Pescado de acuicultura: Leyendas urbanas vs. Realidad

Repasemos algunos de los mitos más comunes sobre la acuicultura en España. ¿Qué hay de cierto y qué hay de leyenda urbana en estas creencias populares?

Pescado de acuicultura: Leyendas urbanas vs. Realidad.

Pescado de acuicultura: Leyendas urbanas vs. Realidad. / ED

En el entramado de la alimentación moderna de España, donde la tradición se encuentra con la innovación, la acuicultura ocupa un lugar destacado. Esta actividad, que ha evolucionado desde los métodos ancestrales hasta abrazar las tecnologías del presente, es mucho más que sencillamente cultivar pescado. Representa una confluencia de arte, ciencia y un compromiso con el futuro sostenible.

Sin embargo, la acuicultura, con toda su importancia, no está exenta de estar rodeada por un proceloso mar de mitos y prejuicios. Estas ideas, a menudo distantes de la realidad, han tejido una red de dudas y especulaciones en torno a este sector crucial. En esta exploración, buscamos arrojar luz sobre estas historias, desentrañando las verdades y desmontando los mitos que rodean este pescado.

Mito número uno: “El pescado de acuicultura tiene menos nutrientes que el pescado silvestre”.

Mito número uno: “El pescado de acuicultura tiene menos nutrientes que el pescado silvestre”. / ED

Desde las barras de los bares hasta las mesas de cada hogar, el pescado de acuicultura se ha convertido en un tema recurrente de conversación. Es momento de navegar a través de estas aguas para ofrecer una visión clara y precisa de lo que realmente significa la acuicultura en el contexto de nuestra cultura gastronómica y nuestra responsabilidad medioambiental.

Mito número uno: “El pescado de acuicultura tiene menos nutrientes que el pescado silvestre”.

¿Cuántas veces has escuchado o leído "El pescado de acuicultura tiene menos nutrientes que el pescado silvestre"? Sin embargo, al adentrarnos en la realidad científica, y dejando de lado los mitos, descubrimos que el pescado de acuicultura dispone de unas cualidades nutricionales excelentes. Rico en proteínas de alta calidad, ácidos grasos omega-3, vitaminas como la D y B2, y minerales como calcio, fósforo, hierro, zinc, yodo, magnesio y potasio, el pescado cultivado nos aporta nutrientes esenciales para nuestra salud, contribuyendo a reducir la presión arterial y disminuir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.

Del mismo modo que los pescados grasos silvestres, como las sardinas y el arenque, son conocidos por su riqueza en omega-3, pescados de acuicultura como la trucha y el atún rojo también destacan por su elevado contenido de estos ácidos grasos esenciales; un claro ejemplo de que, independientemente de su origen, ofrecen beneficios nutricionales similares. La acuicultura en España, regulada por la estricta normativa española y europea, garantiza que la alimentación y el cuidado de los peces cultivados se realice bajo estrictos estándares de calidad y trazabilidad total. Esta cuidadosa supervisión asegura que los peces de acuicultura no solo sean seguros para consumir, sino que también ofrezcan un perfil nutricional que se alza con orgullo junto al del pescado silvestre.

Mito número dos: " La alimentación en la acuicultura se basa en productos químicos no naturales".

La creencia de que la acuicultura se basa en una alimentación artificial para los peces es un mito que necesita ser desmentido. Lejos de basarse en productos químicos no naturales, la alimentación en la acuicultura española se centra en dietas equilibradas y cuidadosamente formuladas. En la realidad, especialmente en el contexto de la acuicultura española, la alimentación de los peces sigue un proceso cuidadosamente controlado, a partir de materias primas naturales. Las dietas son diseñadas para reflejar la riqueza nutritiva natural de estos peces, asegurando un crecimiento sano y completo.

En España, la acuicultura opera bajo normativas legales estrictas que garantizan la calidad y el bienestar animal. Unas regulaciones capaces de asegurar que cada aspecto del cultivo de los peces es responsable y sostenible. Las dietas de los peces son supervisadas y basadas en la ciencia y en la naturaleza, enfocándose en promover un desarrollo saludable y natural.

Mito número dos: " La alimentación en la acuicultura se basa en productos químicos no naturales".

Mito número dos: " La alimentación en la acuicultura se basa en productos químicos no naturales". / ED

Proyectos científicos como INNoacui y Piscibien son ejemplos concretos del compromiso de la acuicultura española con la investigación, la mejora continua, la sostenibilidad y la responsabilidad ambiental. Estas iniciativas demuestran un esfuerzo constante por mejorar las condiciones de vida de los peces y por un cultivo respetuoso con el medio ambiente y beneficioso para los consumidores.

Es importante tener en cuenta que, la acuicultura de España se apoya tanto en la ciencia y la innovación como en la naturaleza y la nutrición. Los alimentos empleados en la acuicultura fomentan la salud intestinal y refuerzan la inmunidad natural, mejorando el bienestar de los peces y reduciendo la necesidad de intervención. Este enfoque proactivo no solo garantiza la salud de los peces, sino que también asegura que los consumidores recibamos un producto final de la más alta calidad que cumple con la promesa de las cinco "eses": seguro, sano, sabroso, saludable y sostenible.

Así, se desvanece el mito, revelando una acuicultura que armoniza tradición y modernidad, ciencia y respeto por la naturaleza, desmintiendo la idea de que el cultivo de pescado implica una alimentación artificial o dañina.

Mito número tres: “El pescado cultivado no sabe igual que el silvestre”

Lejos de las percepciones comunes, el pescado de acuicultura se destaca por su sabor y textura, los cuales pueden equipararse e incluso superar, en muchas ocasiones y según cómo se cocine, a los del pescado silvestre. Esta calidad se logra gracias a la meticulosa atención en su crianza, asegurando una experiencia culinaria excepcional. De hecho, numerosos factores influyen en estas características, incluyendo las condiciones de vida, la dieta, el esmero en su forma de cosecha y los métodos de cocción. En la acuicultura, se garantiza un entorno controlado donde la alimentación y el bienestar de los peces son cuidadosamente gestionados, lo que resulta en una calidad constante y sabores refinados en cualquier momento y en todos los ejemplares por igual. 

En España, especies de acuicultura como la dorada, el rodaballo, la anguila, la trucha arcoíris o el esturión, son apreciadas por su sabor exquisito y textura ideal. Esta calidad es reconocida y valorada en la alta gastronomía española, donde chefs renombrados y estrellas Michelin emplean pescado de acuicultura en sus mejores creaciones culinarias. 

Estos chefs no solo buscan la excelencia en sus platos, sino que también reconocen la relevancia de la sostenibilidad y la alta calidad de los pescados de acuicultura. Su uso habitual en la alta cocina es un testimonio de su calidad organoléptica, desmontando así el mito de que el pescado de acuicultura no alcanza en sabor o textura al silvestre.

Mito número cuatro: “La acuicultura daña el medio ambiente”

Contrariamente a la creencia de que la acuicultura es perjudicial para el medio ambiente, el sector en España demuestra un compromiso profundo con la sostenibilidad y la responsabilidad ambiental. La acuicultura española no solo contribuye a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y el Pacto Verde Europeo, sino que también es pionera en adoptar prácticas innovadoras y socialmente responsables.

Mito número cuatro: “La acuicultura daña el medio ambiente”.

Mito número cuatro: “La acuicultura daña el medio ambiente”. / ED

Las instalaciones de acuicultura en España mantienen un control exhaustivo de la calidad y salubridad del agua, tanto en su uso como en su devolución a ríos y mares. Este proceso garantiza que el agua se mantenga limpia y en condiciones similares o incluso mejores que las del entorno natural, lo que es fundamental para la salud de los peces y el ecosistema.

En cuanto a las emisiones, el sector acuícola en España se destaca por tener uno de los índices más bajos de emisiones de CO2 en proporción a la cantidad de proteína animal producida. Este bajo impacto ambiental es una muestra de cómo la acuicultura puede ser parte de la solución al cambio climático. Adicionalmente, el sector mantiene un compromiso firme con la medición y reducción regular de su huella de carbono, lo que refleja su dedicación a la transparencia y la mejora continua en términos de sostenibilidad.

La acuicultura española crece en consonancia con la economía azul, un símbolo de progreso y esperanza, y es un ejemplo de cómo la producción de alimentos puede alinearse con el cuidado del planeta; destacando no solo por su sabor, sino por su compromiso con la salud y la seguridad. La cuestión de qué comen los peces de cultivo, lejos de ser un misterio, es un relato de transparencia y responsabilidad.  

Conclusión

La acuicultura española, un lienzo donde se pintan los colores de un futuro alimentario sostenible, se revela como un sector crucial en la narrativa de nuestra alimentación. Cada pescado cultivado en sus aguas es un testimonio de compromiso con la calidad, la salud y el respeto por el medio ambiente. Esta realidad, tejida con cuidado y conocimiento, nos invita a repensar los mitos y a abrazar la acuicultura como un pilar fundamental en la mesa del mañana. En este viaje de sabores y ciencia, España se erige no solo como líder en volumen de cosecha en la Unión Europea, sino como estandarte de una acuicultura que mira hacia el futuro con responsabilidad y esperanza.