Las fiestas discotequeras de Santiago Abascal, las «cañas por España» o el fervor de Vox por Instagram (es el partido con más seguidores) no son un cúmulo de casualidades de campaña. La tendencia que reflejan los estudios demoscópicos es que la derecha más extrema encuentra su mayor nicho de electores entre los de menor edad. El panorama preocupa a los demás partidos. La cuestión es si la sociedad ha de preocuparse.
No es una novedad que la oferta más nueva atraiga a los que se estrenan en las urnas. Pasó con Podemos y con Ciudadanos cuando se acuñó el concepto de nueva política. Lo nuevo, y chocante según se mire, es que el foco de atracción sea una propuesta calificada de involucionista por la mayoría del coro político.
De todas maneras, y sin contradecir lo dicho, lo primero sería poner las cosas en su (razonable) sitio. Tomemos el último trabajo de Invest Group sobre las elecciones autonómicas para Levante-EMV e Información: indica que la franja de votantes donde Vox encuentra más afectos es, en efecto, la de jóvenes de 18 a 24 años, pero no es menos cierto que hay más entrevistados en esa horquilla que prefieren las otras opciones.
Hay que tener en cuenta además que, aunque se trata de un trabajo de campo amplio (un total de 1.600 encuestados), los entrevistados de la franja de edad joven son menos del 10 % del total, cifra proporcional a su peso poblacional, pero que no permite «establecer conclusiones contundentes», precisa Adolfo López, director técnico de la citada firma.
La tendencia, no obstante, está ahí. «Me parece normal, aunque sea preocupante. Creo que responde a la búsqueda de dogmas revolucionarios que se produce en la juventud», añade.
El director de la Institució Alfons el Magnànim, Vicent Flor, aboga por evitar «falsas conclusiones» que agranden el fenómeno Vox. Al final, «cuatro de cada cinco nuevos votantes no comprarían su discurso».
La profesora de Ciencia Política de la Universitat de València Rosa Roig incide en el retroceso entre los más jóvenes de «la nueva política», que entró con fuerza considerable en 2015. La situación habla de un «desencanto y decepción» de la población más joven. Ante ello, una parte importante se abstendrá, augura, que es la orientación clásica en las democracias occidentales, o bien «optará por la candidatura más nueva que no tenga nada que ver con lo que se ha votado hasta ahora». Eso es Vox. Hay excepciones, señala Roig. Sería el caso de Compromís, con «una base relativamente sólida» entre jóvenes.
Juan Rodríguez Teruel abunda en que es en estas franjas donde hay mayor indecisión entre Ciudadanos y Vox. «Indica que, aunque buena parte del votante conservador joven ya abandonó al PP hace cuatro años, una parte no se ha acabado de ver representado tampoco por Cs y estaría viendo en Vox una opción más contundente», explica.
¿Qué hacen los partidos? Compromís tiene muy vivo a este colectivo. Ha organizado actos específicos y Compromís Jove tiene una campaña contra la abstención. Son carteles en las calles (como en las campañas de toda la vida) con el grafiti «Voteu».
El PSPV cuenta con una acción específica en Instagram y su número dos, Manolo Mata, subraya que el movimiento ultra y populista es mundial y que los más jóvenes son el colectivo «más vulnerable».
Eva Ortiz (PPCV) insiste en «la normalidad» de que quienes han cumplido 18 años durante y después de la crisis acepten con más naturalidad los nuevos partidos: «Son cinco millones de personas que no tienen pasado bipartidista».
A pesar de la relevancia que la tendencia del voto joven ha adquirido, la otra realidad empírica es el menguante peso del colectivo entre el electorado. Cuestión de demografía y natalidad. Ahora, a esperar si el próximo domingo son pocos pero trascendentales.
