De pie, sin arrodillarse ni perder el ánimo, una vecina de Burjassot lleva ya cerca de cinco meses dando la cara por obtener la custodia de su nieto. El caso de Manoli Laserna Clemente –ya hay quien la llama “abuela coraje”– clama al cielo porque aquí abajo –en la tierra– parece un capítulo más de tantas historias prácticamente abocadas a la invisibilidad y el silencio. Pero existen, al menos en el corazón.

Cada día de buena mañana, ininterrumpidamente desde el pasado mes de marzo, Manoli sale de su casa, situada en uno de los bloques del barrio de las 613 Viviendas, y camina hasta la plaza del Ayuntamiento. El trecho hasta el núcleo urbano no es ciertamente corto. Justo a las puertas del consistorio y con la debida autorización municipal, “llueva o pique el sol”, se acomoda desde las 9 hasta las 14 horas y despliega un cartel con el siguiente texto: “¡Queremos a José Daniel en casa ya! Los errores de los adultos no los pagan los niños. ¡Una infancia libre! No está solo: tiene familia. No más trámites, no más acciones, no más espera. Más de cuatro meses sin saber nada de él, sin verlo. ¡Pedimos el derecho que nos corresponde! ¡Seguiremos luchando! Siempre contigo, José Daniel”.

José Daniel tiene 7 años y es nieto de Manoli. Actualmente, el niño reside en un centro de recepción y acogida de menores (CRAM) gestionado por la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas. Su custodia, pues, está en manos de la Administración pública. “No puede vivir con su madre ni con su padre porque tienen problemas con las drogas”, explica Manoli. La ‘flor del olvido’ los atrapó. Por ese motivo la ley les quitó la custodia.

 ¿Por qué José Daniel no puede estar en casa con la abuela? Su hermana, Yasmina, sí vive con Manoli, tanto desde mucho tiempo antes de cumplir la mayoría de edad –recientemente, en mayo– como ahora. La yaya y Yasmina –la joven “estudia, ayuda en casa y busca trabajo”– ven pasar los días sin poder ver con regularidad y de forma presencial al chiquillo. “Lo tienen encerrado.”

Manoli con la caja de la campaña de recogida de firmas y el cartel

Sin perder la compostura, Manoli afirma que “hasta los presos de la cárcel tienen mejor régimen de visitas”. Imagina que “el niño ve a todos los otros recibir visitas de sus familiares y realizar salidas con ellos; pero José Daniel no puede recibir ni siquiera llamadas telefónicas. ¿Su cabecita de siete años puede entender esto?”, pregunta la abuela. Antes de ingresar en el centro de acogida, “el niño sólo hacía que recalcarnos que no lo dejáramos solo”. Desde que Manoli entregó a la conselleria, en el mes de marzo, la documentación necesaria para poder concertar visitas y solicitar la custodia de José Daniel, todavía no ha visto al nieto y –lo mismo que su nieta Yasmina– sigue “a la espera de obtener una respuesta”, cuenta. “Es como si se lo hubiera tragado la tierra.”

Las razones de la conselleria

 El “pretexto” que esgrime la conselleria para que Manoli no pueda hacerse cargo del nieto es “el hecho de padecer una leve discapacidad física, vivir en un barrio de acción preferente y tener pocos ingresos económicos”. Esta “excusa” ya se la comunicaron anteriormente a la mujer desde los Servicios Sociales de Burjassot. Sin embargo, ella ha salido adelante con su nieta Yasmina viviendo en el cuarto piso de un edificio sin ascensor. ¿No ha demostrado sobradamente aptitud para cuidar de un menor? Se la ve fuerte y decidida. “Si fuera minusválida, ¿Cómo podría hacer todo el trabajo desde que me levanto hasta que me acuesto?”, argumenta. Además es “propietaria del piso” donde habita y tiene una “paga fija” de la Administración pública. “Pero, sobre todo, tengo el apoyo de la familia y de los amigos. Somos una piña. A José Daniel no le va a faltar nada. Ahora solo le falta el cariño de la familia”, añade. 

 

"La abuela tiene derecho a ver a su nieto y pedir que vuelva a casa"

A los recursos de Manoli cabría sumar el respaldo solidario de un grupo de abogadas. Las letradas piensan que “la abuela tiene derecho a ver a su nieto y pedir que vuelva a casa”. Es “viable”. La actitud de la Administración pública, primero desde los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Burjassot y después desde la sección de menores de la Conselleria de Igualdad, “ha llegado a extremos insoportables”, subrayan. Además se preguntan “cómo es posible que la conselleria permita que dos hermanos, Yasmina y José Daniel, estén separados y lleven sin comunicarse, ni siquiera por teléfono, desde hace cinco meses”.

Mientras tanto Manoli, que se considera “totalmente apta” para la custodia de su nieto, continúa manifestándose a las puertas del consistorio. Asegura que no dejará de hacerlo “hasta que no consiga llevar de la mano a José Daniel a casa”. La yaya, hace tiempo, también inició una campaña de recogida de firmas por la causa y en el balcón de su casa desplegó una sábana con el mismo contenido que el cartel en la plaza del pueblo: “¡Queremos a José Daniel en casa ya! No está solo: tiene familia”.