Rafael Juan: "El objetivo en Vicky Foods es que nuestro impacto ambiental sea cero"

La compañía alimentaria valenciana exporta ahora un 25 % de su producción pero aspira a que dicho porcentaje alcance el 75 % a largo plazo

Rafael Juan, en las instalaciones de Levante-EMV, el pasado miércoles

Rafael Juan, en las instalaciones de Levante-EMV, el pasado miércoles / JM Lopez

Rafael Juan nació en 1959 y está ya planteándose que la tercera generación de la familia tome el mando en la empresa creada por sus padres en 1952 en Villalonga. Juan estudió químicas e iba para docente y confiesa que no tenía vocación de seguir los pasos de sus progenitores, pero no contaba con la habilidad de su madre Victoria (en homenaje a ella la marca pasó de Dulcesol a Vicky Foods), quien incorporó a la empresa a su nuera. Así que en 1983, justo el año en que murió su padre, Rafael Juan no pudo escapar a su destino. Ahora es el CEO de un grupo alimentario que, a la espera de cerrar los datos de 2023 -prevé un crecimiento de dos dígitos- terminó 2022 con una cifra de negocio de 536 millones de euros y una producción de 203.000 toneladas entre las plantas de producción de Gandía, Villalonga y Argelia. Las perspectivas para este 2024 «son buenas». Pese a todo, con el tiempo ha podido recuperar su vocación por la docencia, ya que participa en cátedras universitarias o en ESIC «dando algunas charlas de formación o en congresos». Es un acérrimo defensor del deporte: «Me gusta la bicicleta, nadar, correr,y el esquí me fascina».

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La inflación parece que está en vías de control. ¿Lo está notando Vicky Foods?

Llevamos cuatro años, desde que empezó la pandemia, que vivimos casi como en una montaña rusa: estás tranquilo, de repente te viene una bajada, luego te vuelves a recuperar... Ahora parece que la situación, respecto a las materias primas, es más tranquila. Aunque estamos un poco pendientes de un hilo con la situación de Oriente Medio, en principio parece que la situación está por lo menos estabilizada.

¿Qué perspectiva de precios tiene el sector?

En Vicky Foods intentamos trabajar a largo plazo, tanto con nuestros clientes como con nuestros proveedores. De manera que, a medio plazo, un año o dos años, tenemos más o menos las previsiones cerradas, con lo cual, si hay algún movimiento brusco, pues intentamos que nos afecte lo menos posible. Es verdad que esto te puede hacer perder oportunidades, porque tanto los movimientos pueden ser al alza como a la baja, pero preferimos la estabilidad a los sobresaltos, aunque puedan ser positivos.

La industria alimentaria se ve condicionada por otros factores, como el cambio climático, que merma cosechas y encarece productos finales. Es un coste imparable para las empresas del sector.

Creo que, en general, eso se va a estabilizar y que además la tecnología va a hacer que los cultivos vayan mejorando la productividad. Pero la incidencia del cambio climático es obvia. Eso se nota en los precios, en la calidad de las cosechas, de los cultivos y, por tanto, impacta en las materias primas. En el mundo vamos camino de ser 10 mil millones de personas que tenemos que alimentarnos, por tanto tenemos que ser capaces de solucionar los problemas que tiene la agricultura, de que los cultivos sean más productivos y de que produzcamos alimentos para todos. Porque el hambre en el mundo ha aumentado a muy pocos kilómetros de nuestra frontera. Tenemos que ser capaces, aplicando la tecnología, de mejorar la productividad y de alimentar a todo el planeta. Si no, las consecuencias pueden ser desastrosas.

¿Su empresa está haciendo algo en concreto para hacer frente al cambio climático?

Tenemos objetivos básicos que se basan en reducir el impacto ambiental de la actividad, por ejemplo, mejorando la huella de carbono, reduciendo el consumo de agua, el consumo de energía, el consumo de envases tanto de plástico como de papel. Y tomamos medidas. Por ejemplo, con la instalación de paneles fotovoltaicos. Tenemos una planta donde producimos todos los envases y estamos siempre intentando minimizar la cantidad de plástico que utilizamos para envasar los productos. En los próximos ejercicios, entre la instalación de paneles fotovoltaicos que hemos conseguido y el intentar que el mix de energías que compramos sea más renovable, vamos a ser capaces de cumplir con los objetivos de sostenibilidad. Nuestro objetivo es que nuestro impacto ambiental sea cero. Tenemos también la certificación de residuo cero. Y es que valorizamos todos los residuos que producimos.

Por si no fuera suficiente con el cambio climático, ahora están en el escenario las guerras de Ucrania y Gaza y los ataques en el Mar Rojo, que también están trastocando el comercio en general y de las materias primas en particular, como por ejemplo el trigo o el aceite de girasol, que tiene una importancia capital para Vicky Food. ¿Cómo lo ve?

Lo que hacemos es tener compromisos a medio o largo plazo con los proveedores para mitigar los posibles problemas. Ahora hay una tensión en algunas materias primas derivada del conflicto de Oriente Medio, pero para nosotros, por ahora, no tiene un impacto significativo. Es verdad que si el conflicto se alarga, al final puede haber consecuencias. Pero quiero pensar que el conflicto se va a solucionar porque es absolutamente lamentable que veamos los países en guerra que estamos viendo en pleno siglo XXI.

¿Qué proyectos de inversión tiene el grupo?

Nuestro proyecto más importante es el de nuestra fábrica en Francia, en una población que está a unos 100 kilómetros al norte de Lyon. Ahí estamos construyendo una planta de producción que en la primera fase tiene unos 22.000 metros cuadrados, donde vamos a instalar varias líneas enfocadas sobre todo al mercado francés y al norte de Europa. La inversión prevista está en 80 millones de euros. Esperamos, en lo que queda de año, poder poner en funcionamiento la primera línea. Ahí fabricaremos los productos que ya estamos vendiendo en Francia, que son principalmente pan y posiblemente algo de bollería.

¿Cuánto representan las exportaciones en las ventas?

Estamos cercanos al 25% y en valor algo menos, un 21%, porque hay una parte de las ventas que nosotros hacemos a través de nuestras delegaciones comerciales, de productos que comercializamos. Tenemos buena perspectiva de poder seguir creciendo en mercados exteriores. Si me planteara un objetivo de largo plazo, pues sería que el balance fuera lo contrario, que el 75% fuera el mercado exterior. Esa es la aspiración.

¿En cuántos países están?

Ahora mismo, tenemos presencia en 60 países. Es verdad que hay países donde tenemos muy poco volumen. Los países donde más implantación tenemos son Argelia y Marruecos y los de nuestro entorno, como Portugal, Francia, Reino Unido, Italia o Alemania.

Siendo como es la alimentación una cuestión cultural, ¿encuentra Vicky Foods algún tipo de impedimento para adaptar productos pensados más para el mercado español a otros mercados?

Hemos tenido que aprender. Hace 30 años, cuando empezábamos a exportar, queríamos vender lo que fabricábamos. Las líneas que teníamos en esa época eran poco flexibles y nos resultaba complejo adaptar nuestros productos a las demandas exteriores. Esto empezó a dar un vuelco a partir del año 2008, cuando decidimos poner el foco en la internacionalización, es decir, no solo en vender, sino en ver de qué manera podemos abordar mejor cada país. Y a partir de ahí empezamos a adaptar nuestro portfolio a las necesidades de cada país. Los gustos, los envases, porque muchas veces el mismo producto cambia el formato o los sabores. También elaboramos productos específicos para esos mercados. En el fondo, lo que hemos cambiado es, en lugar de tener el foco en el producto, tenerlo en el cliente.

¿La innovación de producto como la realizan?. ¿Es decir, es una labor interna o tienen algún tipo de ‘feedback’ con gente de fuera?

Los desarrollos los hacemos todos internamente y lo que intentamos es tener las antenas muy bien puestas y, sobre todo, buscar las ideas de los clientes. Por una parte, nos entran ideas de los clientes, de los grandes clientes que tenemos en distribución, que tienen a veces demandas de productos nuevos que nos trasladan también desde nuestra red comercial. Tenemos una red comercial bastante importante en España, en Portugal, en Argelia, en Marruecos, en Francia y a través de ella también nos entran muchas ideas de cambios, de demandas, de productos nuevos. Y todo esto lo canalizamos a los diferentes equipos que tenemos para desarrollar los productos. Claro, en desarrollar un producto interviene por una parte lo que es la receta del producto en sí y por otra la tecnología. Entonces tenemos que trabajar conjuntamente en la parte comercial y de marketing, con la parte tecnológica de producto.

¿Tiene previsto invertir en establecerse en algún otro país además de Francia y Argelia?.

Con el proyecto de Francia ya tenemos el cupo cubierto para los próximos tres o cuatro años. Con el objetivo de que un 75% de nuestro negocio venga de fuera, tendremos que abordar más países, obviamente. Se trataría de algún país donde podamos tener también una unidad productiva en función de la demanda que tengamos en ese país. Ni es de sentido común ni es sostenible estar enviando alimentos desde Valencia a todo el planeta. Lo lógico es producirlos lo más cerca posible.

Ha anunciado su jubilación a no mucho tardar.

Uno tiene su edad. He cumplido 64 y voy camino de los 65. Si, en general, la media de la población con 65 años se jubila, pues es lógico tener esa aspiración, pero bueno, esto es más bien broma. O sea, yo no pienso en mi jubilación, pienso en la generación que viene. Que demuestre sobre todo que es capaz de liderar el proyecto y que este cambio generacional lo pueda ver con mis propios ojos que se consolida. Tengo la suerte de que mis tres hijos están en la empresa, están preparados y con ganas. Por tanto, creo que procede darles el testigo. Esa es un poco mi ambición. Ahora, no tenemos una fecha concreta. Tampoco mi intención es de la noche a la mañana. La idea es poco a poco ir haciendo una transición ordenada.

¿Seguirá Vicky Foods, pese a su expansión, como empresa familiar?

Mi madre nos dejó un enorme legado de valores de empresa familiar, de ser una empresa autosuficiente, sin una necesidad financiera y, por tanto, tenemos una posición sólida que propicia que la empresa siga creciendo a medio y largo plazo. El enorme legado recibido de mis padres creo que ahora mismo, con la tercera generación, está en buenas manos.