Nada hay tan común en las fallas como el ninot de un político sobre el que se le ejerce crítica y sátira. Para lo que, si es necesario, se le reviste de diferentes atributos alegóricos que tiendan a acentuar aún más esa crítica. Eso es algo que está asumido en todos los protagonistas de la fiesta fallera porque así ha sido desde hace más de 150 años.

Con el entrenamiento de siglo y medio, épocas de censura aparte, es algo que entra dentro de la normalidad. Y raro es el político de primer nivel que no se marcha de la ciudad haciéndose una foto con alguna de sus representaciones.

Hasta ahí todo normal. El debate se suscita cuando esa normalidad se traslada a un espacio en el que no existe costumbre. Eso es lo que ha sucedido como nota inesperada dentro de la actividad del artista fallero Toni Fornes, quien ha sabido encontrar una forma de exportar el trabajo artesano propio de los artistas. Por segundo año ha levantado una falla, en toda la extensión de la palabra, en la feria de Bucaramanga, ciudad de más de medio millón de habitantes de Colombia, la novena más importante del país. Fornes, junto con un grupo de artistas reclutados en el distrito de Santander, ha creado una estructura artística que ha exportado la técnica fallera para la realización de obras plásticas, incluyendo de carrozas para el evento.

La falla tiene como eje central una crítica local, sobre el expolio que se corre el riesgo de sufrir en parajes naturales de la zona si se instala un campo minero. Pero la polémica se ha suscitado por la confección de dos figuras que representan al ex presidente Álvaro Uribe, caricaturizado como demonio, y al actual mandatario, Iván Duque, arrodillado a su lado «pactando con el diablo». Esto ha provocado críticas pronunciadas por representantes políticos. Así lo hacía el secretario de Desarrollo Social de la Ciudad, quien aseguraba que las figuras «sobrepasan la ética y la estética para caer en la grosería» o como un miembro del partido Centro Democrático (el de Uribe y Duque) en el distrito, quien asegura que estos ninots -que se encontrarían sin ningún tipo de problema en cualquier falla valenciana- «no le hace bien a la democracia, ni al proceso de unidad que está liderando el presidente». A lo que se unieron rápidamente las redes sociales, en las que el debate a favor y en contra se ha enconado entre la defensa de la «libertad de expresión» y los que no dudaban en tildar de «comunistas y chavistas» al equipo de artistas.

El artista fallero tomó ayer la decisión de plantar la falla pero tapar íntegramente los dos ninots «y que decida el Instituto Municipal de Cultura», que son los contratistas. Fornes aseguraba ayer a Levante-EMV que «es algo que se ha sacado de tiesto por sensacionalismo. Hicimos una jornada de puertas abiertas y una radio de aquí, muy amarillista, es quien le ha dado publicidad al tema y la han seguido algunos políticos. Lógicamente, a cualquiera de nosotros nos sorprende. Sobre todo, porque el año pasado, por ejemplo, sacamos al alcalde de Bucaramanga (de partido opuesto a Uribe), y se rió y se hizo fotos. En esa misma falla salía también Uribe quemando la paloma de la paz; es decir, algo más fuerte, y no pasó nada».

La prensa local dice de las esculturas están realizadas «con la técnica española llamada Fallas». Fornes asegura que estará plantada hasta el 23 de septiembre «y haremos lo que decida la autoridad». En València, una falla cubierta de plásticos no se veía desde 1980, cuando para evitar un conflicto internacional, se tapó en Na Jordana una figura del ayatolá Jomeini, entonces mandatario de Irán.