Seis de cada diez profesionales del campo de España se jubilarán a lo largo de esta década y las nuevas incorporaciones suponen sólo el 3% del total. El sector primario lanza un mensaje de socorro: faltan 200.000 nuevos agricultores para el relevo generacional. Con todo, también se pueden emitir mensajes de esperanza: los jóvenes que se incorporan al campo tienen una formación académica más elevada que la media de su generación, tal como constata el informe ‘Agro-millennials. Perfil de los nuevos agricultores y ganaderos del siglo XXI’, presentado por Juventudes Agrarias de COAG y la ETSIAM de la Universidad de Córdoba.

Mientras el ministro de Agricultura, Luis Planas, garantiza que durante los años 2023-2027 se podrán incorporar a la actividad agraria unos 16.000 jóvenes, gracias, en gran medida a los apoyos de la nueva Política Agraria Común (PAC), que va a destinar más de 220 millones de euros en ayudas específicas para dicha población, lo que supone un 50% más que en el período anterior, el sector espera programas específicos destinados a impulsar la primera instalación y el relevo generacional. También reclaman apoyo a los agricultores y ganaderos que decidan dejar su actividad y ceder su explotación a otros profesionales jóvenes.

El campo, pese a muchas dificultades, atrae talento. Casi cuatro de cada diez tienen titulación universitaria y el 65%, como mínimo, bachiller o FP superior, dato que se rebaja al 48,7% cuando hablamos de los jóvenes españoles en general, según el último informe de la OCDE. En España hay en torno a 27.000 titulares de explotaciones agrarias menores de 35 años, que representan tan sólo el 3% del total. Ahora bien, hay que tener en cuenta que los mayores de 64 años son más de 355.000 titulares, un 40 % del total. En la presente década, más de la mitad de los agricultores entrarán en edad de jubilación. Un dato, sin duda, preocupante.

«Necesitamos atraer talento al sector agrario para impulsar el vital proceso de transformación digital que hoy ya nos posibilita producir más con menos. En un contexto geoestratégico muy complicado, en el que la soberanía alimentaria ha dejado de darse por supuesta en Europa -explica Andrés Góngora, miembro de la Comisión Ejecutiva de COAG- el campo español reúne todos los ingredientes para liderar la producción de alimentos en la UE y ser el motor económico y social de nuestro medio rural. Menos burocracia, más apoyo real a los jóvenes que quieren dedicarse a la actividad agraria y al modelo social y profesional de agricultura, y una cadena alimentaria que reparta de forma justa y equitativa el valor de los alimentos del campo a la mesa, es la mejor garantía para consolidar un sector agrario rentable y, por ende, un relevo generacional sostenible», comenta este dirigente agrario.

Para Rosa Gallardo, directora de la ETSIAM de la Universidad de Córdoba, el futuro del sector agrario requiere de altas dosis de innovación y una apuesta decidida por la transformación digital. En su opinión, «la presencia de jóvenes en el sector es clave para imprimir a estos procesos de transformación el ritmo necesario. Los jóvenes con los que contamos nos permiten ser optimistas, tienen altos niveles de formación y confianza en el sector, pero necesitamos atraer más talento joven para asegurar la sostenibilidad futura de un sector tan estratégico como el agroalimentario», concluye.

La encuesta entre jóvenes realizada por la citada organización agraria y la Universidad de Córdoba revela que el 73% considera útiles las ayudas económicas para la incorporación (7 de cada 10 las solicitan) pero el 66% las ve insuficientes. Entre los principales obstáculos para la incorporación señalan de forma destacada la excesiva burocracia (69%), el acceso a la tierra (42%) y el largo periodo entre que se solicita la ayuda para incorporación y su concesión (41%). El 24% reconoce también como freno la falta de reconocimiento social de esta actividad.

Sobre los principales elementos que pueden condicionar su permanencia en la actividad agraria apuntan al precio recibido por sus productos y el aumento del coste de las materias primas (68%), los recortes en el presupuesto PAC y la falta de apoyo institucional al campo (45%), la competencia desleal de terceros países por los acuerdos de libre comercio de la UE (30%), el cambio climático (25%) y la incapacidad para innovar e incorporar nueva tecnologías a su explotación (22%).

En el capítulo de innovación, el 76% reconoce conocer las ayudas para introducir mejoras en la explotación y el 55% las ha solicitado. Del 1 al 10, le dan un 7,57 a la importancia de la tecnología para mejorar la gestión de su explotación pero citan como principales barreras para su adopción la inversión económica (79%), la adecuación a sus necesidades (36%) y la falta de formación (29%).

Los expertos insisten también en que el modelo agroalimentario debe digitalizarse, acortar los ciclos de cultivo y comercialización y, sobre todo, recibir nuevos profesionales bien formados que incorporen nuevos conocimientos a la práctica diaria. De lo contrario, crecerá el abandono de los campos y cultivos. Así loestiman fuentes de Asaja.

Plan

Entre las herramientas puestas en marcha por el Gobierno con los que cuentan los jóvenes, las administraciones públicas destacan el plan estratégico consensuado entre el Gobierno de España, las comunidades autónomas, las organizaciones agrarias y cooperativas agroalimentarias para lograr una agricultura más innovadora, más digital y más comprometida con el relevo generacional.

El sector público confía en el proyecto de la ‘Digitalizadora Agraria’, en el que participan entidades como la Unió Llauradora y AVA-Asaja, y que concurrirá al Perte Agroalimentario . El citado programa prevé concurrir a las ayudas europeas con proyectos de inversión que pueden sumar hasta 500 millones de euros y con los que se podrían crear hasta 5.431 puestos de trabajo, fundamentalmente centrados en mujeres y jóvenes en el mundo rural de 203 municipios de la Comunitat Valenciana, que definen un territorio con un 35% de poblaciones con menos de 5.000 habitantes y otro 40% de pueblos de hasta 50.000 habitantes. Sin duda, el empleo joven agrario contribuye a evitar el fenómeno de la España vaciada.