El censo de comisiones de falla contará el próximo año con una baja. Juan Verdeguer-Bello, perteneciente al sector de Canyamelar-Gran-Nazaret, ha cerrado sus puertas tras 24 años de existencia. La comisión ya ha abandonado el casal y se encuentra en trámites para certificar su disolución.

Los motivos de la desaparición no son ningún secreto para el que ha sido su último presidente, Adrián Romero: «La falta de ambiente, la falta de ayuda del barrio y que éramos entre 80 y 90 personas y la directiva llevaba mucho tiempo tirando del carro. Tan sólo nos falta ver qué hacemos con el material de la comisión: el estandarte, las fotos de las falleras mayores...».

Una Ofrenda muy especial

La desaparición la veían venir en los últimos años. «La Ofrenda fue muy especial porque a todos nos daba la sensación de que sería la última. Se vistió más gente que nunca y fue emocionante. Pero no había nada que hacer. De hecho, hemos vivido situaciones que nos han desanimado: organizar paellas y no bajar casi nadie, apuntarse un montón de falleros e irse en poco tiempo... no hemos querido alargar el dolor».

Algunos falleros se aferran a una esperanza: que un año sin fallas haga surgir la morriña y la comisión se restaure el año próximo. «Eso es lo que quisiéramos muchos de los que llevamos aquí toda la vida. Sinceramente, se nos hace difícil imaginarnos en otra comisión. Pero ya veremos. La verdad es que todos somos del barrio y lo vamos a sentir mucho».

Iban a celebrar el 25 aniversario

Juan Verdeguer-Bello se plantaba en una de las zonas más deprimidas de la ciudad, junto a la célebre cola de la droga de la segunda de las calles. Ahora, la zona está en proceso de rehabilitación con la aparición de nuevas fincas. Este año, por si fuera poco, se encontraron con el problema de que Juan Verdeguer se ha convertido en una avenida de tráfico rápido. «Estuvieron a punto de impedirnos plantar. Al final nos dieron dos carriles».

Se da la curiosa circunstancia de que Juan Verdeguer-Bello habría celebrado este año su 25 aniversario. La comisión plantó por primera vez en el año 1983. No fue una comisión especialmente galardonada: apenas un tercer premio de ingenio y gracia en 1985 y un quinto de falla en 2000. En los últimos años estaba viviendo su mejor momento monumentalista al contar con fallas de autor presentadas por los artistas Ignacio Ferrando y Xavier Bonilla, pero que no fueron recompensadas por los jurados. Salvo en 1988, que militó en Tercera B, siempre se movió por categorías modestas.