un partido hasta la fecha y que compitió bien durante todo el encuentro para volver a sacar a la luz las carencias de un rival que, sin fichajes y todavía con demasiados jugadores lesionados, está viéndose cada vez más limitado en este inicio de temporada. De hecho, esta es la cuarta derrota consecutiva en la Liga Endesa en La Fonteta, dónde el equipo aún no conoce la victoria dentro de la competición doméstica.

Le costó al Valencia Basket entender la dificultad del encuentro, y no sólo al inicio. Fue el Betis el primero en coger una pequeña renta en el luminoso pese a los intentos de Joan Peñarroya demandando mayor intensidad y velocidad a los suyos (6-10; min. 5). No lo veía claro el de Terrassa, que decidió sentar a Jasiel Rivero y dar entrada en pista a Dubljevic. La irrupción del capitán fue providencial. Tres canastas consecutivas del pívot montenegrino dieron otro aire a los ‘taronja’ (12-12; min. 7), que a partir de ese momento imprimieron un poco más de ritmo al choque.

La precisión quirúrgica en las rotaciones, con la entrada de los canteranos Guillem Ferrando yMillán Jiménez, daba aire a un equipo que supo sacar partido a su superioridad en la pintura en esos minutos (21-17; min. 10). La falta de concentración andaluza iba a en aumento, lo que se tradujo en una sucesión de pérdidas que los locales supieron castigar en el inicio del segundo cuarto (31-22; min. 13). Joan Plaza, desesperado, lo paró. La jugada le salió perfecta. A partir de ahí se intercambiaron los papeles y fue el Valencia Basket, con serios problemas en la dirección y en el lanzamiento exterior, el que comenzó a perder el rumbo. El parcial de 6-17, con Evans y Todorovic como verdugos, hablaba por sí solo (38-39; min. 19). Ahora era Peñarroya el que arengaba a sus hombres para que reaccionasen. «Nos hemos visto 10 arriba, un partido fácil y dejamos de hacer las cosas bien», les dijo durante el tiempo muerto. Afortunadamente, el equipo supo reaccionar en ese tramo final para irse con una tímida renta al descanso (41-39; min. 20).

Ventaja que no duraría demasiado. El paso por los vestuarios le sentó mejor al cuadro sevillano, sobre todo a Burjanadze y Evans, que se convirtieron en una auténtica pesadilla desde el 6,75 (47-50; min. 23). Tocaba sufrir y aferrase al partido, aunque las condiciones no fueran las mejores. El Valencia Basket lo hizo. Casi sin fuerzas, pero tirando del oficio y la experiencia de hombres como Klemen Prepelic. Los puntos del esloveno fueron una bendición en unos minutos en los que los locales ni siquiera fueron capaces de controlar el rebote defensivo. El encuentro se trababa, cada canasta valía su peso en oro, y fue la ‘varita’ de Martin Hermannsson la que permitió alcanzar el último acto tres puntos por delante (69-66; min. 30).

De nuevo, visto y no visto. Bleijenbergh apareció casi de la nada para echarse a su equipo a la espalda y, tras siete puntos consecutivos suyos y dos tiros libres de Brown, dar la vuelta al marcador (69-73; min. 32). Los nervios y la presión iban en aumento. Los triples seguían sin entrar y, sin ese argumento básico en el baloncesto actual, todo iba a empeorar. Más todavía si tu rival está especialmente acertado en una faceta que les llevó a una renta de nueve puntos a poco más de tres minutos del final (75-84; min. 37). A Peñarroya no le quedó otra que pedir tiempo muerto para intentar rescatar a su equipo del ‘lío’ en el que se había metido. No se puede decir que el equipo no remase de ahí al final. Incluso Hermannsson tuvo un triple sobre la bocina para forzar la prórroga, pero muy forzado y que no tocó ni aro.