La colonia inglesa y holandesa que habita en el Valle de Ayora

Las estancias de los holandeses se han incrementado motivados por la cinegética

Imágenes de la pasada Feria de la Cereza de Zarra.

Imágenes de la pasada Feria de la Cereza de Zarra. / F.B / P.M

Amparo Soria

Amparo Soria

En la lucha contra la despoblación, la atracción de nuevos habitantes siempre se postula como una de las soluciones a una problemática al alza en el interior valenciano. En la comarca del Valle de Ayora-Cofrentes, hay un tipo de residente que ha ido creciendo en los últimos 15 años y que con las cifras oficiales resulta difícil de creer: la británica es la nacionalidad más abundante en los datos de personas extranjeras residentes por comarcas. Lo publicó Levante-EMV hace unas semanas y las autoridades locales lo confirman: ingleses, y también holandeses, han fundado su propia colonia en el Valle.

Según la información que ofrece el Instituto Nacional de Estadística, con datos de 2022, la colonia británica es la más abundante en cuatro comarcas valencianas: La Vega Baja, la Marina Alta, la Marina Baixa, el Vinalopó Mitjà y, por último, el Valle de Ayora-Cofrentes.

En concreto, de los 9.656 habitantes que según el INE hay en la comarca, 289 son de nacionalidad británica. Del 7,2 % de extranjeros que hay, 1,7 % son de Reino Unido. «Ahora ha bajado un poco la cifra, pero hace 16 años comenzaron a venir, a comprarse casas no tan caras como en la costa, y no buscan necesariamente el mar, así que en el interior encontraron viviendas para rehabilitar a buen precio y con todo el año de sol», explica el alcalde de Ayora, José Vicente Anaya.

Como en el resto de zonas costeras donde se afincan, los británicos usan su prestación por jubilación en una vivienda en esta zona, tanto en el casco urbano de los diferentes municipios del Valle como en el casco urbano de Zarra, Ayora o Teresa de Cofrentes. «La naturaleza es uno de los factores por los que se sienten atraídos a venir hasta aquí, y por supuesto se da el efecto llamada entre unas personas y otras... Muchas de las familias que vinieron con hijos de 20 años se han quedado todos, y forman parte de la vida social de estos municipios», dice Anaya.

Con ellos, la holandesa es la otra colonia que se ha instalado en los últimos años y que va creciendo poco a poco. «Llegan con un nivel socioeconómico alto y se establecen de forma diferente, lo hacen por un tiempo y tirados, sobre todo, por la actividad cinegética a la que son bastante aficionados», dice Anaya.

Su llegada se ha producido en parte porque una de las visitantes se quedó y comenzó a trabajar como agente inmobiliaria para el público holandés, que va creciendo cada año.

La barrera del idioma

La integración es total, pero con alguna distancia debido, fundamentalmente, al idioma. «La mayoría de los que vienen es gente mayor, que no sabe hablar en castellano y cuesta empezar, pero cada día salen a tomar algo por la mañana y participan en las fiestas y ferias», dice Anaya. De hecho, hasta llegaron a tener su propia papelería y bar, que terminó cerrando cuando se jubilaron los promotores.

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