‘Trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti’, ¿un falso mito?

La importancia de una comunicación deliberada y consciente fue el tema central de la jornada ‘Comunicación deliberada y consciente’ del Hub Empresa de Banco Sabadell

Paloma Moreno, profesora de EDEM, explicó las claves del método DISC y los cuatro motores de comportamiento 

Conferencia sobre comunicación deliberada en el Banco Sabadell Hub Empresa

Penélope Maestro

Lluís Pérez

Lluís Pérez

“Trata a los demás como te gustaría que trataran a ti”. Es una de esas frases más manidas e infinitamente repetidas en el terreno de las relaciones personales, transmitida de generación a generación. Pero, ¿por qué debemos asumir que un amigo o familiar espera que se le trate como le gusta a uno? ¿Por qué se entiende que su visión de las relaciones personales ha de ser idéntica a la de uno mismo, que la interpretación del mensaje ha de ser la misma que la del emisor? En definitiva, cada persona es diferente, tiene una personalidad y unos rasgos característicos que la diferencia de los demás y, por tanto, no responde a un estímulo, a un mensaje, de la misma forma que el otro.

Esa fue una de los principales mensajes de la jornada ‘Comunicación deliberada y consciente’ ofrecida por Paloma Moreno, profesora de EDEM Escuela de Empresarios y experta en competencias directivas, dentro del programa de actividades del Hub Empresa de Banco Sabadell; un conferencia que se pudo seguir de forma presencial en su espacio en el centro de València y, también, en formato telemático.

En las comunicaciones personales, también en los entornos laborales, importa “qué se dice” pero, principalmente, “cómo se dice” y “cómo lo interpreta el receptor”. De hecho, en la comunicación, el tono de voz influye, aproximadamente, un 38 % y el lenguaje corporal, un 55 %. Es decir, más el cómo que el qué.

Por eso, al contrario de la creencia generalizada, “la mayor responsabilidad” de la comunicación recae no el receptor, sino en el emisor, aunque “a los seres humanos no nos guste esa responsabilidad”. Éste es quien conoce al 100 % el mensaje a transmitir. Pero al iniciar la comunicación, sólo llega a verbalizar el 80 % del mensaje debido a una serie de sesgos cognitivos; un porcentaje que continúa cayendo por los del receptor. Al final, como dice la dicha popular, “a las palabras se las lleva el viento”. “El receptor no recuerda las palabras dichas, ni puede que recuerde el mensaje; pero sí recuerda cómo se sintió”, explicó Moreno. Y es posible controlar esta cuestión, pero con una “comunicación deliberada y consciente”. 

Paloma Moreno, profesora de EDEM.

Paloma Moreno, profesora de EDEM. / ED

Una buena comunicación, efectiva, es clave para avanzar y conseguir objetivos, “para que pasen cosas”, resumió Moreno. Aunque son varias las dificultades frente a su efectividad, Moreno quiso centrarse en dos. En primer lugar, el contexto actual, un entorno “retador, ambiguo, incierto y conectado”, que hace más complejas las relaciones personales, como consecuencia de un entorno de “fragilidad” marcado por el “estrés, la incertidumbre y la ansiedad”. Y, en segundo lugar, las barreras internas, derivadas de la comunicación más natural y automática del ser humano; la responsable de otra de las manidas expresiones cotidianas: “Es que yo soy así”.

La automatización de la conducta

El cuerpo humano está diseñado para responder de forma prácticamente automática en el 90 % de las ocasiones porque, como explicó la experta, “no podemos estar continuamente pensando cómo vamos a responder” porque “se consume mucha energía”. Pero esas respuestas a los estímulos son inconscientes. Para hacerlas conscientes y deliberadas, para mejorar la comunicación interpersonal, es necesario “pensar y actuar de forma sensata y decidir qué quiero decir, qué lenguaje utilizar y cómo impactará esto en los demás”.

Para conseguirlo es necesario implicarse, comprometerse y hacer un esfuerzo; es decir, “ser proactivo”. Y serlo de forma constante. Como quiso resaltar Moreno, “se puede cambiar la conducta rápidamente”, pero no es tan fácil hacerlo “de forma sostenible” porque significa automatizar ese comportamiento y convertirlo en un hábito. Al final, ser proactivo conlleva “entrenar las habilidades —explicó en la conferencia Comunicación deliberada y consciente—. Ser estático, mantenerme como soy, en realidad, hace que me estanque”.

El esfuerzo es imprescindible. Pero, según la profesora de EDEM, los beneficios pueden ser muchos: tener mayor adaptabilidad, conseguir resultados, alinearse o tener confianza. “En definitiva, la proactividad nos ayudará a ser motores, a ser líderes de cómo comunicamos las cosas”. Y con una comunicación efectiva, “se consiguen resultados”.

Cuatro motores de estilos conductuales

Mejorar la comunicación parte de ser conscientes de la responsabilidad personal de cada uno, según la experta, “de una reflexión inicial de dónde estoy y a dónde quiero ir”, es decir, cómo es mi sistema automatizado y qué debo cambiar. En este sentido, la neurociencia ha permitido establecer una serie de patrones predecibles, con los que el Método de estilos conductuales y de comunicación (DISC) establece los cuatro motores de comportamientos —cada uno se corresponde con un color— presentes en todos los seres humanos, aunque son dos de ellos los que predominan en cada ser humano.

La charla ‘Comunicación deliberada y consciente’ tuvo lugar en el espacio Hub Empresa de Banco Sabadell en València.

La charla ‘Comunicación deliberada y consciente’ tuvo lugar en el espacio Hub Empresa de Banco Sabadell en València. / ED

Según Moreno, es importante “conocernos para saber cómo responder a los demás y a los estímulos del exterior” porque así es posible “transmitir las emociones deseadas a nuestro interlocutor”.

Los cuatro motores de comportamiento del método DISC son:

  • El decisivo (color rojo); una persona cuyo “sistema automático” actúa de forma rápida, es asertivo, determinado y toma las decisiones sin demasiada reflexión, aunque pueden ser demasiado bruscas y directas en su afán por conseguir objetivos.
  • El de color amarillo es el influyente, propio de personas creativas y emocionales, involucradas con los demás y persuasivas; pero que, en momentos de urgencia, son “descuidadas”.
  • En tercer lugar, está el motor de la serenidad (color verde), definido por la automatización de los comportamientos de reflexión y de análisis de diversas variables. Siempre con rasgos emocionales y mediadores, frente a una leve falta de seguridad, su principal limitación.
  • El último se corresponde con el color azul, el del cumplimiento. Se trata de personas dispuestas a seguir las normas establecidas, cuyas decisiones se basan en hechos. Actúan de forma racional y lógica aunque, en contraposición, tienden a ser muy perfeccionistas y, en consecuencia, su exceso de análisis puede provocarles una parálisis. 

Entonces si no hay que tratar a los demás como te gustaría que trataran a ti, ¿cómo hay que hacerlo? Paloma Moreno tiene la respuesta: “como a esa persona le gustaría que le trataran”. Por tanto, es necesario “adaptarse al estilo de esa persona: sintiendo, pensando y luego actuando”, concluyó.