Cita con las urnas el 23-J

Negociación en tiempo récord: los 5 asuntos que debe pactar Yolanda Díaz para las elecciones generales

El adelanto electoral de Pedro Sánchez pilló a la líder de Sumar con el pie cambiado y los deberes por hacer

La líder de Sumar, Yolanda Díaz.

La líder de Sumar, Yolanda Díaz.

Miguel Ángel Rodríguez

Yolanda Díaz tiene hasta la media noche del próximo viernes, 9 de julio, para cerrar una de las negociaciones más importantes de la legislatura, la construcción de una lista de unidad con todos los partidos a la izquierda del PSOE. El adelanto electoral de Pedro Sánchez pilló a la líder de Sumar con el pie cambiado y los deberes por hacer. Los casi cinco meses que la vicepresidenta segunda creía que tenía para encarrilar un acuerdo global se han recudido a una decena de días. La tarea no resulta sencilla, sobre todo por con la cantidad de cosas que debe pactar y todos los actores con los que debe cerrar acuerdos: PodemosIUEn Comú PodemMás PaísCompromísChunta AragonesistaEquoAlianza Verde...

Nombre y logo

Una de las primeras decisiones que deberán tomar y, quizá, la más trascendente de cara al público es la elección del nombre que le darán a la coalición. Así como del logo principal que, lo más probable, es el que se incluya en las papeletas electorales el próximo 23 de julio. Díaz registró el pasado martes su partido, Movimiento Sumar. Con este nombre, podrían concurrir a los comicios bajo la marca de Sumar, ya que la Ley Orgánica del Régimen Electoral General no permite acudir a los comicios con la denominación exacta de uno de los participantes de la coalición.

La dirección de la coalición

La LOREG, en su artículo 44, establece que todas las coaliciones, al ser registradas, deben establecer quiénes son "las personas titulares de sus órganos de dirección o coordinación". Es decir, quienes llevan la batuta de la coalición durante las elecciones. Por ejemplo, en las elecciones del 10 de noviembre de 2019, cuando Podemos e Izquierda Unida se presentaron bajo la marca de Unidas Podemos, este órgano de coordinación estaba formado por cinco miembros del partido morado y cuatro de IU. Aún así, se detallaba que en caso de desacuerdo, las decisiones se tomarían en función del peso que atribuían a cada partido (un 74% a Podemos y un 26% a IU).

En la negociación actual y ante la presencia de más de una decena de formaciones, la composición de este órgano resultará mucho más compleja.

Los recursos económicos

Las campañas electorales suelen tener un coste elevado. Sobre todo, para los comicios generales. Aunque las formaciones suelen recuperar el dinero a través de las subvenciones que obtienen después, es necesario adelantar grandes cantidades. Quién pone este dinero es otra de las claves de la negociación. En 2019, Podemos e IU pactaron que los gastos electorales serían devueltos según lo aportado por cada partido, pero en el reparto de subvenciones se estableció que los morados recibirían el 74% y los de Alberto Garzón el 26%.

Este tipo de detalles son clave porque la financiación es lo que permite que los partidos mantengan sus estructuras, por lo cuál suelen ser negociaciones peliagudas.

Las listas electorales

La composición de las listas electorales suele ser la madre del cordero de cualquier negociación por todas las implicaciones que conlleva. Cada partido quiere colocar a sus candidatos en aquellas posiciones que, en un principio, saben que saldrán elegidos. Por ejemplo, ser el número uno de un partido nacional por Madrid es un seguro de ser diputado, pero no ocurre lo mismo en otros circunscripciones en las tu partido puede tener menor implantación o donde se eligen pocos diputados.

Además, dependiendo del número de diputados que consiga finalmente cada formación que compone la coalición se hará el reparto del poder dentro del grupo parlamentario. Esto consiste en tener el control sobre qué leyes se apoyan, cuáles se impulsan, quién puede contratar a más asesores...

La autonomía

Formaciones como Compromís Más País han planteado ya a Díaz la exigencia de ser autónomos en el Congreso. Normalmente, los diputados que se presentan bajo la misma marca deben cumplir la disciplina de voto. Es decir, votar en el sentido que marque la presidencia del grupo parlamentario. No obstante, ambos partidos quieren ser autónomos y responder a las cúpulas de sus formaciones y no a Díaz.

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