El jefe del Consell, Ximo Puig, clausuró ayer la jornada «Cambio de marcha», organizada por Levante-EMV y UGT, y centrada en la situación de la industria, especialmente de la automoción y el transporte. Y lo hizo sin ahorrar ni un gramo de autocrítica sobre las «debilidades» del modelo económico valenciano, que la pandemia, además, hace más visibles ahora.

«Tenemos un problema grave asociado a la productividad. Lo sabíamos y ahora se pone de manifiesto. Tenemos sectores que no tienen suficiente capacidad de generar competitividad en ámbitos de máxima productividad, pero también un problema de recursos públicos para incentivar esa via a la productividad», reconoció.

En este punto, el presidente señaló al ambicioso programa de ayudas europeas, en línea con el plan Marshall que venía reivindicando, y que va a poner miles de millones a disposición de las empresas. «Tenemos que aprovecharlo bien, enfocarlo al green new deal, a todo aquello en lo que coincidimos desde la C. Valenciana: crecimiento sostenible, que respete el medio ambiente y que genere trabajo», añadió.

Es una idea en la que insistió Puig: «Vamos a presentar proyectos que tienen que ver con la sostenibilidad. Proyectos para hacer posible unas infraestructuras más verdes? Pero tenemos que hacer proyectos que den trabajo. Lo fundamental es el empleo. [...]Es donde reside la posibilidad de tener una sociedad justa», apuntó.

Respecto a la crisis que se avecina, y estando precisamente en la sede de UGT, Puig reivindicó el diálogo social en entornos como el de Ford, donde la negociación ha contribuido a elevar la competitividad. Y marcó como reto ante esta situación «muy compleja», el «conseguir que la cohesión» que se pretende alcanzar entre administraciones, «llegue al conjunto de la sociedad, que tengamos el espíritu de los grandes momentos históricos».