El Banco Central Europeo (BCE) se ciñe al guión: más adquisiciones de deuda pública y privada para facilitar la financiación de los Gobiernos y más liquidez a los bancos para que concedan créditos. Y todo ello durante más tiempo, hasta pasados lo dos años del estallido de la pandemia, con el objetivo de reactivar una economía de la zona euro tumbada por el coronavirus y noqueada por su segunda ola.

La inmensa mayoría de las previsiones estiman que el PIB de la unión monetaria no volverá al nivel previo a la covid-19 antes del 2022, con lo que el nuevo paquete de medidas del BCE busca hacer de «puente» para las empresas y los hogares hasta que se alcance una «suficiente inmunidad de rebaño» a finales del 2021 que permita que la actividad, particularmente la del sector servicios, «empiece a funcionar bajo circunstancias más normales».

Así lo aseguró ayer su presidenta, Christine Lagarde, que también urgió a los líderes de la UE a desbloquear el plan comunitario de reestructuración, que una vez desplegado dará aire al BCE para ir retirando sus apoyos.

El banco central cumple así las expectativas que generó en el mercado tras su reunión de octubre. Como se esperaba, su consejo de gobierno amplió el programa de compras de emergencia frente a la pandemia (PEPP) desde finales de junio del 2021 hasta «al menos» el cierre de marzo del 2022, al tiempo que incrementó su dotación en 500.000 millones de euros, desde los 1,35 billones de euros —de los que aún quedan unos 630.000 millones por utilizar— a los 1,85 billones. Además, extendió la tercera ronda de subastas de liquidez masiva y barata a las entidades financieras, y flexibilizó las condiciones para acceder a las mismas.

El programa busca contener las primas de riesgo para facilitar que los Gobiernos puedan financiar a bajo coste sus medidas mitigadoras de los impactos de la crisis. El 93 % de las adquisiciones se han centrado en deuda pública frente al 71 % de los anteriores.

Ralentización de las previsiones de recuperación

El enésimo impulso a las medidas excepcionales de política monetaria en los últimos años se basa en las nuevas previsiones macroeconómicas del banco central. En septiembre mejoró las de junio, tras constatar un «fuerte repunte» de la actividad en el tercer trimestre (12,5 % frente al segundo), pero ayer volvió a aumentar su pesimismo por la dureza de la segunda ola. El BCE estima que el PIB del euro caerá en el cuarto trimestre frente al tercero un 2,2 %, en contraste al 3,1 % de incremento que preveía anteriormente. La economía caerá menos de lo proyectado hace tres meses (7,3 %) pero se recuperará más lenta (3,9 % en 2021 y 4,2 % en 2022 y no el 5 % previsto).