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Alfons Padilla
Ver galería >No se pasa de la noche a la mañana del sobrecogedor silencio al bullicio. Pero se escuchan risas de niños y se atisba la vida tras las puertas de un par de casas. Llombai, uno de los ocho pueblos (el más pequeño) de la Vall de Gallinera, ha vuelto a la vida. Va para un año que dejó de estar deshabitado. Lo estuvo durante 45 años. Dos familias con tres niños han decidido "repoblar" Llombai. Los excursionistas que atraviesan su única calle (el núcleo forma parte de la "ruta dels 8 pobles") ya no sienten el estremecimiento de la ruina y el silencio. Hay esperanza.
A. Padilla
No se pasa de la noche a la mañana del sobrecogedor silencio al bullicio. Pero se escuchan risas de niños y se atisba la vida tras las puertas de un par de casas. Llombai, uno de los ocho pueblos (el más pequeño) de la Vall de Gallinera, ha vuelto a la vida. Va para un año que dejó de estar deshabitado. Lo estuvo durante 45 años. Dos familias con tres niños han decidido "repoblar" Llombai. Los excursionistas que atraviesan su única calle (el núcleo forma parte de la "ruta dels 8 pobles") ya no sienten el estremecimiento de la ruina y el silencio. Hay esperanza.
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No se pasa de la noche a la mañana del sobrecogedor silencio al bullicio. Pero se escuchan risas de niños y se atisba la vida tras las puertas de un par de casas. Llombai, uno de los ocho pueblos (el más pequeño) de la Vall de Gallinera, ha vuelto a la vida. Va para un año que dejó de estar deshabitado. Lo estuvo durante 45 años. Dos familias con tres niños han decidido "repoblar" Llombai. Los excursionistas que atraviesan su única calle (el núcleo forma parte de la "ruta dels 8 pobles") ya no sienten el estremecimiento de la ruina y el silencio. Hay esperanza.
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No se pasa de la noche a la mañana del sobrecogedor silencio al bullicio. Pero se escuchan risas de niños y se atisba la vida tras las puertas de un par de casas. Llombai, uno de los ocho pueblos (el más pequeño) de la Vall de Gallinera, ha vuelto a la vida. Va para un año que dejó de estar deshabitado. Lo estuvo durante 45 años. Dos familias con tres niños han decidido "repoblar" Llombai. Los excursionistas que atraviesan su única calle (el núcleo forma parte de la "ruta dels 8 pobles") ya no sienten el estremecimiento de la ruina y el silencio. Hay esperanza.
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No se pasa de la noche a la mañana del sobrecogedor silencio al bullicio. Pero se escuchan risas de niños y se atisba la vida tras las puertas de un par de casas. Llombai, uno de los ocho pueblos (el más pequeño) de la Vall de Gallinera, ha vuelto a la vida. Va para un año que dejó de estar deshabitado. Lo estuvo durante 45 años. Dos familias con tres niños han decidido "repoblar" Llombai. Los excursionistas que atraviesan su única calle (el núcleo forma parte de la "ruta dels 8 pobles") ya no sienten el estremecimiento de la ruina y el silencio. Hay esperanza.
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No se pasa de la noche a la mañana del sobrecogedor silencio al bullicio. Pero se escuchan risas de niños y se atisba la vida tras las puertas de un par de casas. Llombai, uno de los ocho pueblos (el más pequeño) de la Vall de Gallinera, ha vuelto a la vida. Va para un año que dejó de estar deshabitado. Lo estuvo durante 45 años. Dos familias con tres niños han decidido "repoblar" Llombai. Los excursionistas que atraviesan su única calle (el núcleo forma parte de la "ruta dels 8 pobles") ya no sienten el estremecimiento de la ruina y el silencio. Hay esperanza.
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No se pasa de la noche a la mañana del sobrecogedor silencio al bullicio. Pero se escuchan risas de niños y se atisba la vida tras las puertas de un par de casas. Llombai, uno de los ocho pueblos (el más pequeño) de la Vall de Gallinera, ha vuelto a la vida. Va para un año que dejó de estar deshabitado. Lo estuvo durante 45 años. Dos familias con tres niños han decidido "repoblar" Llombai. Los excursionistas que atraviesan su única calle (el núcleo forma parte de la "ruta dels 8 pobles") ya no sienten el estremecimiento de la ruina y el silencio. Hay esperanza.
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No se pasa de la noche a la mañana del sobrecogedor silencio al bullicio. Pero se escuchan risas de niños y se atisba la vida tras las puertas de un par de casas. Llombai, uno de los ocho pueblos (el más pequeño) de la Vall de Gallinera, ha vuelto a la vida. Va para un año que dejó de estar deshabitado. Lo estuvo durante 45 años. Dos familias con tres niños han decidido "repoblar" Llombai. Los excursionistas que atraviesan su única calle (el núcleo forma parte de la "ruta dels 8 pobles") ya no sienten el estremecimiento de la ruina y el silencio. Hay esperanza.
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No se pasa de la noche a la mañana del sobrecogedor silencio al bullicio. Pero se escuchan risas de niños y se atisba la vida tras las puertas de un par de casas. Llombai, uno de los ocho pueblos (el más pequeño) de la Vall de Gallinera, ha vuelto a la vida. Va para un año que dejó de estar deshabitado. Lo estuvo durante 45 años. Dos familias con tres niños han decidido "repoblar" Llombai. Los excursionistas que atraviesan su única calle (el núcleo forma parte de la "ruta dels 8 pobles") ya no sienten el estremecimiento de la ruina y el silencio. Hay esperanza.
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No se pasa de la noche a la mañana del sobrecogedor silencio al bullicio. Pero se escuchan risas de niños y se atisba la vida tras las puertas de un par de casas. Llombai, uno de los ocho pueblos (el más pequeño) de la Vall de Gallinera, ha vuelto a la vida. Va para un año que dejó de estar deshabitado. Lo estuvo durante 45 años. Dos familias con tres niños han decidido "repoblar" Llombai. Los excursionistas que atraviesan su única calle (el núcleo forma parte de la "ruta dels 8 pobles") ya no sienten el estremecimiento de la ruina y el silencio. Hay esperanza.
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No se pasa de la noche a la mañana del sobrecogedor silencio al bullicio. Pero se escuchan risas de niños y se atisba la vida tras las puertas de un par de casas. Llombai, uno de los ocho pueblos (el más pequeño) de la Vall de Gallinera, ha vuelto a la vida. Va para un año que dejó de estar deshabitado. Lo estuvo durante 45 años. Dos familias con tres niños han decidido "repoblar" Llombai. Los excursionistas que atraviesan su única calle (el núcleo forma parte de la "ruta dels 8 pobles") ya no sienten el estremecimiento de la ruina y el silencio. Hay esperanza.
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No se pasa de la noche a la mañana del sobrecogedor silencio al bullicio. Pero se escuchan risas de niños y se atisba la vida tras las puertas de un par de casas. Llombai, uno de los ocho pueblos (el más pequeño) de la Vall de Gallinera, ha vuelto a la vida. Va para un año que dejó de estar deshabitado. Lo estuvo durante 45 años. Dos familias con tres niños han decidido "repoblar" Llombai. Los excursionistas que atraviesan su única calle (el núcleo forma parte de la "ruta dels 8 pobles") ya no sienten el estremecimiento de la ruina y el silencio. Hay esperanza.
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No se pasa de la noche a la mañana del sobrecogedor silencio al bullicio. Pero se escuchan risas de niños y se atisba la vida tras las puertas de un par de casas. Llombai, uno de los ocho pueblos (el más pequeño) de la Vall de Gallinera, ha vuelto a la vida. Va para un año que dejó de estar deshabitado. Lo estuvo durante 45 años. Dos familias con tres niños han decidido "repoblar" Llombai. Los excursionistas que atraviesan su única calle (el núcleo forma parte de la "ruta dels 8 pobles") ya no sienten el estremecimiento de la ruina y el silencio. Hay esperanza.
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No se pasa de la noche a la mañana del sobrecogedor silencio al bullicio. Pero se escuchan risas de niños y se atisba la vida tras las puertas de un par de casas. Llombai, uno de los ocho pueblos (el más pequeño) de la Vall de Gallinera, ha vuelto a la vida. Va para un año que dejó de estar deshabitado. Lo estuvo durante 45 años. Dos familias con tres niños han decidido "repoblar" Llombai. Los excursionistas que atraviesan su única calle (el núcleo forma parte de la "ruta dels 8 pobles") ya no sienten el estremecimiento de la ruina y el silencio. Hay esperanza.
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No se pasa de la noche a la mañana del sobrecogedor silencio al bullicio. Pero se escuchan risas de niños y se atisba la vida tras las puertas de un par de casas. Llombai, uno de los ocho pueblos (el más pequeño) de la Vall de Gallinera, ha vuelto a la vida. Va para un año que dejó de estar deshabitado. Lo estuvo durante 45 años. Dos familias con tres niños han decidido "repoblar" Llombai. Los excursionistas que atraviesan su única calle (el núcleo forma parte de la "ruta dels 8 pobles") ya no sienten el estremecimiento de la ruina y el silencio. Hay esperanza.
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No se pasa de la noche a la mañana del sobrecogedor silencio al bullicio. Pero se escuchan risas de niños y se atisba la vida tras las puertas de un par de casas. Llombai, uno de los ocho pueblos (el más pequeño) de la Vall de Gallinera, ha vuelto a la vida. Va para un año que dejó de estar deshabitado. Lo estuvo durante 45 años. Dos familias con tres niños han decidido "repoblar" Llombai. Los excursionistas que atraviesan su única calle (el núcleo forma parte de la "ruta dels 8 pobles") ya no sienten el estremecimiento de la ruina y el silencio. Hay esperanza.
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No se pasa de la noche a la mañana del sobrecogedor silencio al bullicio. Pero se escuchan risas de niños y se atisba la vida tras las puertas de un par de casas. Llombai, uno de los ocho pueblos (el más pequeño) de la Vall de Gallinera, ha vuelto a la vida. Va para un año que dejó de estar deshabitado. Lo estuvo durante 45 años. Dos familias con tres niños han decidido "repoblar" Llombai. Los excursionistas que atraviesan su única calle (el núcleo forma parte de la "ruta dels 8 pobles") ya no sienten el estremecimiento de la ruina y el silencio. Hay esperanza.
A. Padilla
No se pasa de la noche a la mañana del sobrecogedor silencio al bullicio. Pero se escuchan risas de niños y se atisba la vida tras las puertas de un par de casas. Llombai, uno de los ocho pueblos (el más pequeño) de la Vall de Gallinera, ha vuelto a la vida. Va para un año que dejó de estar deshabitado. Lo estuvo durante 45 años. Dos familias con tres niños han decidido "repoblar" Llombai. Los excursionistas que atraviesan su única calle (el núcleo forma parte de la "ruta dels 8 pobles") ya no sienten el estremecimiento de la ruina y el silencio. Hay esperanza.
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No se pasa de la noche a la mañana del sobrecogedor silencio al bullicio. Pero se escuchan risas de niños y se atisba la vida tras las puertas de un par de casas. Llombai, uno de los ocho pueblos (el más pequeño) de la Vall de Gallinera, ha vuelto a la vida. Va para un año que dejó de estar deshabitado. Lo estuvo durante 45 años. Dos familias con tres niños han decidido "repoblar" Llombai. Los excursionistas que atraviesan su única calle (el núcleo forma parte de la "ruta dels 8 pobles") ya no sienten el estremecimiento de la ruina y el silencio. Hay esperanza.
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No se pasa de la noche a la mañana del sobrecogedor silencio al bullicio. Pero se escuchan risas de niños y se atisba la vida tras las puertas de un par de casas. Llombai, uno de los ocho pueblos (el más pequeño) de la Vall de Gallinera, ha vuelto a la vida. Va para un año que dejó de estar deshabitado. Lo estuvo durante 45 años. Dos familias con tres niños han decidido "repoblar" Llombai. Los excursionistas que atraviesan su única calle (el núcleo forma parte de la "ruta dels 8 pobles") ya no sienten el estremecimiento de la ruina y el silencio. Hay esperanza.
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