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Ford pospone hasta 2024 el fin de la escasez global de semiconductores

El máximo mandatario de la firma en Europa empeora las previsiones que manejaba la división española sobre la salida de una crisis que ha recortado la producción de Almussafes más que la pandemia y que amenaza con más ERTE

Un asistente observa un motor en la ‘Feria de la Movilidad’ de Múnich, antigua ‘Feria del Automóvil’, ayer en la ciudad alemana. | SASCHA STEINBACH/EFE

Es la historia de nunca acabar. La crisis de los microchips que se desató a finales de 2020 ante los primeros síntomas de reactivación del comercio mundial tras la fase más dura de la pandemia no solo no tiene visos de solucionarse a corto plazo sino que varios responsables de firmas automovilísticas, una de las industrias más afectadas por la carestía, han expresado recientemente su temor a que esta situación se vaya a prolongar más de lo que se calculaba inicialmente.

El fabricante menos optimista sobre la evolución de este problema ha sido Ford. El presidente del consejo de administración del grupo en Europa, Gunnar Herrmann, alertó ayer de que la escasez podría extenderse hasta 2024 y afectar también a otras materias primas fundamentales para la fabricación de vehículos. «No son únicamente los semiconductores. Hay escasez o limitaciones por todos lados», dijo en referencia a los problemas de suministro que también se están dando con el acero, el plástico o el litio.

Pese a su predicción, el mandatario de la marca del óvalo apuntó que «es muy complejo» dar una estimación concreta de cuándo la producción de chips retornará a sus niveles habituales. En cualquier caso, la coyuntura no parece jugar en favor del sector automovilístico. Algunas fábricas de semiconductores radicadas en Asia han tenido que detener su producción en las últimas semanas por rebrotes de covid y otra en Japón incluso ardió el pasado marzo.

Además, recuperar las cifras de fabricación prepandemia se antoja insuficiente con el sector volcado en la transición hacia el vehículo eléctrico, que incorpora hasta diez veces más de estos componentes electrónicos que los modelos a combustión (unos 3.000 frente a 300).

Así las cosas, el vaticinio de Herrmann es sensiblemente peor que el que Jesús Alonso, presidente de Ford España, hacía en una entrevista a este diario hace menos de dos meses, cuando apuntaba a 2022 como el momento de posible retorno a la normalidad.

Inquietud en Almussafes

Afrontar dos años más con recortes en la producción sería dramático para una industria que no ha levantado cabeza desde el estallido de la pandemia y que encara además una reestructuración profunda por los cambios en la movilidad. Ese impacto por la falta de componentes ha afectado a prácticamente todas las factorías del mundo, incluida la de Ford en Almussafes.

La planta valenciana está sumida de hecho en su tercer ERTE —con unos 600 trabajadores afectados al día— por estos problemas en el suministro de componentes y la inquietud aumenta conforme la crisis persiste. «Hacer previsiones es jugar a equivocarte», confesaba resignado a este diario el presidente del comité de empresa de Ford Almussafes, Carlos Faubel (UGT), que pide no especular hasta tener noticias de la dirección.

De momento, la escasez ha hecho desplomarse la producción de la fábrica valenciana más que la pandemia. En el primer semestre de 2019 fabricó 192.500 unidades, en 2020 retrocedió hasta los 113.300 por la crisis sanitaria y el cierre de toda industria no esencial durante casi dos meses y en 2021 se ha quedado en apenas 83.500 por la falta de piezas.

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