Son las cinco de la mañana y mientras Torrent aún duerme, Ricardo ya está moliendo el primer café del día. El olor a cafeína se impregna en las fosas de los más madrugadores. El mismo aroma desde hace tres décadas. Pero esta tradicional escena diaria, a los pies de la Torre, está llegando a su fin. Ricardo se jubila y el local, "Heladería Avelina", se traspasa.

Fueron sus padres los que abrieron el establecimiento hace más de 30 años. “Mi padre y yo trabajábamos en una farmacia en la calle la Paz, en València, pero cerró. Fue cuando surgió la posibilidad de ocuparnos del bar del local de la Unión Musical, en la calle Bellido, sin saber nada de hostelería, la verdad. Fue casi sin querer. Posteriormente, un amigo le dijo a mi padre si quería retirar unos muebles de aquí, vio el local y le dijo a mi madre de montar una heladería . Y así vino todo. De vender medicamentos a vender helados”, explica.

El local está situado en el corazón de Torrent, frente a la Casa de la Cultura, edificio que albergó el primer ayuntamiento. En el bajo que ahora ocupa Avelina estuvo previamente el estudio fotográfico Cardona. “El punto creo que es el mejor de Torrent. Todo pasa por aquí. Fallas, Semana Santa, procesiones, las fiestas patronales, está el mercado de los viernes, más algún evento…”, reconoce.

Cafetería Avelina, junto a la Torre

Han sido muchos años, con buenos y malos momentos. De los primeros se queda con los clientes. “Son lo mejor de este trabajo. Son gente sana, con la que llegas a hacer amistad y, en parte, te da pena irte y perder ese contacto diario con la gente”, admite Ricardo. Pero también ha habido baches. “Con la crisis de 2008 empezaron los problemas. Aquí hemos llegado a estar cinco personas trabajando y hoy somos dos. Cuando empezó la remontada tras la crisis inmobiliaria nos golpeó la pandemia, que esto nos ha rematado un poco, sobre todo por tener que estar cerrados, pagando, sin beneficio y muchos han tenido que cerrar”, lamenta. Estos dos años de convivencia con el virus han acelerado su decisión de jubilarse. “Llevo 48 años cotizados y aunque me van a penalizar con el 16% por adelantar la jubilación dos años, creo que ya es momento de descansar; Estoy cansado”, afirma.

Ricardo López, en la puerta de Avelina

Le gustaría que el negocio siguiera tal y como es. “Puse el cartel hace diez días y ya han venido dos personas a interesarse por la heladería. Creo que para una pareja le puede dar para vivir sin problemas. Yo ahora para mi y para mi empleado, cubro los gastos”, avanza. Y claro, la experiencia le permite dar consejos a los interesados. “Solo recomiendo que no cambien el café, ni la leche. Tengo fama de hacer de los mejores cafés. De hecho, vivo de él”, presume.

Su jubilación está prevista para mayo o junio. Tras hablar con el redactor, Ricardo vuelve detrás de la barra. ‘Un café’, se escucha desde la terraza. Son los últimos en “Avelina”.