Pablo Casado encara la convención nacional del PP con el reto de rearmar el puzle del centroderecha y superar, orillando a Vox, una fractura que lastra sus intereses electorales. El objetivo es también pescar más allá de este espacio para poder poner rumbo a La Moncloa.

Los populares han armado una macroconvención. Siete días, y seis localizaciones: las capitales de las cinco autonomías en las que gobiernan -Santiago, Valladolid, Madrid, Sevilla y Murcia- y un cierre de dos días en Valencia, una plaza simbólica en la que sentar las bases para recuperar el poder perdido.

Debate ideológico para abanderar la "batalla de las ideas", exdirigentes de Cs y Vox y un poder de convocatoria que supere al resto son los ingredientes con los que buscan lanzar un mensaje: el PP que gana elecciones está de vuelta y se reúne en torno a una figura, la de Pablo Casado.

Los populares quieren llevar a la plaza de toros valenciana a 8.000 personas, o las que permita el aforo por covid. El partido al completo y todos sus presidentes autonómicos, también la madrileña Isabel Díaz Ayuso, se volcará en dar una imagen de fuerza. Un acto para el recuerdo, el primero en el que Casado se ve en La Moncloa.

Ruido interno

El PP llegaba a esta cita con viento de cola. Casado vivía su momento más dulce desde que asumió el liderazgo tras la moción de censura contra Mariano Rajoy. Desde mayo encabezaban los sondeos, en una suma que para gobernar incluye a Vox. Sin embargo, las semanas previas a la convención han estado marcadas por la batalla abierta en Madrid.

El paso adelante de Díaz Ayuso para presidir el PP madrileño no gustó en Génova y el choque se avivó cuando Casado introdujo en la terna al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida.

Con el enfado ya extramuros, alusiones incluso a la innombrable -la corrupción- y desconcierto entre los dirigentes, el subidón experimentado por el PP tras las elecciones madrileñas ha empezado a dar signos de agotamiento. Encuestas, como la del Instituto DYM para 20 Minutos, hablan de empate técnico con los socialistas. En el PP sostienen que, a excepción de la del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), todas las encuestas, externas e "internas", les mantienen como ganadores, con Ciudadanos en desaparición y Vox estancado.

Coser al centroderecha

En una suerte de parábola del hijo pródigo, el PP quiere mostrarse además como un partido sin rencor con quienes quienes se fueron decepcionados con la política de Rajoy. Que les da cobijo, como han evidenciado las recientes fugas desde Cs y Vox. Pero en su cónclave sólo han logrado la asistencia de dos exdirigentes de ambos partidos, Juan Carlos Girauta y Alejo Vidal-Quadras. No estará, pese a los rumores, Albert Rivera, exlíder de los naranjas.

En Génova consideran que el mensaje se entiende igual: con el PP se retratan personas que en algún momento no han votado al PP. Liberales, democratacristianos y conservadores, las tres corrientes del centroderecha, tienen en el PP su casa, recalcan. El objetivo es llegar La Moncloa con "manos libres" y emular lo logrado para Ayuso: que Vox para frenarles deba votar con la izquierda.

Batalla de ideas

La escisión de Vox nació de la lectura de que el PP había abandonado la lucha ideológica y se había sumado a un "consenso progre" y Casado busca ahora demostrar que libra todas las batallas.

El objetivo es situar al PP en debates donde quienes llevan la voz cantante son Vox y la izquierda. Feminismo, ecología o inmigración. Y ser la "alternativa moderada y reformista" que atrape también a socialistas desencantados. Ni el negacionismo de Vox, ni la "radicalidad" de PSOE y Podemos.

Tampoco piensan en el PP entregar sus banderas clásicas: propiedad privada, impuestos bajos, unidad de España, libertad frente a populismos o la defensa de las víctimas del terrorismo. Ni moverse de una posición europeísta y atlantista que les aleja de la visión autárquica de "España lo primero" de Vox.

El líder del PP ha situado a la catedrática Edurne Uriarte en la sala de máquinas de esta batalla ideológica. Y en Génova creen que la pueden estar ganando, a juzgar por la acogida de sus mesas de diálogo, sobre todo las celebradas a puerta cerrada, con nombres relevantes que se guardan en privado.

El PP se encuentra cómodo cuando el debate vira hacia lo económico, no tanto cuando se centra en Cataluña, donde son tercera fuerza en el centroderecha y Vox encabeza la lucha judicial, también contra Carles Puigdemont. Es ante problemas como el del precio de la luz donde se crecen. Por eso la convención también quiere mostrar al PP de los gestores, de los exministros Josep Piqué o Fátima Bañez.

Génova resta importancia a que Casado no vaya a coincidir con el líder de la patronal, Antonio Garamendi, tras el choque por los indultos del procés porque de la CEOE estará gran parte de la cúpula y Casado se gustó en su imagen de rotundidad, mantenida incluso ante los empresarios.