València estuvo presente en la primera gran fiesta del fútbol popular europeo. El Fenix Trophy, la Liga de Campeones de los clubes de regional respaldada por la UEFA, disputó este fin de semana en la localidad italiana de Rimini su primera final, reuniéndose los ocho clubes de siete países distintos participantes en este campeonato pionero, entre ellos el CD Cuenca Mestallistes. El conjunto valenciano, el tercero más antiguo del Cap i Casal solo por detrás de Levante UD y Valencia CF, cayó derrotado por 2-4 en el encuentro por la séptima posición, contra el DWS Ámsterdam, el club en el que se formaron leyendas como Ruud Gullit y Frank Rijkaard. La primera edición del torneo, autofinanciado desde el no profesionalismo, se la adjudicó, en la gran final, el FC United of Manchester, la entidad nacida a partir de la revuelta de aficionados del Manchester United contrarios a la venta del club a la familia Glazer. Los “Red Rebels” derrotaron a los Raptors de Praga por X-X. El estadio Romeo Menti registró una gran entrada y la retransmisión por streaming llegó a los seis mil pinchazos con conexiones desde todos los continentes.

Por encima del resultado deportivo, el gran objetivo del Fenix Trophy pasaba por articular por primera vez la acción conjunta de los clubes populares a nivel europeo, un fenómeno en auge en un contexto sociológico particular, con muchas aficiones sublevadas ante la excesiva deslocalización de los históricos clubes tradicionales y con las grandes potencias planificando una futura Superliga. Ante ese escenario, el Fenix Trophy aglutinó a ocho clubes con el fin de salvaguardar los valores del fútbol como fenómeno comunitario, intercambio cultural y amistad. Convocados por el FC Brera, el tercer equipo de Milán, se agruparon un total de ocho equipos con características singulares. El CD Cuenca Mestallistes, originario de la calle Cuenca de València y germen del filial del Valencia en los años 40, se había reconvertido en club de accionariado popular con Mario Alberto Kempes como presidente de honor. Además del FC United of Manchester, el alemán Falke también nacía de otra escisión, en esta ocasión por la deriva comercial del Hamburgo, arrastrando tras de sí a un millar de socios. Los Raptors de Praga o el Zly de Varsovia son exponentes de otro modelo, clubes de nueva creación, caracterizados por su mestizaje sociocultural y su acción comunitaria, al igual que el Brera, involucrado en proyectos como la reintegración de reclusos. Por último, también han participado clubes históricos renacidos de quiebras. Es el caso del DWS de Ámsterdam, que llegó a conquistar la Eredivisie en los años 60 del pasado siglo y participó en la Copa de Europa, y también de la Lodigiani, considerado el tercer club de Roma y en el que se formaron futbolistas como Francesco Totti, Alessandro Florenzi, Luca Toni o Emiliano Moretti.

Con un entusiasmo casi artesanal, los ocho clubes han llegado a organizar un torneo con dos fases de grupos, en el que cada equipo local pagaba los gastos de alojamiento, comida y transporte del conjunto visitante y entre ciudades con buena conexión aérea para intentar reducir costes. Aficionados, dirigentes, técnicos y futbolistas han viajado entre semana por Europa pidiendo permisos en sus respectivos trabajos. En el caso del Mestallistes, la inversión de casi 15.000 euros se ha podido sufragar con las aportaciones de los socios, la subvención de la Fundación Deportiva Municipal y el patrocinio de la Federación Valenciana de Fútbol. Después del éxito de la primera edición, que ha sorteado incluso inconvenientes como las cancelaciones por la pandemia, los ocho clubes fundadores ya trabajan en la edición del año próximo, en la que se quiere ampliar el número de equipos y países, en la gran fiesta del fútbol de barrio.