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Los caballos del norte que se hacen fuertes en la C. Valenciana

El tiro y arrastre renace con la pandemia e impulsa la crianza y entrenamiento de percherones de los Pirineos en la Comunitat

Daniel Avia, propietario de una granja de cabalos en Catarroja Miguel Ángel Montesinos

Con el fin del toque de queda, la mejora de la situación sanitaria y, por tanto, las menores restricciones derivadas de la pandemia de coronavirus también renacen algunas actividades y aficiones ganaderas muy arraigadas en la Comunitat Valenciana en otros tiempos y cuyos protagonistas se resisten a desaparecer: la crianza y entrenamiento de caballos para concursos de tiro y arrastre y, ocasionalmente, para tareas agrícolas. Cuenta el presidente de la Federació de Tir i Arrosegament, Jesús Máñez, que a pesar de la caída drástica del censo de estos animales desde mediados del siglo pasado por la mecanización del campo «existe todavía un germen de esperanza» que lleva a mantener el optimismo sobre el futuro de esta actividad y que todavía da vida a casi un millar de caballos de estas características en algunos pueblos rurales de la autonomía.

Daniel Avia, propietario de una granja de caballos en Catarroja, en una imagen tomada el pasado miércoles | M. A. MONTESINOS

El tiro y arrastre, tarea cargada de fuerza, destreza y simbiosis entre hombres y bestias, hunde sus raíces a principios del siglo XX. En la actualidad, tras un año de parálisis, este fin de semana vuelven las competiciones de esta autóctona afición en Benifaió (La Ribera Alta), con más participación de caballos que nunca. Eso confirma que la afición se mantiene viva. Según Máñez, en tiempos de confinamiento han aumentado las compras equinas respecto a los años anteriores porque la gente tiene más tiempo para cuidarlos.

Nuevos tiempos

Pero no todos los corceles sirven para realizar esas tareas de campo o competir en los citados concursos. Se buscan potros jóvenes -entre dos y tres años de edad- de razas como hispano-bretones o percherones procedentes del Pirineo de Navarra, Aragón y Cataluña, así como de tierras de León. Son los más recios del mercado. Su precio oscila entre los 1.600 y 2.000 euros, aunque ahora, con la crisis, las cotizaciones han bajado en las principales ferias comerciales de España: Pamplona y Puigcerdà, asegura Máñez. Cuando ya están entrenados para competir, lógicamente, su cotización se dispara. Se pueden pagar hasta 20.000 euros por un ejemplar que gane campeonatos.

Esta práctica consiste en arrastrar a lo largo de cincuenta o sesenta metros un carro lleno de sacos de arena con un peso que duplica al del animal. El tiempo no puede exceder de cinco minutos. Gana quien recorre el espacio en menos tiempo. Hay categorías según los pesos de los caballos.

Ajeno a las críticas del Partido Animalista, que considera infundadas, el sector del tiro y arrastre dice que no existe maltrato. «Es un deporte autóctono donde hombre y caballo se unen en un único esfuerzo para demostrar fuerza y aguante, aunque sea el caballo el que más carga y fuerza emplee en la prueba. Está totalmente prohibido maltratar al animal», puntualiza el dirigente de la federación.

Concurso de tiro y arrastre celebrado en el viejo cauce del río Túria en València, en el verano de 2019. | EDUARDO RIPOLL

Jesús Máñez, hijo y nieto de tratantes de ganado en su localidad natal de La Ribera Baixa, busca también el respaldo de las administraciones públicas para garantizar el futuro de esta actividad tradicional. Por eso ha promovido, con el respaldo de otras instituciones y organizaciones sectoriales, que las fiestas de tiro y arrastre sean consideradas como Bien de Interés Cultural (BIC). En esos trámites anda la Diputación de València.

Una afición con futuro

Los caballos utilizados en los concursos de tiro y arrastre generan ingresos a almacenes de piensos, fabricantes de aperos o veterinarios, entre otros negocios. Según Máñez, se trata de una actividad «muy sacrificada» porque hay que entrenar diariamente a los caballos, que generan un gasto diario de entre cuatro y cinco euros si no hay empleados al cargo. «Mantener a los caballos de tiro y arrastre es algo muy diferente a lo que pasa con los caballos de carreras o de paseo, que viven en explotaciones ajenas y hay empleados para mantener esas instalaciones», explica el máximo responsable de la federación valenciana.

Del futuro del sector también habla Daniel Avia, de 33 años de edad y propietario de una cuadra de caballos en Catarroja. Allí cría estas especies traídas de tierras del norte de España. Los saca a entrenar todos los días. Ahora que aprieta el calor inicia las sesiones a las 6.00 horas. Posee ocho caballos de tiro y seis, de doma. Siempre que puede acude a los principales certámenes nacionales para observar y, si procede, compra ejemplares de la raza hispano-bretona.

Según este valenciano de Albal, cada vez hay más gente joven aficionada a estas tareas en pueblos de comarcas de València y de Castelló . Benicarló es una de sus plazas fuertes. «No hay que pensar que es tarea de viejos. Desde hace poco tiempo se observa cierta renovación y gente joven de pueblos rurales se aficionan al mantenimiento de este tipo de caballos. Tiene futuro», añade.

Daniel Avia también considera demagógicas las críticas de los partidos animalistas. «Cuidamos a los caballos como a nuestros hijos, vigilamos su alimentación, salud y bienestar», resalta este criador de animales con varios concursos ganados a sus espaldas.

Entre los propietarios de jacas de auténtica leyenda de tiro y arrastre sobresale Juan Francisco Colomer Celdrán, más conocido como Paco Carrusero. Ha hecho del caballo un medio de vida y, sobre todo, una afición que se ha ganado un lugar destacado entre los campeones históricos del tiro y arrastre valenciano.

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Otros caballos de leyenda

Este agricultor de Benifaió se crió entre animales desde la infancia. El caballo suponía, antes de la introducción de la maquinaria agrícola, un elemento esencial para el trabajo de las tierras y el transporte de personas y cosechas. Carrusero ha vencido en prácticamente todos los pueblos y en las diferentes categorías establecidas. En su cuadra acumula decenas de trofeos de concursos, desde Benicarló hasta Benissa, pasando por Utiel, Xàtiva o la propia València. Gracias a jacas como Kempes, Sofía, Arrusa o Superman Carrusero es uno de los grandes campeones del tiro y arrastre junto a otras figuras como Ximo Ferrer de Silla, Antoni Impar de Benicarló, Francisco Ferrer de Alzira, Enrique Platero de Utiel o Manuel Alegre de Castelló.

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