La escasez de combustible y la implicación cada vez mayor de los estudiantes en las protestas por el retraso de la edad de jubilación en Francia elevaron ayer la presión sobre el Gobierno de Nicolas Sarkozy en vísperas de una nueva huelga general, considerada decisiva por los sindicatos.Con los estudiantes implicados en la lucha, ha subido en los últimas días la tensión en las calles. Ayer por la mañana, sin ir más lejos, el cierre de numerosas escuelas en varias ciudades francesas provocó el enfrentamiento entre jóvenes y policías. Según informaba Le Figaro, más de 191 estudiantes fueron detenidos antes del mediodía. Cifra que ha de sumarse a los 151 arrestados el viernes y a los 250 que han sido puestos a disposición judicial este fin de semana.

Además de los problemas en el sector energético, la movilización se ha endurecido en la calle, ya que los sindicatos de estudiantes han respondido a la llamada de las agrupaciones de trabajadores, que intentaban reclutar a los más jóvenes en su lucha. Numerosas concentraciones estudiantiles por todo el territorio francés han provocado el cierre de cientos de institutos y enfrentamientos con la policía en Lille y Roubaix (norte), Mulhouse y Rennes (noroeste), Lyon (este) o Marsella (sur), y a las afueras de París. Los intercambios de piedras y gases lacrimógenos entre estudiantes y policías en algunos puntos del país, sumados a la quema de algunos vehículos en la vía pública, se han saldado con las citadas detenciones.

En este contexto, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, aseguró ayer que aplicará su reforma de las pensiones, pese a la oposición que genera, y justificó la intervención del Gobierno para garantizar el abastecimiento de carburante y evitar enfrentamientos.

"Esta reforma es esencial. Francia se ha comprometido" a llevarla a cabo, subrayó Sarkozy en declaraciones a la prensa al término de un encuentro con Angela Merkel.