En prensa, cuando una startup destaca y consigue grandes rondas de financiación, solo vemos cifras y el brillo del volumen de negocio que nos transmite la noticia, pero llegar a ese punto ha sido un trabajo de personas.

Si nos fijamos en una ronda de ampliación de capital, llegar a firmar entre una startup y un venture capital, es claramente, el culmen de horas previas de trabajo intenso. Pero no es un trabajo únicamente de análisis, revisión de datos, etc. Es una labor intensa para conocer bien a las personas que van a componer ese proyecto. Conocer a la startup, sus integrantes, sus fundadores, sus colaboradores; es imprescindible que desde la primera reunión que tienes con ellos, entre ambos exista feeling, que se dé una situación de confianza y empatía, y comience a fluir la relación que será en el futuro, y que ha de perdurar años. Ha de coincidir una alineación de visión y expectativas. Sé que dicho de esta forma suena un poco a amor romántico, pero… sin llegar a este extremo, sí hay que decir que es necesaria una conexión.

Por tanto, invertir en startups es más un factor personal y de emociones que un factor numérico y de due dilligence. Desde el primer momento se trata de tejer una red de relaciones personales extensa y de calidad para poder acceder a las mejores oportunidades. Luego, como comentábamos, establecer esa conexión y relación con los emprendedores y futuros socios. Un marco de confianza.

Las relaciones startup-inversor comienzan con esa primera conexión, pero a partir de ahí hay una relación constante que hay que trabajar. Es necesario gestionar adecuadamente a las personas, sus expectativas, sus sueños y cubrir con tacto y mucha mano izquierda, todas aquellas carencias que van asomando según va pasando el tiempo y la evolución de sus negocios. Van a llegar momentos de bonanza y alguna crisis de equipo, o de mercado… y para todo ello, debemos estar emocionalmente preparados también. Procurando dar soluciones acorde a cada momento y a todas las sensibilidades, hay que tratar de anticiparse a las futuras rondas para gestionar las expectativas de todos.

El buen manejo de las relaciones y la presencia constante en la vida de la startup, nos va a facilitar ese match en el que cuando su negocio llega al punto de necesitar de nuevas redes de contactos para evolucionar; el venture capital y las personas que los conforman serán la llave para acercarse a nuevos empleados, nuevos inversores e incluso el corporate interesado en adquirir parte de la startup. Pero para poder apoyar e influir en el éxito final de la operación es necesario haber ganado y mantenido ese marco de confianza y también haber tejido durante años esa red de contactos.

Esta es la maravilla del ser humano, del arte del trato personal. El feeling, el match... llámalo como mejor creas que se ajusta a los que sientes, pero en definitiva cultivar esa conexión para que sea fruto del éxito es la clave. El arte del trato personal es sumar personas para que el resultado siempre sea multiplicar.