La respuesta financiera de la afición del Valencia CF en 1955

Los socios cubrieron con bonos de 500 pesetas, una tercera parte del sueldo medio en España en aquella época, gran parte de la financiación de las obras de Mestalla, una fórmula que dos socios promovieron sin éxito en 2013 para cubrir la deuda de la Fundación y evitar la venta del club a Peter Lim

Bono de 500 pesetas de la reforma de Mestalla de 1955.

Bono de 500 pesetas de la reforma de Mestalla de 1955. / Levante-EMV

J.M. Bort

J.M. Bort

La fórmula del ‘proyecto 112’ que plantea el abogado valenciano Juan Martín Queralt para 'comprar' el Valencia CF a Peter Lim no tiene un precedente igual, pero sí parecido. Ese plan de recurrir a una operación financiada con el dinero de los aficionados fue la que permitió al Valencia CF salvar la ampliación del estadio, en 1955, por medio de la emisión de unos bonos de 500 pesetas. La respuesta fue un éxito.

La plataforma De Torino a Mestalla que lidera Martín Queralt, primer presidente de la Fundación Valencia CF, propone reunir 112 millones de euros del bolsillo de los aficionados. Por hacer un cálculo: con los 38.000 abonados que tiene el club esta temporada, cada uno debería pagar unos 3.000 euros para alcanzar esa cifra. La fórmula está en pañales, pero podría ser a cambio del abono del equipo para varias temporadas.

El concurso de acreedores que no llegó

En 2013, dos socios del Valencia CF, el abogado Pepe Rico y el economista Alberto Ruiz, se plantearon una llamada de auxilio parecida para evitar la venta del club y cubrir la deuda de la Fundación VCF. Todo pasaba por presentar el concurso de acreedores para ganar tiempo. Con el proceso concursal admitido por el juez, las acciones de la Fundación hubiesen quedado bloqueadas, lo que hubiese dado un tiempo de oro al valencianismo para haber evitado la venta del club. Bankia no podría haberlas ejecutado, pese a tenerlas pignoradas, según el artículo 56 de la de la Ley Concursal. La Agrupación de Peñas, como patrono de la Fundación, hubiese jugado un papel fundamental. Podría haber instado a una Junta Extraordinaria del patronato con un único punto en la orden del día: la decisión de presentar el concurso voluntario de acreedores. Ni Amadeo Salvo ni Aurelio Martínez hubiesen tenido que forzar la venta a un empresario de Singapur con inciertas intenciones.

El siguiente paso hubiese sido la financiación de la deuda con el dinero de la afición. Aquellos que hubiesen participado recuperarían su dinero durante un largo plazo, con los debidos intereses a modo de contraprestación.

La respuesta de los valencianistas fue un auténtico éxito. Se cerró la emisión de aquellos bonos, que reportaron 35 millones de pesetas

La idea de Pepe Rico y Alberto Ruiz, ambos administradores concursales, estaba inspirada en la movilización de 1955, año en el que Mestalla experimentó su primera gran reforma. Bajo la presidencia de Luis Casanova, el club decidió ampliar el aforo a los 45.500 espectadores, para lo que hubo que adquirir unos terrenos de la Comunidad de Regantes de la Acequia de Mestalla y construir nuevos graderíos. No fue fácil encontrar el dinero. Un crédito concedido por el Banco Hipotecario y la emisión de 70.000 bonos de 500 pesetas, más una ayuda del entonces presidente del Real Madrid, Santiago Bernabéu, permitieron convertir Mestalla en un campo de primera categoría. La respuesta de los valencianistas fue un auténtico éxito. Se cerró la emisión de aquellos bonos, que reportaron 35 millones de pesetas. El club los devolvió, durante un plazo 15 años, con unos intereses medios del 5 por ciento.

El Valencia CF devolvió el dinero, durante un plazo 15 años, con unos intereses medios del 5 por ciento

En 1955, el salario medio en España era de unas 1.800 pesetas mensuales (72 euros al mes), por lo que 500 pesetas suponían cerca de una cuarta parte del sueldo. Extrapolándolo a 2023, cuando un salario medio es de 1.665 euros, supondrían algo más de 400 eros. Un fin de semana de vacaciones en un Hotel del Escorial costaba 375 pesetas (2,2 euros) y una máquina de escribir, 5.600 pesetas (32 euros), casi lo mismo que una televisión, que costaba unas 6.000 pesetas (36 euros). El precio de la vivienda iba de 140.000 a 550.000 pesetas. Y un automóvil SEAT 600, la gran estrella de la automoción española del momento, costaba 45.000 pesetas, unos 271 euros.