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¿Qué pasa cuando el ascensor social se rompe?

Jordi Sevilla analiza en ‘Manifiesto por una democracia radical’ las causas y las consecuencias del auge de los populismos

El exministro propone una rectificación global para hacer frente a los retos del cambio climático y la irrupción de la inteligencia artificial

Un rider (repartidor) trabaja bajo la lluvia protegido con un impermeable en una imagen de archivo.

Un rider (repartidor) trabaja bajo la lluvia protegido con un impermeable en una imagen de archivo. / María José López / EP

Daniel G. Sastre

¿Qué pasa cuando el ascensor social se rompe? Que los jóvenes dejan de creer en la meritocracia y asumen que vivirán peor que sus padres, que la polarización invade el espacio político y germinan los populismos, que crecen el malestar y la inquietud colectivos. Si la democracia no es capaz de cerrar las brechas sociales que se abren, hay que buscar una refundación estructural para evitar que todo se venga abajo.

Es lo que defiende el exministro Jordi Sevilla en su nuevo libro, ‘Manifiesto por una democracia radical’ (Deusto). En un contexto de crisis sistémica como el actual, Sevilla defiende algo parecido a una vuelta a los orígenes para, a partir de ellos, y teniendo en cuenta las particularidades del mundo moderno y futuro –profundamente condicionado por el cambio climático y por la irrupción de la inteligencia artificial-, construir una realidad más libre y más igualitaria. “Aunar lo mejor de las grandes ideologías que han construido Occidente, el liberalismo y la socialdemocracia, hoy arrinconadas”, para subsanar los errores cometidos.

Verso libre socialista

Por supuesto, Sevilla, ministro de Administraciones Públicas con José Luis Rodríguez Zapatero y verso libre socialista –con carné- desde hace un tiempo, sabe que su propuesta es utópica. “Pero es que hay utopías que hacen mejorar la sociedad”, afirma en conversación con este diario. Por ejemplo, cuesta ver, con tambores de guerra global en el horizonte, cómo los países se podrían poner de acuerdo en una “Constitución de la Tierra” como la que él defiende, que permitiría abordar tanto el desafío climático como el tecnológico. “El problema no es que no sepamos lo que hay que hacer; lo revolucionario sería hacer lo que decimos que hay que hacer”, afirma, en referencia entre otros compromisos a los Objetivos de Desarrollo Sostenible o la Agenda 2030.

Una parte de ‘Manifiesto por una democracia radical’ se ocupa de tratar de explicar las causas de la situación actual, en la que las propuestas populistas ganan terreno en casi todos los países. “El populismo no es algo que nos haya caído del cielo: se ha gestado por una serie de errores y defectos del sistema. Si queremos derrotar al populismo hay que evitar usar sus propias armas y hay que hacer que la política vuelva a ser útil para los ciudadanos. Los problemas a los que tenemos que hacer frente no se pueden abordar con la división tradicional de la izquierda y la derecha, requieren de una visión superadora, distinta. En democracia, hay una parte importante de los conflictos que solo se pueden resolver con pactos entre izquierda y derecha”, asegura Sevilla.

Crisis de la meritocracia

El libro pone el acento, entro otras cosas, en la crisis de la meritocracia. “En los últimos 60 o 70 años del Estado del bienestar, una de las columnas vertebrales es la idea de la meritocracia: uno ocupa un lugar en la sociedad en función de sus méritos y sus esfuerzos”, recuerda. “Yo soy de una familia muy humilde de Valencia, pero mis padres permitieron que estudiásemos y nos sacamos oposición. Así que eso pasaba, era así”, explica. Pero ya no pasa. “Se rompe primero cuando se impone un discurso neoliberal, ‘thatcherista’ o ‘reaganista’, donde el Estado es el problema, donde los impuestos son un robo. Sin políticas públicas financiadas progresivamente no hay ascensor social. Me preocupa que la recuperación del ascensor social no sea la columna vertebral de un gobierno progresista”, añade Sevilla, partidario en este aspecto de fórmulas tendentes a que los ciudadanos tengan un ingreso mínimo de ciudadanía.

Cuando analiza específicamente el escenario español, el exministro no ahorra críticas ni a su “querida vicepresidenta” María Jesús Montero –por hablar de “defender la camiseta” de cada partido, “como si los políticos fuesen ‘hooligans’”, dice-, ni sobre todo a Podemos, a quien acusa de contribuir decisivamente a la invasión de las ideas populistas. “Podemos trajo aquí, y lo verbalizaron al principio, el populismo latinoamericano de Laclau, enésima versión del marxismo, solo que en lugar de la lucha de clases es del pueblo contra la casta. Una visión de suma cero: uno gana si otro pierde”, resume. 

PSOE y PP, "contaminados"

En su opinión, tanto el PSOE como el PP se han “contaminado” de esa manera de entender la política. “Pero hay que entender que estamos ante un fenómeno mundial: existe Trump y existe Putin”, subraya. “Los errores del siglo XXI han hecho que la gente se sienta cabreada con la clase política. Y una de las características del populismo es que se contagia. Tanto el PSOE en su momento, con actitudes para evitar que Podemos le hiciera el sorpasso, y ahora el PP con Vox, han caído en eso”, añade Sevilla. Y esa es una de las causas de que el debate político se haya crispado a ojos vista en los últimos años: “Algunas actitudes de este Gobierno, que es el mío, o del de la Comunidad de Madrid del PP me cuesta mucho distinguirlas del populismo”.

En este sentido, se refiere específicamente a la amnistía a los líderes independentistas. Sevilla ve un error más en su génesis que en su formulación. “Si la amnistía hubiera sido promovida por el PSOE y el PP de forma conjunta, o aprobada en un referéndum… Pero no ha sido así. Si después de las elecciones de julio las fuerzas del actual gobierno hubieran sumado siete escaños más, hoy no habría amnistía”, subraya.

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