No puedo estar contento con la propuesta del tratamiento en frío que Bruselas finalmente ha aprobado. Es cierto que marca un camino para frenar la falsa polilla (Thaumatotibia leucotreta), aunque no es el paso que necesitamos. Primero, porque la decisión que han alcanzado los políticos no responde a pies juntillas a los estudios científicos de la EFSA, renunciando a parámetros estandarizados que sí exigen otras potencias como Estados Unidos a los cítricos españoles e incluso sudafricanos. La medida se restringe a las naranjas, dejando fuera a las mandarinas y los pomelos que también pueden traernos la falsa polilla. Y su aplicación no va a llegar a tiempo para los primeros cargamentos que ya están partiendo desde Sudáfrica, pues está previsto que no entre en vigor hasta el 20 de junio. Lógicamente, estaremos vigilantes por si continúan interceptándose lotes infestados y, en ese caso, alzaremos la voz para reclamar un tratamiento en frío verdaderamente eficaz y no descartamos iniciar acciones legales por daños y perjuicios, ya que no es de recibo que los agricultores paguemos, tal como ocurre con el ‘cotonet’ de Sudáfrica, las irresponsabilidades cometidas por los políticos. Hablamos de prevenir la llegada de la tercera plaga con mayor impacto global. En nuestra citricultura ocasionaría unas mermas medias del 26%. Pero es que la falsa polilla también podría afectar a frutas de hueso, aguacate, viña, olivo, caqui, granado, manzana, pera, pimiento, tomate o berenjena, así como al roble, con lo que el tratamiento en frío resulta imprescindible para el conjunto de la agricultura y los bosques europeos. Sin embargo, frente a esta emergencia fitosanitaria, la Comisión Europea ha exhibido un espectáculo bochornoso. Será difícil de olvidar la humillación que Países Bajos, acompañado de Alemania, infringió a un Estado miembro como España al retirar el tratamiento en frío del orden del día del viernes 20 de mayo. El país de Timmermans defendió las comisiones de su puerto por encima de la seguridad vegetal y lo hizo con una actitud mafiosa, sin transparencia y con un desprecio al principio de solidaridad europea. Nos alegramos de que el Gobierno español recondujera la situación de manera seria y recabara el apoyo de la mayoría de países para hacer justicia. Esperamos que esto no se vuelva a permitir porque queremos una Europa de todos los europeos y no de unos pocos que se creen los amos y señores y no lo son.