La avalancha sin precedentes de despidos registrados durante estas dos últimas semanas en la Conselleria de Economía por la solicitud de expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) ha disparado la cifra de nuevos parados a unas 170.000 personas, lo que supone elevar el número total de desocupados de la Comunitat Valenciana a algo más de 530.000 parados. Por tanto, un tercio de los valencianos sin empleo ya corresponde al impacto del coronavirus en su tejido empresarial.

Las rescisiones de contrato por «causas de fuerza mayor» dejan las listas del Servicio Valenciano de Empleo y Formación, Labora, en niveles históricos, no recordados desde el impacto brutal de la recesión de 2008, cuando la tasa de paro se incrementó desde el 9,6% al 28,6% durante el lustro posterior al estallido de la burbuja inmobiliaria y su impacto sobre la economía, constatan los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA).

La Comunitat Valenciana comenzó el año 2020 con una población ocupada de 2.206.000 personas y un índice de desempleo del 14,13 %, indicadores del mercado laboral que cambiarán notablemente al concluir este mes de marzo dada la multitud de ERTE presentados por empresas radicadas en esta autonomía.

Según los últimos datos de la Dirección General de Trabajo, correspondientes al cierre del 25 de marzo -ayer no los pudo ofrecer por fallos técnicos en su sistema informático- había 24.272 expedientes presentados en esta administración que afectaban a 145.803 trabajadores. Si se tiene en cuenta que el recuento diario aumenta en un 20 % de trabajadores implicados, al concluir esta semana se superará con probabilidad los citados 170.000 empleados enviados temporalmente al paro.

Por sectores de actividad

Los recuentos realizados por la Conselleria de Economía revelan que hasta ahora el 89 % de los expedientes de regulación temporal de empleo corresponden a negocios del ámbito de servicios, frente al 6 % de la industria. En la construcción y la agricultora son escasos. La inmensa mayoría solicitan suspensiones temporales de empleo y reducciones de jornada, si bien también hay algunos de extinción. Sea como fuere, el Director General de Empleo, Gustavo Gardey, ya ha avanzado que la Inspección sólo autorizará los presentados por causas de fuerza mayor dada la situación derivada de la crisis por la covid-19.

Duración media

La duración media de suspensión que solicitan las empresas se sitúa entre 80 y 120 días, según constatan las cifras de los ERTE presentados el pasado 25 de marzo. El mayor temor de los trabajadores es la estructura de los servicios públicos de empleo, que puede provocar que algunas personas que están ya en el paro no perciban su prestación por desempleo. Por eso, los sindicatos reclaman que se flexibilicen los procesos para poder recibir la prestación antes y no causar mas problemas económicos a los trabajadores.

El abrumador recuso de los empresarios de acudir a la suspensión temporal de empleo ante el desplome de la actividad y, por tanto, de la caída de los ingresos, «forman parte de la solución en la medida en la que suponen un alivio en sus cuentas de resultados al poder prescindir de forma temporal en los ERTE de los trabajadores sin tener que afrontar el pago de las nóminas», sostiene Joaquín Maudos, director adjunto de Investigación del IVIE y catedrático de Análisis Económico de la Universitat de València.

En su opinión, «hay que optar por los ERTE y no por el resto de medidas más drásticas porque es vital proteger el empleo. Si la crisis esperamos que sea temporal hay que asegurar que los despidos también son temporales», explica Maudos en declaraciones a Levante-EMV.

Respecto al impacto de esta crisis en grandes sectores como el turismo, comercio, transporte aéreo o automoción, el economista teme por la campaña de verano. «Ojala la salida de la crisis sea en forma de 'V' porque de esa forma se reactivaría de forma rápida también el turismo. Pero no soy optimista al respecto», agrega.

También advierte de que la automoción es uno de los sectores más castigados, «no solo porque pueden faltar provisiones rompiendo la cadena de producción, sino porque las medidas de confinamiento para evitar la propagación del virus ha obligado a parar la producción», concluye.