(Neg)ocio

Pilotar drones, un futuro laboral de altos vuelos

Escuelas como EagleDron, en Cheste, enseñan una disciplina con salidas profesionales infinitas

EagleDron, “aeroescuela” donde los aspirantes a pilotos de dron aprenden a manejar estas pequeñas aeronaves

EagleDron, “aeroescuela” donde los aspirantes a pilotos de dron aprenden a manejar estas pequeñas aeronaves / Germán Caballero

Pilotar un dron ya no es una actividad extraña para la población. Desde que surgió una primera normativa en 2014, el paso de los años ha hecho que estos aparatos aéreos alcen el vuelo cada vez más en España. Pero tener la oportunidad no significa poder hacerlo. La legislación actual obliga a registrarse a todas aquellas personas que quieran pilotar un dron con cámara -para uso recreativo o dentro del ámbito profesional-, un censo que lleva aparejado una capacitación obligatoria que está disparando el número de alumnos que pasan por las conocidas como escuelas de drones.

Es la sensación que se percibe dentro de EagleDron, una de las pocas compañías formativas en España reconocidas por la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) y dedicadas exclusivamente a esta rama de la aeronáutica. Como explica su administrador y responsable de formación, Juan Manuel Gil, el de los pilotos es un sector «que está creciendo» en los últimos años. En el caso de esta escuela, situada en el municipio valenciano de Cheste y abierta desde 2016, su principal nicho de mercado lo representan las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado (aproximadamente entre el 75% y el 80% del total).

Juan Manuel Gil con un dron en sus instalaciones de formación

Juan Manuel Gil con un dron en sus instalaciones de formación / Germán Caballero

Cambio de estrategia

Sin embargo, por sus aulas pasan cada vez más trabajadores de empresas que, en vez de subcontratar estos servicios, «se han dado cuenta de que formando a sus empleados los pueden tener disponibles en cualquier momento». Es un cambio de extrategia, explica Gil, que está llevando al sector «hacia una mayor profesionalización» y que se está realizando especialmente por parte de las grandes compañías, sean del sector que sean, tanto públicas como privadas.

Entre las compañías que han recurrido a su formación, por ejemplo, se encuentran ramas tan diversas como las que representan Vaersa (servicios medioambientales), Global Omnium (gestión del agua), Pavasal (construcción), Ferrovial y el Valencia CF, que ve este uso de los drones -señala Gil- como un mecanismo «útil para evaluar el rendimiento de sus futbolistas». En otros casos, como el de Pavasal, las posibilidades son que «los levantamientos del terreno, pues hacerlos con drones que ahorra tiempo». «En 10 minutos tienen la tarea hecha», destaca sobre ello este exmiembro de la unidad de helicópteros de la Guardia Civil.

Millones de actividades

A fin de cuentas, añade el dirigente de este centro compuesto por ocho personas aunque solo con él como trabajador a tiempo completo, «hay millones de actividades laborales en las que se pueden utilizar drones», horizontes en los que estos aparatos del aire sirven como una «herramienta» de trabajo más para una persona «que ya tiene conocimientos en un área concreta». Es una realidad ampliamente conocida, por ejemplo, que crece «despacio» entre los fotógrafos y los reporteros de televisión, pero también en muchos otros y dispares entornos.

Acompañados de una inversión en un dron que comúnmente no alcanza los 3.000 euros pero que en otros casos puede llegar a superar los 25.000, Gil afirma que mucha gente «se forman como piloto y a partir de ahí se especializa» en negocios al alza como la termografía y las energías renovables, y en otros siempre necesarios como el de la fumigación. Es un escenario que explica que por la formación de EagleDron pasen ya cerca de 1.500 personas al año.

No obstante, la enseñanza para todas estas personas no es la misma. La formación que realiza la escuela se divide en los niveles de capacitación de la AESA. Mientras los contenidos del nivel 1 los enseña y examina la propia agencia, tanto el nivel 2 (que ya requiere una formación autopráctica) como el nivel 3 (de escenarios específicos para los pilotos, incluye operaciones en entornos urbanos y vuelos más allá del alcance visual) son impartidos en instalaciones como las de EagleDron. «Se suele tardar una media de 15 días para pasar cada nivel, por lo que, si los coges en forma de paquete, tardas alrededor de mes y medio en superar los tres niveles de formación», asegura Gil.

Pilares económicos

¿Y cuánto cuesta todo ello? En su caso, explica, «se ofrece una formación individualizada, que tiene un coste mayor». Por ello, para el segundo nivel, esta se sitúa en 170 euros, cantidad que en el tercero se eleva hasta los 450 euros (que se reduce a 280 sí se ha pagado el nivel 2 también). A fin de cuentas, la formación es uno de los pilares, resalta Gil, que sostienen el negocio junto a las labores de asesoría y, en menor medida, la venta de los propios drones.

Sin embargo, con la escuela «más que ganar dinero y rentabilidad, lo que se busca es disfrutar», añade el dirigente. Más allá de su sueldo, enfatiza que todo lo ganando desde que abrieron lo han «reinvertido», un montante que se ha podido situar -según cifra- en los 60.000 euros al año. Fruto de ello, entre sus instalaciones hay hoy un campo de vuelo en el que se realizan las prácticas, un terreno que quiere «seguir mejorando». Todo para seguir impulsando una actividad que es, cada vez más, de altos vuelos.

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