Un día más de confinamiento. Hoy te he llamado por teléfono para escuchar tu voz y sentir que estas más cerca de mí. Tu no te has dado cuenta, pero entre las palabras cruzadas de nuestra conversación dejaba pasar unos instantes de silencio y te escuchaba con el corazón. Jamás hubiera pensado que me harías tanta falta. Cuanto hecho de menos ir a verte a tu casa, sentarme a escuchar como te ha ido el día, decir que bajes un poco el volumen del televisor porque no nos entendemos, abrazarte y sentirme segura, como cuando era una niña y necesitaba a mi abuela junto a mí. No sabes el miedo que tengo de que algo te ocurra. Sé que sabes cuidarte, sé que eres consciente de todo lo que está pasando, sé que vas a hacer todo lo que esté en tu mano para cumplir y salir de esta con aires victoriosos. Pero tristemente no sabemos cuanto tiempo más va a durar esta situación.

Como siempre, en nuestra conversación, me has trasladado tu sabiduría, tu optimismo, tus fuerzas que tanto se agarran a estos tiempos difíciles asemejándolas a otros tiempos difíciles de tu niñez. Me has dicho que en esta vida las personas hemos venido a aprender y que esta situación no nos separa de nuestro cometido; hay muchas cosas que ahora estamos aprendiendo y así seguiremos haciéndolo. Entre ellas, a conectar más con nuestros seres queridos, a salir a la calle y disfrutar de los pequeños momentos que normalmente pasan desapercibidos. Pero no puedo evitar sentir que hoy no te toca ser fuerte por mí o por todos, hoy toca que todos cuidemos de ti. Así que por ti me quedo en casa, me conformo con oír tu voz por teléfono, recordar cuanto te hecho de menos y sentir que pese a todo estas cerca de mí.