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Canto del cisne de los talleres ante la amenaza eléctrica

Los casi 3.000 negocios de reparación de vehículos que hay en la C. Valenciana elevan ventas por la falta de coches nuevos pero están condicionados por una electrificación que reducirá flotas y averías y transformará el oficio

Manuel Nemesio revisa un coche en una zona habilitada para eléctricos. M. A. Montesinos

Los talleres de reparación de vehículos siempre han estado ahí. Son uno de esos elementos constantes, como hornos o peluquerías, que se replican a lo largo de los barrios, vertebrándolos y dándoles vida. Pero los días de muchos de ellos podrían estar contados y los del resto, los que sobrevivan, serán muy diferentes. Y es que pese a recibir una menor atención mediática, estos negocios (casi 3.000 en la C. Valenciana según la principal asociación del sector) también están sufriendo en sus carnes los efectos del arduo camino hacia la electrificación que recorre la industria del automóvil desde hace años y que la pandemia ha terminado de embarrar.

Los vehículos a combustión siguen siendo la mayor parte del negocio. | M. A. Montesinos

Las nuevas formas de propulsión transformarán el interior de los vehículos, simplificando y aligerando sus motores y reduciendo a la vez el número de componentes mecánicos. Además, el ‘cerebro’ de los coches eléctricos pasará a estar en los ordenadores de a bordo que incorporan, lo que implica que se podrán reparar a distancia con una actualización como las que hoy hacen nuestros smartphones mientras dormimos. Es decir, más que mecánicos harán falta informáticos.

Nuevos elementos de seguridad en los talleres. | M. A. Montesinos

Y, por si fuera poco, las propias marcas están aprovechando esa digitalización para ganar terreno a los talleres independientes extendiendo sus servicios de asistencia técnica propios y ‘cerrando’ el acceso a esas centralitas electrónicas para que solo entren los establecimientos y los empleados a los que ellas mismas han autorizado.

Una ‘muerte dulce’

Por el momento, esa misma electrificación que amenaza su futuro es la que ahora mismo le está dando oxígeno a los talleres. Las dudas sobre cómo evolucionarán las normativas de emisiones contaminantes, el alto precio que todavía se pide por estos modelos y la falta de infraestructura desplegada hace que el consumidor todavía se muestre reacio a tirarse a la piscina y apostar por un eléctrico puro.

Además, la crisis de los microchips también juega a favor de los talleres: la producción se ha desplomado, no hay stock de coches nuevos y la segunda mano se ha disparado. En 2021 en la Comunitat Valenciana por cada matriculación (61.000) se vendieron más de tres coches de ocasión. De los más de 188.000 usados vendidos, 68.000 tenían más de 15 años.

Así las cosas, la incertidumbre es la tónica entre los profesionales del sector, que no saben cuánto tardará en ser mayoritaria la opción de los cero emisiones y que, mientras, tampoco disponen de un tamaño muestral suficiente para saber qué fallos son más habituales en estos modelos.

Según apunta Manuel Nemesio, propietario de Automóviles Nemesio, «la situación es muy complicada». «Las averías serán diferentes y muchas partes del mantenimiento se van a reducir», explica. Por eso, «los talleres pequeños que viven de cambiar el aceite —que desaparece— y de pasar revisiones previas a las ITV van a tener complicado sobrevivir», añade. Según Nemesio, su principal problema será hacer frente a la inversión necesaria para tecnificar el taller, que no concreta pero sitúa en los «muchos miles de euros».

María José Lladró, secretaria técnica de Fevauto, la mayor asociación provincial del sector, también vaticina un periodo de «reconversión y muchos cierres». Además de los peligros mencionados anteriormente, Lladró apunta a otros dos: la falta de relevo generacional en los talleres y, sobre todo, a la especie de OPA que muchas marcas están lanzando sobre estos negocios.

El ejemplo llega del otro lado del charco y de la mano del referente en este sector, Tesla. La compañía de Elon Musk, que ya lanzó lo que se conoce como software «on-the-air» para que el propio usuario o el servicio técnico pueda ‘manipular’ el sistema operativo de su coche, ahora ofrece un servicio técnico ‘en ruta’. Mediante la geolocalización, saben dónde está el coche a reparar: solo hay que concretar una hora y los operarios acuden al rescate. Ahora el sector ha logrado que Bruselas obligue a las marcas a dar acceso a la información técnica del vehículo, si bien estas tendrán que autorizar primero al negocio y al profesional.

Como pasa con el sector auxiliar del coche, hay empresas que ya diversifican. La nueva movilidad obliga a reorientarse y muchos talleres se han abierto a reparar motos, bicicletas y patinetes eléctricos. «Al final, vendemos movilidad y los vehículos, sean cuales sean, seguirán necesitando un taller», remata Lladró.

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