La comisión de Fray J. Rodríguez-Pintor Cortina ha inaugurado su nuevo casal. En lo que supone la creación de un espacio cultural de primer orden, que se diferencia de todos los que tiene el censo fallero por su carácter de "edificio multidisciplinar", con once habitaciones o estancias diferentes, aparte de los servicios.

Mediante un alquiler de diez años, prorrogables otros diez, los más de quinientos falleros de la comisión disfrutarán de un espacio recreativo y cultural de 900 metros cuadrados en dos pisos, que reconvierte un antiguo taller y concesionario de automóviles.

La particularidad del nuevo casal reside, fundamentalmente, en la creación de espacios diferentes para cada una de las actividades que realizan los falleros. Y es que, entre adultos e infantiles, la comisión de Fray J. desarrolla casi una decena de eventos que presidan de su espacio. Tanto es así que, hasta ahora, los diferentes cuadros de teatro, presentación, play back, etcétera, tanto de mayores como de infantiles, tenían que establecer unos turnos rigurosos de fechas y horarios para ensayar.

Ahora esto ya no sucede porque cada uno dispone de sus propias zonas. Así, el casal tiene, como elementos principales, la recepción, que es el "casal de diario", el de juntas ordinarias. A continuación hay una gran sala para las juntas generales y que ya formaría parte del comedor, tanto durante el ejercicio como en la semana fallera (este local permite dejar de instalar carpa). Sin embargo, su principal valor es que se trata de la parte insonorizada y permitirá ensayar a los grupos de "play back".

En el piso superior hay otra sala, que recuerda a un estudio de danza, para los ensayos de teatro.

Junto a éstas hay que añadir los despachos, almacén, sala de juntas y uno de los aspectos singulares: la ludoteca, que permite tener ocupados a los más pequeños. Incluso la sala de juntas está habilitada para que los niños puedan hacer los deberes mientras esperan su turno de ensayo.

Aún queda una última sala sin utilizar, a lo que hay que añadir tres grupos de cuartos de baño. El casal, además, tiene pocos "trastos" colgados de las paredes. Poco más de los cuadros de falleras mayores y presidentes (entre los que se distingue, como infantil, a una niña llamada Pilar Bernabé, hoy concejala del ayuntamiento y aspirante a la concejalía de Cultura Festiva).

Setenta mil euros es lo que ha costado la reforma que, según aseguraba el presidente Alfredo Ferrando, "no hemos obtenido por crédito bancario, sino a través dde un grupo de entre 18 y 20 familias, como adelanto de cuotas". Ahora, la comisión deberá abonar, en el primer año, una cuota mensual de 1.500 euros, a lo que ayudaría la venta del anterior casal, que es de propiedad.

La crisis económica está detrás de algunas de las adquisiciones de grandes casales por parte de comisiones. Grandes negocios que cerraron acabaron convirtiéndose en espacios baldíos, con poca posibilidad de vender o alquilar. Estos negocios, junto con el cierre de sucursales bancarias, han dejado un nicho de inmuebles que algunas comisiones han aprovechado para acabar con uno de los problemas históricos: disponer de espacios verdaderamente anchos para poder desarrollar su actividad.

El de Fray J. Rodríguez-Pintor es el último casal de grandes dimensiones que se acondiciona. Estos locales tuvieron entre sus pioneros, hace ya más de treinta años, el de Sainetero Arniches. Posteriormente se le unirían otros como el de Zapadores-Vicente Lleó y, en los últimos años, otros de grandes dimensiones son, por ejemplo, los de Sagunto-Padre Urbano, Convento Jerusalén o Duque de Gaeta.