«Aún no ha dado tiempo a que me conozcan en el Levante UD, pero es que yo meto la cabeza en un avispero si hace falta. Me he abierto la cabeza un montón de veces. Por eso, cuando me di el golpe, la sensación que tuve era la de otras veces: veía las típicas estrellitas. Salí fuera del campo y regresé. Corté dos balones de cabeza y de repente lo veía todo negro por el ojo derecho. Cuando me lo toqué y noté que lo tenía abierto y seguía sin ver nada, me asusté y pedí el cambio. Algo fallaba».

La vida de Ángel Trujillo (Madrid, 28 años) pudo haber cambiado el pasado 27 de septiembre, cuando un golpe durante el transcurso del partido ante el Getafe le desprendió la retina de su ojo derecho con siete roturas. Un caso único en el mundo del que el defensa madrileño se ha recuperado. Ahora, después de dos meses y medio de angustia, revisiones y entrenamientos personalizados, Trujillo está listo para volver a ser futbolista. «Se puede decir que estoy al cien por cien, porque estoy entrenando fuerte, le estoy pegando al balón. Le he dado al balón con la cabeza más que en toda mi vida y no tengo molestias ni dolores, ni el ojo me ha saltado (ríe). No he parado desde que me pude incorporar de la cama. Desde el décimo día ya me he metido caña en la bicicleta», apunta el central, que jugará con una protección. «Me voy a tener que poner unas gafas hasta final de la temporada para evitar golpes directos en el ojo. No se sabe si podría pasar algo o no, pero esto es un caso único, no ha pasado nunca y no hay referencias como en otras lesiones. Llevo tiempo con ellas y tengo varios modelos que estoy probando, pero no me gusta llamar la atención, soy tímido, no me gusta ser el centro de atención y sé que las gafas no son habituales en el fútbol», explica.

Trujillo ha acortado los plazos para su recuperación, fijada en principio para dos meses para hacer vida normal, sin especificar cuándo podría volver a jugar. «Me lo explicaron cuando llegué a la clínica, aquí en Valencia, donde iba a someterme a una técnica de láser. Vieron que era más grave de lo que parecía. Me sientan y me miran y me dicen que o me operaban o me quedaba ciego del ojo. Cuando me operan ven que tenía siete roturas, cuando en un desprendimiento de retina suele haber una rotura. El cirujano que me operó „José María Ruiz Moreno, especialista en el ámbito europeo„, me dijo que no hay nada escrito sobre esto, ni un solo caso parecido. Así que cuando me lo dijeron no podía pensar en nada, porque no había nada a lo que acogerse, sólo que era un reto más», rememora el jugador del Levante UD. «Cuando deciden operarme, no se sabe cómo voy a salir. No ya si voy a jugar al fútbol, sino si iba a poder ver. Ahora los pasos que he tenido que ir dando, con un balón de espuma primero, luego de goma y poco a poco con más peso, han sido para ver si el ojo respondía. A día de hoy responde bien. Es una de las cosas que peor llevo. No tengo ninguna molestia o dolor en el ojo. Físicamente me encuentro bien y al estar frenado por los médicos se pasa mal», confiesa Trujillo.

«Nunca me había lesionado»

El defensa, uno de los fichajes más importantes del verano „el Levante UD pagó un millón de euros por él„ tiene ganas de devolver sobre el césped la inversión realizada por la dirección deportiva y ahora la atención médica. «Yo nunca me había lesionado y lo he pasado mal. Venir aquí, habiendo pagado el club un traspaso alto por mí siendo defensa... Estaba ilusionado, todo me iba bien y de golpe y porrazo te ves en una cama tirado. Se pasa mal. Pero he vivido semana a semana, superando todas las revisiones y ahora estoy esperando que acaben las vacaciones para devolver la confianza que el club puso en mí cuando me fichó y lo bien que me han tratado desde la lesión. Lo he tenido todo por parte del club, médicos, compañeros... Y esa confianza y ayuda, si antes ya la tenía que devolver en el campo, pues ahora con más motivo», señala.

En lo personal, Trujillo confiesa que ha pasado por malos momentos, sobre todo cuando estuvo parado, sin poder moverse, en la cama para recuperarse de la operación en la retina. «Soy muy activo, nunca paro, me gusta mucho el deporte y cuidarme y nunca me había lesionado. Verme tumbado en una cama sin moverme más que para comer y ir al baño... Me dolía todo, pero no me quedaba otra. Me marcaba mis horarios, las duchas las comidas, para moverme lo menos posible. Venía el fisio del equipo a casa a darme masajes.... Lo peor que he llevado es que me gusta valerme por mí mismo y mi novia, que está embarazada, me lo tenía que hacer todo. Es lo que peor he llevado», subraya el exfutbolista del Almería, quien niega tener miedo de volver a jugar. «Ni miedo ni respeto ni nada. No tengo ningún dolor ni molestia en el ojo y pienso que para bien o para mal, cuando antes se sepa si voy a poder jugar mejor. Por eso, en cuanto me pusieron el balón delante, el caramelo, fui a por el sin pensarlo», asegura.

El central granota afirma que en estos meses nunca se le pasó por la cabeza dejar el fútbol y que nadie le ha animado a ello. «Nunca, el fútbol es mi vida, soy feliz jugando al fútbol. Es lo que me gusta y llevo luchando mucho tiempo para jugar en Primera. Ahora no lo voy a dejar. Ahí voy a estar hasta que el ojo salte», subraya. De hecho, el futbolista agradece el buen ambiente y las bromas en el vestuario desde su regreso. «Al principio me hacías las típicas bromas: que si el ciego, el pirata... Pero viene bien que de vez en cuando, cuando hay tanto ambiente pesimista, esa alegría de los compañeros, que siempre han estado ahí».

En este sentido, Trujillo dice haber «sufrido más» desde fuera, donde no ha podido colaborar al equipo y considera «otro reto más» que el club fiche en enero otro central. «Me pueden echar lo que quieran porque confío en mis posibilidades, voy a volver y seré el de siempre», concluye.