Los apellidos Julià Fernández ya están en la historia de la corte de honor. Hace cuatro años, su hermana Patricia paseó sus espectaculares ojos y mucho más en el grupo de Sandra Muñoz. Y Carla no se perdió nada. «Me llamaban "la catorce". Iba a verlas a todas partes y viví y compartí muchos momentos. ¿Cómo no voy a querer vivirlos en primera persona? Lo que vi aquel año fue fantástico. Fue un grupo extraordinario, tanto la fallera mayor como la corte». Recompensaría una trayectoria interminable. «Soy fallera desde que nací, siempre en Barraca-Travesía Iglesia del Rosario. He sido vicepresidenta de infantiles y he estado cuatro años en la directiva de la Agrupación de Fallas del Marítimo, los últimos años con Manolo Aradilla y ahora con José Pastor». Su caso también repite una fórmula repetida en el cargo de fallare mayor. Si las más mayores lo son cuando están integradas en el mercado laboral, las más jóvenes suelen serlo como ella: «en el último año de carrera, que era sobre todo prácticas. Tuve que amoldarme todo lo que pude los horarios». Así, acaba de terminar Magisterio en Educación Infantil.

Más problema tuvo el célebre e inútil 20D. «En pleno reinado me comunicaron que era presidenta de mesa electoral. Ese día tenía tres presentaciones. Fui a la Junta Electoral de zona y creo que les supliqué tanto que me dispensaron».

Cuando dos hermanas están unidas, lo están hasta límites insospechados: «en la preselección, una chica tenía que haber sido la copresentadora, pero sufrió un percance. Como mi hermana lo había sido otros años y estaba allí, le dijeron que subiera al atril». La voz se le quebró cuando se dio cuenta que la hermana pequeña seguía el mismo camino que ella en el verano de 2011.

Le falta el último peldaño. «Ya fui preseleccionada infantil en 2004. En casa hemos conocido las alegrías y las penas».