Entrevista | Manuel Campo Vidal Periodista

"A Carrero lo mató ETA sin ayuda de nadie"

"Genoveva Forest y Alfonso Sastre convencieron al comando de atentar al inicio del juicio de CC OO para provocar una masacre"

Manuel Campo Vidal.

Manuel Campo Vidal. / Enric Fontcuberta

Luis Ángel Vega

El periodista Manuel Campo Vidal (Camporrells-Huesca, 1951) publica "Las claves de la información en el atentado del Presidente Carrero Blanco", que es una reedición actualizada del volumen que escribió con motivo del décimo aniversario de aquel magnicidio del que se cumple medio siglo este miércoles. Campo Vidal incluye datos nuevos, como la conmoción del secretario de Estado de EE UU Henry Kissinger al conocer el atentado, "lo que excluye cualquier intervención de los Estado Unidos". Campo se muestra muy crítico con las teorías conspiranoicas: "A Carrero lo mató ETA sin ayuda de la CIA u otros servicios extranjeros".

–Medio siglo ya.

–En lo esencial, desde entonces no se ha descubierto casi nada. He incluido unas páginas de actualización en las que digo, primero, que aquel día hubo un atentado en el que murieron tres personas, el presidente, su conductor y el escolta. Y después, que pudo haber una masacre en España porque todo estaba preparado para que la represión del régimen, sobre todo la descontrolada por grupos ultraderechistas, cayese sobre la oposición democrática del Partido Comunista. El 20 de diciembre de 1973 era el día en el que se iniciaba el juicio contra los dirigentes de Comisiones Obreras (Proceso 1001), como Marcelino Camacho, el asturiano Juan Muñiz Zapico ("Juanín"), Nicolás Sartorius...

–¿ETA quería esa masacre?

–Inicialmente quería secuestrar a Carrero. Lo tenían todo preparado. Apenas tenía escolta. Pero lo nombran presidente el 9 de junio de ese año y eso hacía mucho más difícil secuestrarlo, por lo que optan por el atentado. Ya lo hacía en el libro de 1983, pero ahora lo subrayo más: Genoveva Forest y el dramaturgo Alfonso Sastre, una pareja de colaboradores de ETA, exmilitantes del PCE muy ofendidos por su expulsión del partido, intentan programar el atentado para el mismo día del inicio del juicio. He encontrado un testimonio nuevo, el de Eduardo Sánchez Gatell, un joven de 17 años que casi vivía en casa de Forest y Sastre, y allí se encontraban con Argala, el jefe del comando. Allí se discutió qué día hacerlo. Fue ETA sin ayuda de la CIA u otros servicios extranjeros.

Los asturianos Díez-Alegría y Fernández-Miranda frenaron el golpe del general Iniesta Cano y la noche de los cuchillos largos que querían los grupos de extrema derecha

–Se halló un teléfono en el bajo donde se excavó el túnel para poner los explosivos.

–Es que es muy sospechoso. Se encontró un medicamento con un número de teléfono apuntado que condujo a un piso franco del PCE que no conocía casi nadie. Cuando la Policía va hasta allí se encuentran al máximo dirigente del PCE del interior, Simón Sánchez Montero. Lo detienen y lo interrogan, pero para entonces las autoridades ya habían contactado a Carrillo, exiliado en París, y les había dicho que el PCE estaba en contra del régimen, pero no de forma violenta.

–Lidia Falcón dice que "la sombra", ese personaje que dicen que dio a Wilson o Argala la información del atentado, era en realidad Genoveva Forest.

–Sin duda alguna. Como no se produce ese enfurecimiento del régimen, el golpe del director de la Guardia Civil, el teniente general Iniesta Cano, o una noche de los cuchillos largos de los grupos ultraderechistas –porque los frenan el jefe del Alto Estado Mayor, el general asturiano Manuel Díez-Alegría, y su colaborador Gutiérrez Mellado, y también otro asturiano, Fernández-Miranda, que pasa a ser presidente cuando muere Carrero–, meses después se prepara un atentado brutal, el de la cafetería Rolando, en la calle Correo, junto Dirección General de Seguridad. Mueren trece personas, incluidos un camarero asturiano, una pareja que iba a comer un bocadillo..., y un policía. Lidia Falcón, en su libro "Viernes y trece en la calle del Correo", denuncia la posición de Forest, que quería una masacre de policías.

–Luego, no fue la CIA.

–En el libro hay un dato nuevo e interesante, del archivo de la Fundación Henry Kissinger. En esas páginas aparece un periodista que iba con el Secretario de Estado de EE UU en la gira que estaba haciendo en ese momento. Vienen de Israel, llegan a España y se van luego a París, donde les sorprende el atentado. Quedan estremecidos, porque Kissinger había visto Carrero el día antes y había pasado por aquellas calles, probablemente por encima de la bomba. Eso prueba que los americanos no estaban en esa jugada, como han tratado de decir algunas fuentes, primero en la prensa más afecta a Franco, que quería excusar el gran fracaso de que le matasen al número dos del régimen en pleno centro de Madrid, teniendo once servicios de información, que en realidad solo se dedicaban a perseguir a estudiantes, obreros, intelectuales y curas progresistas. Los americanos no tenían ningún interés en desestabilizar a España, porque era su principal aliado en la zona.

–Es una de las teorías que aparece en un reciente documental.

–Tiene una información tóxica, muy volcada en esas teorías conspiracionistas. Yo me fío más de historiadores como el vasco Antonio Rivera, o José Antonio Castellanos, de la Universidad de Castilla-La Mancha, y otros. Todo eso está suficientemente claro y a mí me produce tristeza ver en ese documental a algunos periodistas de mucho renombre decir cosas que no tienen ninguna sustancia, ni rigor, porque son más cinematográficas.

–El régimen controló la información, pero ¿cómo reaccionó el pueblo español?

–El impacto fue estremecedor. La gente fue a los colegios a buscar a los niños, hubo gente se escapó del país, otros se escondieron... Ese día había preparadas cien manifestaciones en solidaridad con los sindicalistas. Al final solo hubo tres.

–¿Es el atentado de Carrero nuestro "caso JFK"?

–Los dos son magnicidios inesperados. Pero el de Carrero está más explicado que el de Kennedy, que todavía no se sabe a quién respondía el ejecutor.

–¿Qué lección podemos sacar?

–Ahí terminó un periodo violento con violencia. Durante 103 años se asesinó a cinco presidentes: Prim, Cánovas, Canalejas, Dato y Carrero. España ha conseguido abrir medio siglo de paz y prosperidad, superando ese siglo anterior de turbulencia política constante.

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