El gran aumento de dispositivos electrónicos durante los últimos años ha hecho indispensable el reciclaje de sus elementos mediante alternativas como el uso de teléfonos móviles reacondicionados. Esta necesidad viene dada por la obligación de reducir la huella ecológica que provoca la producción de los teléfonos móviles y porque algunos de los elementos que se utilizan para su producción son finitos.

 Se calcula que el 80% de la población mundial hace uso del teléfono móvil. En la actualidad hay un total de 6,3 billones de smartphones circulando por el planeta. En España, se prevé que los usuarios de estos dispositivos ascenderán hasta los 39,61 millones en 2025, según un estudio de Statista.

 Debemos tener en cuenta que para la fabricación de un smartphone se utilizan más de 200 minerales, entre los que se encuentran el aluminio, el coltán, el terbio, y el neodimio, todos altamente contaminantes. En concreto, cada teléfono móvil contiene 40 materiales tóxicos diferentes, según un estudio realizado por la Universidad de Surrey. Además, para producir un solo teléfono inteligente es necesario viajar a través de cinco continentes y utilizar 200 kg de materias primas (para un teléfono de 5,5 pulgadas), lo que provoca una huella ecológica considerable.

 A esto se suma la difícil extracción de los materiales, que complica aún más la producción de dispositivos electrónicos. La fuerte deslocalización de estos materiales y su uso intensivo en la fabricación de aparatos eléctricos y electrónicos (AEE) pone de manifiesto el problema que supone comercializarlos de forma sostenible.

Entre ellos se encuentra el coltán, que es una roca compuesta por los minerales columbita (una mena de columbio o niobio) y tantalita (una mena de Tantalio). Se trata de un recurso estratégico imprescindible en la fabricación de componentes electrónicos por su ductilidad, fácil fabricación, elevada resistencia a la corrosión por ácidos, buena conducción del calor y electricidad, y su alto punto de fusión. Su importancia viene marcada porque ha permitido reducir entre diez y veinte veces el tamaño y peso de los dispositivos tecnológicos.

 Sin embargo, el problema del coltán es su escasez e irregular distribución. El 80% de las reservas mundiales se encuentran en la República Democrática del Congo, el 10% en Australia y el otro 10% entre Tailandia, Brasil y el resto del mundo.

 Además, tenemos que recordar que este material no es renovable, por lo que cada día que pasa está más próxima su desaparición. Aunque en la actualidad, los científicos siguen estudiando nuevos materiales sustitutivos al coltán, por el momento la única solución para evitar que se agote es reutilizar los aparatos electrónicos y acondicionarlos para darles una segunda vida.

Es importante que tengamos en cuenta que durante el año 2019, el mundo generó 53,6 millones de toneladas de residuos tecnológicos, según el estudio Global E-waste Monitor 2020. Y de esa cantidad, solamente el 17,4% de estos residuos se reciclaron adecuadamente, lo que demuestra que el ritmo de reciclaje es mucho más lento que la producción de residuos electrónicos.

Los flujos transfronterizos de residuos electrónicos se han convertido en una gran preocupación para los países exportadores y para los importadores, y la mayoría de ellos se transfieren desde el hemisferio norte hacia el hemisferio sur. De esta forma, se crean desastres ecológicos como el sucedido en Ghana, país que importa 250.000 toneladas de desechos electrónicos del Primer mundo y donde la contaminación por plomo, cadmio y otros contaminantes llega a superar en 50 veces los niveles libres de riesgo.  

Teniendo en cuenta estos datos, debemos ser conscientes de que reacondicionar teléfonos móviles permite disminuir considerablemente la huella ecológica de la producción de estos aparatos. En concreto, un teléfono reacondicionado permite reducir 47 kg de CO2 a la atmósfera (lo equivalente a conducir 328 km con un coche de gasolina de tamaño mediano) y ahorrar alrededor de 12 litros de agua limpia. Esto significa que si todos los teléfonos vendidos durante el 2019 (1.371 millones de unidades) hubieran sido reacondicionados, se habría ahorrado lo equivalente a conducir más de 449 billones de kilómetros con un coche de gasolina. Cifras que tenemos que interiorizar para realizar un consumo más responsable de los dispositivos electrónicos.

 Y es que cambiar la forma de consumo de estos aparatos, por ejemplo con el reacondicionamiento de teléfonos móviles, permitiría reducir un 84% la emisión de CO2 a la atmósfera y ayudaría a frenar la extinción de materiales no renovables que son indispensables para la producción de estos aparatos.